viernes, 3 de octubre de 2008
Sombras bajo los árboles
Vista desde afuera la guerra impone siempre una pregunta inquietante, un enigma que intenta sondear el espíritu de los guerreros, descubrir el momento preciso de sus encrucijadas, los primeros motivos de los primeros disparos. Esa inquietud, alimentada por recuerdos comunes con dos comandantes de bandos opuestos, inspiró la reciente novela de Alonso Sánchez Baute: cómo la inocencia puede degenerar en el crimen, cómo el hombre corriente, el que camina de mañanita, duerme largo, bebe bien, come bien, puede llegar a encontrar los motivos del lobo y su boca espumosa y su ojo fatal. Esa misma pregunta me recordó un poema de Wislawa Szymborska que sitúa al espectador ante la Primera fotografía de Hitler:
“¿Y quien es este niño con su camisita? / Pero ¡si es Adolfito, el hijo de los Hitler¡ / ¿Tal vez llegue a ser un doctor en leyes? / ¿O quizá tenor en la ópera de Viena? / ¿De quién es esta manito, de quién la orejita, el ojito, la naricita? / ¿De quién la barriguita llena de leche? ¿No se sabe todavía? / ¿De un impresor, de un médico, de un comerciante, de un cura? / ¿A dónde irán estos graciosos piececitos, a dónde? / ¿A la huerta, a la escuela, a la oficina, a la boda / tal vez con la hija del alcalde?”
Los últimos versos están dedicados a hacer un acercamiento sobre el barrio, la calle, la ciudad donde nació el adorable niño: “Atelier Klinger, Grabenstrasse, Braunen, / Y Braunen no es una muy grande, pero es una digna ciudad, / Sólidas empresas, amistosos vecinos, / Olor a pastel de levadura y a jabón de lavar. / No se oye el aullido de los perros, ni los pasos del destino”.
En las vidas de los protagonistas de Líbranos del bien, del vanidoso joven que encarnaba Ricardo Palmera y el muchacho alardoso y risueño que habitaba Rodrigo Tovar, tampoco era fácil oír el ladrido de los perros ni el aleteo de los malos presagios. Siempre es complicado el ovillo de las tragedias, siempre está encubierto por una maraña de casualidades y temperamentos, de imposiciones históricas y arrebatos personales, de laberintos y puertas falsas. Ese largo camino es el que intenta mostrarnos Sánchez Baute a lo largo de su novela. No habrá condenas ni respuestas definitivas, sólo una historia mucho más compleja que la que nos entregan las versiones libres y las medidas de aseguramiento.
El lector de Líbranos del bien deberá recostar su silla y disponer el oído para oír la historia de un pueblo donde todo se cuece debajo de un árbol. Una historia de luces y sobras debajo de los árboles. Y como es normal que las mujeres sean las cronistas de las guerras, la voz de Josefina Palmera se encargará de buena parte del relato, unas veces narrado con rabia, otras veces con risa, otras con la pedantería de los ancianos memoriosos y otras más con el desfallecimiento de la nostalgia.
Contar la historia de un pueblo alrededor de los recorridos de dos verdugos puede ser una idea arriesgada, incluso una idea injusta. Pero la vida de palmera y Tovar, de sus familias y sus solares, de sus fiestas y sus primeros trabajos impecables, de sus noviazgos y sus aventuras de teatreros o bufones, tiene lo suficiente para que el mural de ciudad incluya recetas, canciones, estampas bucólicas, comparsas de club, serenatas y, cómo no, relatos de sangre, actas de autopsias y espacios para la tortura
Al final queda una respuesta vaga, una inercia de odios resumida en otro poema de Szymborska: “Miren, qué buena condición sigue teniendo, / Qué bien se conserva / En nuestro siglo el odio. / Con qué ligereza vence los grandes obstáculos. / Qué fácil para él lanzar, atrapar. / No es como otros sentimientos. / Es al mismo tiempo más viejo y más joven. / Él mismo crea las causas / Que lo despiertan a la vida. / Si duerme, no es nunca un sueño eterno. / El insomnio no le quita fuerza, se la da. / Con religión o sin ella, / Lo importante es hincarse en la salida. / Con patria o sin ella, / Lo importante es arrancar la carrera. / Lo bueno y lo justo al principio. / Después ya agarra vuelo. / El odio. El odio.”
Misterio, palabra de la que nos servimos para engañar a los demás, para hacerles creer que somos más profundos que ellos es lo que nos puede traer esta novela a los colombianos, pretender llevar al circo de la opinon en forma de novela , poniendo en contexto el misterio de la clase de violencia que motivo al uno y al otro a tomar posiciones antagonicas en las luchas sociales pues no me cabe en la cabeza semejante desproporcion de comparaciones, sin justificar a Simon trinidad, pero entendiendo por que de su utopia, y partiendo de la base que no existe todavia una teoria del bien y el mal establecida, pues creo que el talento ( este que es el medio más seguro de falsearlo todo, de deformar las cosas y de equivocarse acerca hasta de uno mismo) del autor para reflejar los origenes de una violencia como la colombiana no hace sino sumarnos mas en la ignorancia y en el "NEGACIONJISMO" de un conflicto que tiene raices muy profundas en la injusticias sociales y no en el drama novelero de dos familias que decidieron tomar posiciones diferentes en la vida
ResponderEliminarUn genio maléfico preside los destinos de la Historia de violencia en colombia, es evidente que ésta no tiene objetivo, pero se halla marcada por una fatalidad que la suple y que le confiere al devenir una apariencia de necesidad. Esta fatalidad, y sòlo ella, es lo que permite hablar sin ridículo de una lógica de la Historia de la violencia en colombia.
ResponderEliminarLa Historia de la violencia en colombia no es otra cosa que una “cadena de acontecimientos interminables con sus idolatrías inherentes” . Y con relación a la conexión de estos dos personajes con la historia de la violencia en colombia, como autores creyeron dominarla, ahora sabemos que se le fue de las manos, que se desarrollo en lo insoluble y en lo intolerable.
PD:La violencia y el odio en colombia e una epopeya demente cuyo desenlace no implica idea alguna de finalidad.
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ResponderEliminarEsta bacana la poesia, ayer vi Hotel Ruanda, el diagnostico de Paul fue el mismo, Un señor le pregunto ¿que paso aca?, y Paul dijo "Odio y locura".
ResponderEliminarA proposito, anoche vi a los rabo de aji viendo a los rabo y aji, grupo musical; en el Jardin boTANICO. cREO QUE SON MEJORES LOS COLUMNISTAS DE AQUI, que esos musicos, que tenian algo, o son patrocinados por ustedes? Ahi estaba el bello de Pascual, porque bello? bueno por su excelnte solidaridad, y sus emociones a granel.
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