miércoles, 25 de junio de 2008
Hablar pestes
Mis nostalgias de abogado agradecerán siempre las visiones y la inquietud que genera una denuncia penal. Hacía tiempo no tenía en mi contestador un mensaje que mereciera oírse tres veces entre una deliciosa taquicardia: “…Este mensaje es para informarle que el próximo lunes, a las 10:30 A.M., debe presentarse a la fiscalía 156 local con su defensor, para diligencia de interrogatorio…” Se me acusa del delito de injuria por haber dicho en una columna de prensa que Luis Pérez Gutiérrez, ex–alcalde de Medellín, era un fiasco probado y sufrido. Y por enumerar algunas de sus hazañas, no todas; para eso habría necesitado una novela entre negra y rosa.
En vista de que el asunto de los columnistas en el banquillo ha estado sonando desde que Molano habló duro contra los Araujo, he decidido aprovechar mis lecturas de sindicado para intentar una definición certera de injuria y calumnia, una que vaya reduciendo el cerco amplio e incierto que deja la letra del Código Penal. Sobre todo para saber que tanto fastidio es necesario guardar cuando se habla de algunas calamidades públicas; mejor dicho, para saber hasta dónde se puede hablar pestes de algunas pestes.
Las sentencias de la Corte Constitucional que más luces dan sobre el tema no han tenido como escenario el sainete enconado de la política sino la militancia futbolística y el mundillo fogoso del cine nacional. Iván Mejía versus Jaime Rodríguez y Lisandro Duque en técnicas de duelo con Claudia Triana Soto, en su calidad de directora del Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica.
Lo primero que ha hecho la Corte es ampliar la potestad de púgiles de los columnistas, eximiendo su pluma de las obligaciones de veracidad e imparcialidad que rigen para quienes se dedican a la divulgación de información. Nuestro trabajo, esencialmente subjetivo, amigo de la especulación y la mofa, encuentra sólo tres límites fundamentales: Primero se habla de la obligación de diferenciar las opiniones de los hechos que las sustentan, impidiendo que los juicios de valor sean presentados con la máscara impávida de los hechos cumplidos. En últimas, el columnista es libre de construir sus apologías o sus diatribas, pero debe cerciorarse de que la materia prima sea cierta.O que por lo menos coincida parcialmente con las divinas fantasías del rencor.
El segundo de los límites es un poco más vago. Ha dicho la Corte que el ejercicio de la opinión se hace ilegítimo cuando se utiliza para emprender una persecución personal, basada más en los intereses y los prejuicios del columnista que en la intención de generar un debate. Nunca será fácil trazar la línea entre el libelo difamatorio y la legítima caricatura de autor. Las razones del juez nos dan sólo una pista: Estamos en el terreno del abuso del derecho a la opinión cuando la ofensa se convierte en el objetivo primordial y las expresiones sobre una persona resultan desproporcionadas frente a sus actuaciones. En todo caso la Corte halló legítimo que “El Gordo” Mejía gritara todos los miércoles y domingos que “El Flaco” Rodríguez era un inepto, un incapaz y un incompetente. La tabla confirmaba su sentencia repetida.
El tercer lindero sigue la misma línea del anterior. Ha dicho la Corte que cuando el comunicador busca el simple desahogo del insulto se puede llegar al control extremo que impone el juez penal. La Corte aclara que la opinión posibilita el uso de un lenguaje “fuertemente emotivo”, y que las restricciones no dependen de la epidermis sensible del personaje pinchado con la pluma. El descontento de la persona involucrada no implica un abuso de la libertad de opinar. Debe demostrarse el ánimo frívolo de ofender sin razón, por simple capricho de lenguaraz.
Por último será bueno decir que así como el derecho a opinar del columnista tiene límites ampliados según la Corte, el derecho al buen nombre de los personajes públicos sufre restricciones y sus comportamientos pueden ser mirados con mayor minuciosidad; con recelo y apetito burlón según mi traducción libre. En cuanto a la causa Molano-Araujo no me atrevo a hacer ninguna apuesta. El pleito de un periodista curtido contra una familia percudida hace preveer una decisión dividida.
Pascual:
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con la libertad de expresión y de prensa, esos son principios fundamentales de cualquier democracia. Creo, sin embargo, que los columnistas de opinión, en especial en Colombia, deben tener sus propios límites internos o sus propios contra-pesos porque en veces terminan siendo jueces ad-hoc violentando así el principio de inocencia, de contradicción y defensa que tienen los personajes objeto de sus críticas.
Creo que se puede decir lo mismo o denunciar lo mismo contra esos personajes nefastos de la política colombiana o cualquier otro funcionario público en Colombia sin utilizar un vocabulario "neronesco" o pirómano, donde se atiende más al mensajero (columnista) que al mensaje (opinión), donde lo segundo es más importante que lo primero.
Pero seguimos el ejemplo del caudillo, es mejor el personaje que sus ideas, ahí está el meoyo del periodismo nuestro, ese afán de figurar que lleva al traste todo. Hasta la crítica se vuelve nimia.
Pascual, solo quería darte un saludo. Pasaba por aquí.
ResponderEliminarAcabo de leer el Editorial donde habla sobre la sugerencia del Ministro de Defensa en su Consejo comunitario y de seguridad de que los habitantes de los barrios de Suba se sumen a la Red de Cooperantes. Leo esta columna y me pregunto: ¿Hay red de cooperantes en los periódicos, y más concretamente en los foros? Y si la hay, ¿cuál es la seguridad democrática que supuestamente beneficia a los ciudadanos si apoya el control ciudadano a la manera de espionaje que deja escaso margen a la tranquilidad que exige la libertad de opinión? Si se controla a los columnistas y no se les respeta su condición de periodistas, me pregunto ¿qué nos espera a los demás ciudadanos? Emma Flood
ResponderEliminarhttp://emmaflood.wordpress.com/
emmaflood: yo no estoy seguro pero me da miedo caer en la calumnia, pero de que las hay las hay.
ResponderEliminarbuenas las tengan por aca paso a dejarles un saludo tambien a expresarme y dejando una opinion tranquilo pero no convencido de eso sobre la libertad de prensa y ahora mas en los nuevos medios oprtunidad para lanzar criticas por parte de algunos como rafagas que se atribuyen en fronteras si n vigilancia pero tratandose de una columna de opinion con criterios y muestras demostradas en las misma ciudad hechas por ese señor que no deseo traer a acotacion informacion que hay que recordarle a un pueblo sin memoria, y mas cuando pienso que ante todo la comunicacion debe tener una funcion social y un "caballero" como ese no se puede volver a montar en el podery no es por ser imparcial pero no se pude desconocer un hecho del avance de la ciudad gracias
ResponderEliminarlos invito a visitar mi blog
www.lofortuito.blogspot.com
Justo ayer ví una película realizada por Woody Allen que trata la temática de Hollywood y el Macartismo...un resto de luminarias fueron tristemente apagadas...q.e.p.d
ResponderEliminarPero en su caso y según lo expuesto por usted en el blog y sabiendo cual es su profesión creo que todo está bien...
Mucha suerte de todos modos pues con esos vivarachos nunca se sabe...
La jurisprudencia colombiana avanza a pasos agigantados, acaban de decir que no es delito que una funcionaria del das le diga "bobo, pelota" a un funcionario que pierde su arma de dotacion.
ResponderEliminarOi Pascual, ¿no te produce ni un poquito de simpatia Luis Perez en las diligencias?, a mi me pasa con mucha frecuencia que la gente que detesto me termina pareciendo charra y bacana (y viceversa). Y Luis Perez debe ser charro, o tal vez efectivamente no sea sino "grito y taconeo" fastidioso.
Por ejemplo en la universidad yo era muy amigo de un consejal muy cuestionado de nuestro cabildo anterior, ese man es lo que despectivamente llamamos "un politico", pero es un bacan.
Tarantini estoy de acuerdo con vos y creo que las sentencias de la Corte Constitucional lo han dicho de algún modo. Cuando la columna busca simplemente el ingenio del insulto y deja de lado el debate, se pierde la razón de ser de la protección extrema del derecho a opinar.
ResponderEliminarSin embargo esos límites son problemáticos porque lo que para unos es un estilo burlón, indispensable para la crítica y la risa, para otros es mofa vulgar.
Con respecto al columnista convertido en juez la corte también ha dicho lo suyo y ha hecho rectificar, como el caso de Lisandro Duque, cuando se imputan a un personaje delitos por los que no ha sido condenado ni investigado. Por eso creo que Molano puede ser obligado a una rectificación.
Gracias a los que han expresado apoyo por la denuncia. En todo caso creo que lo de Luis Pérez fue sobre todo una pataleta de campaña. Creo que mis columnas están de sobra dentro de los marcos que ha definido la Corte Constitucional. Además para llegar a una sanción penal la transgresión de los límites debe ser especialmente grave. Es decir puede haber una protección más fácil del buen nombre por vía de tutela que apelando a los jueces penales.
Con respecto a la gracia de Luis Pérez de que habla Juan David. Pues la verdad no me entusiasma mucho su estampa. En la última diligencia no lo vi. Era yo el interrogado y la contraparte no tenía porque presentarse. En la audiencia de conciliación sí me lo topé, con aires de compungida indignación. La crónica de esa diligencia está aquí en el blog bajo el título En la oficina del fiscal.
Pascual:
ResponderEliminarHoy 27 de junio de 2008, en su columna de El Tiempo Rudolf Hommes, se refiere a las funciones de un columnista, y me parece que resume las responsabilidades de tan importante fiscalizador público y creo que se identifica con tus posiciones al respecto.
Ayer leí de nuevo tu artículo: en la oficina del fiscal, y me pareció excelente, bien mordaz además. Una reflexión final al respecto: este tipo de abogados como de políticos, desccritos en tu artículo, en vez de ser especies en vía de extinción parece que se reproducen como los conejos, son la regla general en Colombia y no la excepción. Que vaina!.
Pascual HOY ES 27 DE JUNIO, muy interesante la columna
ResponderEliminarverinays!!! No había podido leer ésta
ResponderEliminarSi habéis leído Rebelión en la Granja, de George Orwell, que fue escrita a mediados de los 40, era una sátira de la Unión Soviética, un estado totalitario. Fue un gran éxito. Todos estaban encantados. Pero resulta que había escrito una introducción a Rebelión en la Granja que fue suprimida. Sólo apareció 30 años más tarde. Alguien la encontró entre sus papeles. La introducción versaba sobre "Censura literaria en Inglaterra" y lo que decía es que obviamente ese libro estaba ridiculizando la Unión Soviética y su estructura totalitaria, pero que Inglaterra no era tan diferente. No tenemos el KGB vigilándonos pero el resultado es bastante parecido. La gente que tiene ideas independientes o que tiene las ideas equivocadas es apartada.
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