sábado, 5 de abril de 2008
Un huequito para mirar a Quito
Hace unos días Eduardo Posada Carbó dedicó su columna de El Tiempo a un repaso por los diarios ecuatorianos de los últimos días: titulares, opiniones, comentarios y análisis acerca de la gresca entre los regentes de la Casa de Nariño y el Palacio de Corondolet. Todo como un intento por sondear la reacción ecuatoriana frente a nuestra guerra con las Farc, indagar cómo se ven las escaramuzas en la selva desde las alturas quiteñas del cerro El Panecillo y no desde Monserrate, su pariente más escarpado en Bogotá. Según Posada la mirada altanera y desafiante de Rafael Correa a Álvaro Uribe no es una simple pose de indignación, en el aire ecuatoriano se percibe esa misma mueca de fastidio y recelo a lo que aquí se considera una victoria obligada.
Luego de leer la columna llegó a mis manos, gracias a las atenciones de un viajero primerizo, un libro como una ventana para asomarse a la capital de Ecuador. "...Y en el cielo un huequito para mirar a Quito", dice, siguiendo una vieja copla, la portada de la antología poética dedicada a la ciudad que alguien llamó "Luz de América". Es seguro que las fuentes de papel periódico que revisó Posada Carbó son mucho más útiles y certeras para medir los humores ecuatorianos que las páginas elevadas de los poetas. La prensa sirve como un tensiómetro natural mientras la poesía puede registrar ciertas desviaciones estéticas. Y sin embargo la antología llamó mi atención por algunas consideraciones políticas, por algunos registros recurrentes que pueden decir algo acerca de los ánimos que mueven a Ecuador en sus relaciones con Colombia y con las Farc. Algunos amigos poetas dirán que desvarío. Y otros, amigos de la cháchara política, les darán la razón. Pero no importa, no me mueven intereses diplomáticos.
Lo primero que encontré fue un reclamo histórico dividido en tres capítulos. Un primer poeta canta a Sucre y se duele de los asesinos y el suelo de Berruecos que lo condenó a la muerte. Tierra colombiana como cuna de la traición. Más tarde está el juicio a Eugenio Espejo en Bogotá como capital del virreinato. "Guerrillero avenido al bajo oficio de curar a los enfermos", dice el poeta antes de mandarlo a una cárcel como un establo en la capital colombiana. Otro lo llama "lechuza bolchevique" y le entrega una antorcha de otra luz. Un talabartero colombiano de nombre Faustino Rayo servirá para reivindicar el talante de nuestros nacionales. Rayo resulta hábil con el martillo y otros instrumentos: sólo necesita de catorce machetazos para dar muerte al presidente Gabriel García Moreno. Los poetas le agradecen la osadía y le reprochan la nacionalidad.
Luego de las pendencias históricas y las traiciones aparece una Quito con paisajes revolucionarios. El volcán Pichincha es "sitio preferido para las excursiones y lo fue para el entrenamiento de guerrillas que no han actuado jamás". Erupciones volcánicas y levantamientos populares aplazados hacen parte de la hipérbole preferida. Y si uno pregunta por el clima de Quito encuentra rebaños de nubes y granizo convertido en maíz y en oro. Pero también hay otros climas: "Lluvia de balas, / neblina espesa y lacrimógena. / Temperatura mínima / bajo la sombra / 2.000 presos". Así que es hora de que aparezca la consigna en un muro: "Sobre la vieja y blanca espalda de una casa, con brocha gorda, yo insisto: "América Latina...un abrazo solidario". Y Bolivariano, agrega el nuevo transeúnte. Paso una página y encuentro viejas reivindicaciones que ahora son nuevas: "...cuando nos metimos en los huertos en franca protesta contra la propiedad". Poema vanguardista escrito en el 2001. Más adelante el boletín de una captura: "Cayó el N.° 1 de Alfaro Vive. Abatido a tiros principal cabecilla de AVC. Había recompensa de cinco millones. Así circulaban los diarios por todo el país como si se hubiera tratado de un fantasma...como si el acribillamiento fuese vacuna anti-puca" Luego de la marcha obrera hay un muerto en la morgue, "el pueblo lo puso en hombros como a un torero". Gritan los artesanos, el afilador de cuchillos, el vendedor de helados, la vendedora de lotería... sólo falta el cerrajero de los barrios altos.
En muchas páginas me encontré una especie de fervor revolucionario, por herencia del indómito Huayna Cápac, por despecho con tiranos viejos, por rabia con las imposiciones extranjeras, por legado de Eloy Alfaro, por gusto estético, por desconocimiento de los estragos de la palabreja. Pero encontré un verso que sirve como antídoto: "Los quiteños, por su mal / entablaron desdichados / estos obrajes malvados, / pues con esperanzas vanas / van al obraje por lanas / y se vuelven trasquilados".
Publicado en el diario La Razón, de Lima-Perú, el 29 de Marzo de 2008
ResponderEliminarEl látigo del Rufus
¿Gobierno de Quito en el “eje del mal”?
A Ecuador le sobra Correa
Ricardo Sánchez-Serra (*)
La tragicomedia ecuatoriana contra Colombia debe acabar. Los exabruptos del presidente Rafael Correa y de su círculo de poder como su ministro de “Inseguridad” Gustavo Larrea y de la canciller María Isabel Salvador, ya cansan por su verborrea demagógica en la desesperación de ocultar la firme evidencia de que su país apoya y ha apoyado a los terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Pareciera que los políticos ecuatorianos tienen la costumbre de acentuar los problemas con otros países, para lograr una seudo adhesión del pueblo ecuatoriano. Antes inventaron problemas fronterizos con el Perú, hoy le toca a Colombia por ejercer sus derechos a la autoprotección y a la legítima defensa. Mañana se peleará con el Océano Pacífico.
¡Qué fácil es distraer los problemas internos con fanfarronadas! Lo que sucede es que tiene que incitar el nacionalismo porque la economía no anda bien y se le viene “la noche” al presidente ecuatoriano, porque en su afán de ser el defensor del "socialismo del siglo XXI", suspendió las negociaciones de un tratado de libre comercio con Estados Unidos y si bien este país le extendió once meses más las Preferencias Arancelarias Andinas (ATPDEA) –que no serán renovadas– se irán al suelo las valiosas exportaciones ecuatorianas. Ello sumado al bajo crecimiento de la economía ecuatoriana (creció en el 2007 sólo 2.6%), su mala política tributaria, el alza arancelaria y la falta de seguridad jurídica para las inversiones, va rumbo a la debacle financiera y al descontento social, por lo que tendrá que hipotecarse más a su jefe Hugo Chávez.
Por eso es que Correa se la juega de rabioso, de indignado y con su careta adusta y huraña, brinda su mano cínica al presidente colombiano Álvaro Uribe en la Cumbre de Río, en Santo Domingo y en la que brilló el inquilino de la Casa de Nariño. ¡Qué orgullosos deben estar los colombianos de su presidente! ¡Un señor presidente!
A diferencia de Uribe, el mandatario ecuatoriano no tiene talla de estadista. Ahora se enfada más porque murió un terrorista ecuatoriano de las FARC, no le importa que haya sido un terrorista, sino que era ecuatoriano. Sin conocerlo, el afamado escritor ruso Fedor Dostoievski parece retratar a Correa en su obra “El sueño de un hombre ridículo”, en el que el protagonista es un ser desesperado, egoísta y canalla.
El círculo de poder de Correa tiene miedo de que el pueblo ecuatoriano conozca la verdad. Es claro que practica la política de “la mejor defensa es el ataque”, porque hasta ahora no responde por qué estaba un campamento de las FARC en su territorio. ¿Por qué no califica a las FARC de agrupación terrorista? ¿Cuáles eran los reales vínculos de las FARC con su gobierno? ¿Por qué no le daba la gana de acceder a las peticiones colombianas que les revelaban la presencia de las FARC en su suelo?
Además, su ministro Larrea (“en adelante, Juan”) era el contacto con las FARC y todo el mundo vio el video propalado por la propia televisión ecuatoriana, en el que Larrea le dice a una terrorista de las FARC herida, que esté tranquila porque está en territorio amigo. Es más, luego de ser descubierto, el ministro ecuatoriano confesó que se había reunido con el cabecilla terrorista “Raúl Reyes”, pero para tratar sobre la libertad de Ingrid Betancourt. ¡Qué excusa tan infantil! Mintió, también, al afirmar que el Gobierno colombiano sabía de esas conversaciones.
Correa, suma y extrañamente nervioso, pretendió condicionar a Uribe el restablecimiento de relaciones diplomáticas con tal de no “difamar” a su Gobierno y no seguir difundiendo información sobre Ecuador y las FARC.
Y el mandatario ecuatoriano sigue a la ofensiva y pretende que la OEA censure a Colombia de todas maneras. El mundo al revés. El que debe estar en el banquillo de los acusados es Ecuador por apoyar a terroristas y no Colombia. Correa tiene ya, por lo menos, una condena moral.
A Ecuador le sobra Correa para aguantar tanto cinismo: sabe que su ecuatoriano muerto era un delincuente terrorista, que su ministro (“en adelante, Juan”) es interlocutor con las FARC. En verdad, subestima la inteligencia de su pueblo.
En fin, cada vez estamos más de acuerdo con la doctrina de los presidentes Reagan y Bush, que a los terroristas hay que buscarlos en donde estén. Que me dispensen los pensadores centristas y objetivos, porque no me importa la opinión de los seudo intelectuales de la izquierda jurásica. Con la experiencia que tenemos, no se puede dar un milímetro de ventaja a los terroristas, más aún, si el gobierno en el país en que se encuentran, apoya o es condescendiente con el terrorismo.
El gobierno ecuatoriano –no su pueblo– debe ser considerado por Estados Unidos como integrante del “Eje del Mal” por ser aliado del terrorismo, al igual que Corea del Norte e Irán. Lo mismo debe suceder con el gobierno venezolano.
(*)Periodista. Directivo de la Asociación de Prensa Extranjera.
Email: sanchez-serra9416@hotmail.com
ay pascua, prestame ese cielito de mí quito que el viajero primerizo te entregó.
ResponderEliminarHola doña isabel!!
ResponderEliminarHenry Kissinger describió la doctrina de Bush como “revolucionaria” subrayando que socava el sistema de derecho internacional de Westfalia, establecido en el siglo XVII. La aprobó con reservas sobre el estilo y la táctica, con una calificación crucial: no puede ser “un principio universal que afecte a todas las naciones”. En su lugar, el derecho de agresión debe quedar reservado exclusivamente a EE.UU. quien puede delegarlo a algunos de sus estados vasallos. Debemos rechazar enérgicamente el principio de universalidad: es decir, que se nos apliquen los mismos principios que nosotros aplicamos a los demás, y con más rigor si fuéramos serios. Kissinger debe ser reconocido por su honradez en proclamar abiertamente la doctrina predominante, la que normalmente se oculta tras las buenas intenciones y los intrincados legalismos, porque sabe que se dirige a una audiencia cultivada.
ResponderEliminarUn poeta tiene que ser muy bueno para ser un "poeta político", y en ese caso lo mejor es que sea un poeta político a pesar suyo. Lo que sucede es que el tinte político, en especial si es de izquierda, sirve para maquillar la falta de talento, debido a la crónica condescendencia de la intelectualidad a los nobles ideales del igualitarismo, y más aun si hablamos del arte oficial de un régimen
ResponderEliminarAlguien, con razones y lecturas suficientes, me dijo que si uno esculca al azar una antología poética encontrará sin falta una buena dosis de versos revolucionarios o reivindicatorios o populistas. Creo que eso es relativamente cierto. Sin ir muy lejos el festival internacional de poesía de Medellín suelta leguas de fuego y tinta roja por toneladas. Lo que me llamó la atención del libro sobre Quito es la descripción de la ciudad como escenario privilegiado de luchas revolucionarias, desde las resistencias indígenas, pasando como por lo gritos de independencia, donde cobra su primerísimo lugar, hasta las peleas actuales con el graffiti y la herencia de Eloy Alfaro. Creo que si uno toma una antología de poemas dedicados a Bogotá, por decir algo, no encuentra ese énfasis como rasgo de la ciudad. El asunto es algo así como el escudo o el eslogan que distingue a la ciudad en medio de esa antología. Y me sorprendió encontrar a esa Quito aguerrida y con ínfulas revolucionarias.
ResponderEliminarPascual, mi problema más que con la poesía revolucionaria (toda buena poesía lo es en mayor o en menor grado) es con el arte mamerto, que piensa que el discurso es más importante que la forma, negando de paso la base del arte mismo. Incluyo en el arte mamerto el de derecha y esas jartísimas odas a la bandera y a la patria. Con respecto a Quito y a Bogotá, y de paso a Medellín, me atrevería a decir que la diferencia es en primer lugar racial y segundo cultural, relativa a la tipología de los pueblos. El mestizaje, más profundo en nuestras tierras, diluye a su vez la sangre y las culturas. En Colombia, el discurso incendiario de lucha de clases no puede apelar tan fácilmente a la solidaridad racial, ya que a menudo el opresor tiene el mismo tinte café con leche del oprimido. Eso aunado al marcado individulaismo Colombiano, por no decir paisa, que a decir verdad aun no he decidido si es una virtud o un defecto.
ResponderEliminarNo se, pero de pronto la mayor parte del "buen" arte finalmente tiene un gran componente social y politico, se me ocurre pues a mi.
ResponderEliminarObviamente no estoy hablando de la mala poesia (o teatro, o cine, o novela) panfletaria.
Incluso en Antioquia, que somos mayoria Uribista los buenos artistas son politicos y criticos sociales, pues, en mi opinion.
Va mi lista de buen arte antioqueno, y afue la gosada que me voy a ganar:
Debora Arango, Aguila Descalza, Matacandelas, Victor Gaviria, Jorge Franco, Hector Abad, Heli Ramirez, Fredy Serna, Bajo Tierra.
Juandavidvelez, tiendo a veces a ser categórico en mis juicios y a dejar de lado los matices. Esos Artistas Antioqueños que mencionas, de calidad innegable, son un buen argumento (añadiría a la lista al filósofo de otraparte Fernando González). Dicho esto, en ellos se da el fenómeno de la calidad artística dando lustre al mensaje político, y no lo contrario. Ellos son buenos artistas y agudos críticos políticos, no buenos artistas por ser punzantes críticos políticos
ResponderEliminarPor otro lado, puedo decir que la mejor película colombiana de los últimos tiempos, para mi, es "sumas y restas" de victor Gaviria. Y añado que el cuentero cienciólogo de Bogotá y ex-locutor de radio es un niño en pañales comparado con carlos mario y cristina del Aguila descalza.
Pascual. Sólo una pregunta. ¿A qué autor correspondía el verso con que cierras tu artículo?.
ResponderEliminarPascual, a mí por el contrario no me sorprende para nada, ya que como lo viví el tiempo que estuve viviendo allá, las huelgas que ellos realizan sí son de temer, allá desde los colegios aprenden a tirar piedra, no le comen cuento a nadie, son de temer. un ejemplo una de las mayores protestas que existió en esa época en que viví allá, fue una protesta en contra de una decisión del estado, el lugar de la protesta fue cerca de la U central, la U Nacional de Quito, pensaría uno que era una Huelga Universitaria, pero no, era una huelga creada sí por estudiantes, pero por estudiantes de un colegio de secundaria. y recordemos que un presidente de allá, fue elegído popularmente cinco veces y solo pudo terminar un periodo completo. y cuando yo estuve ya se empezaron a hacer apuestas de cuanto podía durar Lucio Gutierrez.
ResponderEliminarCarlos, el poeta del cierre es Juan Bautista de Aguirre, nacido en la provincia de Guayas a finales de 1700 y enterrado en Italia donde murió exilado. Fue desterrado de Ecuador como miembro de la Compañía de Jesús. Me imagino que salió huyendo de las hogueras ecuatorianas.
ResponderEliminar