martes, 27 de mayo de 2014

Teoría de cubículo






Pongámosle un poco de teoría a todo esto, tres citas, dos imágenes, una metáfora, para que no solo sea visto bajo la lupa de Andrómeda y el PC de Sepúlveda, para darle una pequeña comba e intentar ver la máquina y no solo la maquinaria, para leer de nuevo algo distinto a encuestas. Un librito brillante del mexicano Jesús Silva-Herzog Márquez ayuda a mirar la política a los ojos, a olvidarnos de la indignación moral y tomar la libreta del juez durante el combate de boxeo y con el mismo lápiz elegir, como siempre en la lucha por el poder, entre el menor de los males. Sirve también para entender que aquí, como en todas partes, es imposible La idiotez de lo perfecto, por una sencilla y apabullante razón, porque en los partidos y los pasillos oficiales ejercen Yeltsin y Clinton, Palin y Berlusconni, Roy y José Obdulio, así que “la naturaleza humana es la maldición de la política”.
Ahora que estamos entre los bandos finalistas vale la pena recordar El concepto de lo político, apenas 33 páginas de Carl Schmitt que sirven como cartilla áspera y dramática ante las disyuntivas. “Llamamos política, pues, a la más radical de las oposiciones entre los hombres, una oposición marcada por la sombra de la muerte”. De modo que ya nos suena tibio eso de la “poralización” y la guerra de chismes entre dos equipos de publicistas. Según la versión trágica de Schmitt solo aparece la seriedad en la confrontación a muerte. Nuestra política que ha tenido mucho de enemistades mortales, del proselitismo de quienes ejercen la posibilidad real de matar, pero tiene también acuerdos inesperados, alianzas válidas a pesar de lo inauditas. Para eso sirven las dos vueltas electorales, para que los candidatos den la vuelta, y a nadie debe sorprender. Pero aquí criticamos a quienes pactan y a quienes se plantan. Silva-Herzog responde al duelo a muerte que propone Schmitt con una réplica de Giovanni Sartori, es cierto que existe la “política caliente”, pero no se puede olvidar la “política tranquila”. A medida que se acercan las elecciones la política se convierte en un juego de antagonismos cada más primario, por estrategia de los candidatos y necesidad de los electores: estamos en el momento de las alianzas y en un año será el tiempo de las traiciones. Maquiavelo dibujó la imagen de los jugadores como centauros, mitad bestia, mitad hombre.
 Tal vez sin saberlo los candidatos tengan raíces de los grandes pensadores de la política en sus discursos. En un bando es posible reconocer a quienes pretenden que la sociedad se file como un ejército, detestan lo excepcional, los asustan las anomalías y el más mínimo desorden: “El poder político de una democracia estriba en saber eliminar o alejar lo extraño y lo desigual, lo que amenaza la homogeneidad”, escribe Schmitt. La identidad entre gobierno y sociedad tiene algunos rasgos parecidos al “Estado de opinión”. Tampoco le gustaban al filósofo alemán las reglas generales para los estados excepcionales, en política siempre habrá una “hecatombe” que justifique cambiar el simple armazón de leyes o la constitución. Del otro lado hay sobre todo algo de liberalismo fatuo, la vanidad del príncipe que todo el día alardea del traje institucional y en cada declaración disfraza el oportunismo de principio o idea fundamental.  
Al final queda la necesidad de escoger un gobierno, con la cabeza gacha del desconfiado sobre la mueca altiva del fanático. “El gobierno no conduce al paraíso ni un chiste nos enseña la verdad del universo, pero el primero nos salva del infierno de la guerra civil y el segundo nos salva de la estupidez del solemne”.



martes, 20 de mayo de 2014

Apuesta cocalera





Algo más de sesenta mil familias se dedican al cultivo de coca en Colombia. Familias que han terminado viviendo más por obligación que por decisión propia en zonas de conflicto y colonización. Territorios donde la coca es moneda de cambio y la ley se dicta con un guiño amenazante, donde el banco es DMG o el candado en la caja de herramientas y las épocas de verano e invierno se acompañan de las temporadas en las que llueve veneno. El 80% de quienes cultivan los arbustos dicen que quieren dejar el negocio, y un poco menos de la mitad tienen la coca como simple complemento a sus cultivos legales. En muchos casos su trabajo no les deja ganancia, simplemente aseguran un flujo de caja para sobrevivir, 2’350.000 pesos cada año en promedio para cada una de las personas dedicadas a sembrar, cuidar y recoger la hoja. Quienes siembran están cada vez más lejos del negocio del procesamiento, el 70% simplemente hace labores agrícolas. Las preguntas, luego del acuerdo firmado en La Habana, son varias: ¿será posible atender las necesidades de esas familias, compensar los cerca de 600.000 millones que mueve en negocio en su primer eslabón, sacar a la gente de los ciclos y la lógica de la ilegalidad, garantizar que las Farc no seguirán imponiendo sus maneras o que las bandas no llegarán para reemplazar al antiguo intermediario?
Hay signos alentadores y preocupantes en las posibilidades que se vienen si tuviéramos al gobierno y las Farc trabajando juntos en las zonas de cultivo. El negocio está más o menos concentrado y los esfuerzos podrán ser puntuales y verificables. Hace unos años se logró con éxito, y con la cruenta oposición de las Farc, sacar la coca de La Macarena. Es lógico que con la simple ayuda que significa no disparar se podrían lograr resultados similares en otras regiones. En diez municipios de siete departamentos (Nariño, Putumayo, Cauca, Norte de Santander, Guaviare, Meta y Vichada) se cultiva cerca del 40% de la coca. Sería una buena disculpa para la llegada del Estado sin camuflado. De otro lado los expertos en el tema dicen que la guerrilla controla cerca del 60% de los cultivos y mal que bien tiene real ascendencia sobre los campesinos. Una influencia siempre paradójica como lo demuestra la famosa declaración de un hombre en las marchas cocaleras de 1996: “A las marchas salimos voluntariamente obligados”. Es claro que si el secretariado no tuviera un control sobre sus frentes más coqueros, la guerrilla sería hoy una simple sigla compuesta de bandas dispersas y ajenas a la grandilocuencia de Timochenko, las promesas revolucionarias de Márquez y las canciones de Santrich.
También hay espacio para pensar en el fracaso. Las bandas criminales y los grandes carteles han ido construyendo una alianza con la que podrían muy bien retar al Estado en los territorios cocaleros. Darían una guerra de baja intensidad, defensiva, tal y como lo han hecho en el Perú donde convirtieron a cuatro departamentos en el más grande centro de cultivo mundial sin darle pelea al ejército. Podríamos pasar de la guerra a la corrupción generalizada en las zonas de cultivo. Esa sería la tarea de los cerca de mil “chichipatos” o “mazeros”, que según el investigador Daniel Rico, son los intermediarios entre cultivadores, cocineros y exportadores. De modo que el negocio tiene muchos interesados, con plata y contactos, en conseguir la hoja, y tal vez simplemente lleguemos al mismo número de hectáreas con campesinos cobrando un poco más por su producto. O quizá haya suerte y el efecto globo convierta a Ecuador, escampadero y oficina para los cruces hoy, en un gran fortín cocalero de mañana.




martes, 6 de mayo de 2014

Tres funciones




 
 
Bien se sabe que la ruina ajena deja dichas casi tan grandes como las que trae la propia fortuna. Es por eso que Medellín lleva un año largo regodeándose entre maledicencias, saldos en rojo y versiones negras acerca del hundimiento de tres de sus grandes empresas. Desastres financieros, inmobiliarios y políticos que han demostrado los remates y las liquidaciones que suele dejar el furor de la política y los negocios. Desde la medianía se ve pasar la procesión de los implicados y se oyen los mea culpa entre chiflidos. Lo único especial del viejo espectáculo es que se juntaron tres funciones en una sola temporada.
Los trucos de Interbolsa han hecho recordar el tenderete Parasol que montó Félix Correa en Caucasia como la primera carpa de su circo. Luego de tres quiebras sucesivas Correa logró levantar sus oficinas pulcras y abrió sus agallas en busca de Fabricato. Como en los cuentos de villanos las viudas y los jubilados fueron sus víctimas predilectas y cuando los mafiosos despuntaban el “sencillo” estafador fue a parar a una celda hechiza en la enfermería de La Modelo. Treinta años más tarde Interbolsa vuelve repite la feria de las vanidades con un actor italiano en el reparto. De nuevo Fabricato sirve como anzuelo de los peces gordos y las letras doradas de la más grande comisionista van a parar a los expedientes. Medellín vuelve a ser la capital de los especuladores y el Parque Berrío, hoy venido a menos entre raponeros, músicos de calle y vendedores de películas porno, invoca los tiempos de los “menjurjes bursátiles” y las “marranas”, esas cotizadas minas de oro inexistentes.
Pero el cartel no mostró solo el espectáculo de los Jaramillo. Los Villegas tenían reservado un arriesgado show que terminó en tragedia. La carpa cayó antes de tiempo y dejó 12 muertos bajo los escombros de un edificio original por lo liviano. Estábamos acostumbrados a la sombra del edificio más grande del país que intentaban unos timadores baratos en Sabaneta. Pero los edificios dibujados con lápiz HB bajo el silencio de una empresa ejemplar sorprendieron a todo el mundo. Un genio, una especie de calculadora humana, alegraba a sus jefes por su eficiencia numérica frente a las columnas, las vigas y las losas. Ahora hay funciones en todos los barrios y celebran los dueños de los camiones de trasteos.
Los políticos no podían quedarse por fuera de la fiesta y mostraron sus galas. Luis Alfredo Ramos era el conservador de mostrar. El mismo Álvaro Uribe lo tenía en su llavero para abrir de nuevo la puerta del Palacio de Nariño en la húmeda y añorada capital. Un politiquero de pueblo que lucía muy bien bajo el traje del mandatario de provincia. Sin importar que una piraña como Álvaro Vásquez fuera su hombre en la taquilla. Pero los pillos prometen demasiado y Luis Alfredo no soportó la tentación. Terminó en la cueva de un hombre bastante peligroso hablando de votos con los señores de la guerra. Hasta ahora las explicaciones parecen bastante flacas y a Uribe le tocó sacar de la manga a un maestro de ceremonias de Pensilvania, Caldas. La ventaja es que en política se hereda más fácil que en los negocios: Pablo Villegas tienen problemas y Alfredo Ramos Maya tiene curul.
También Carrasquilla vivió quiebras y los descalabros. El Banco Popular le rompió la bolsa y dejó una frase de consuelo para los actores de las tres funciones: “En fin: ¡que esto es la pura inopia! Te encarezco que te entristezcas tú por mí... No voy yo a perder mi encantadora indolencia, por unos tristes billetes”.