viernes, 7 de noviembre de 2008
El muchacho de las islas
En 1973 Hawái era de nuevo el centro de la atención mundial. Olvidada desde el ataque a Pearl Harbor en Oahu, una de sus piedras volcánicas vecinas, la isla servía ahora como parlante y reflector mundial para que Elvis Presley mostrará sus audacias físicas y su acento negro. Fue el primer concierto transmitido vía satélite y según los cálculos lo vieron más de 1000 millones de personas en todo el mundo. Barack Obama tenía 12 años, vivía con sus abuelos en Honolulú y es seguro que siguió por televisión el alboroto más importante de su corta vida isleña. Unos años antes ese Hawái como epicentro psicodélico había sido el escenario del último concierto de Jimi Hendrix, en las laderas del volcán Haleakala en Maui, dos meses antes de su muerte.
Un escenario envidiable para las largas caminatas de una novela Beat, para admirar los antiguos volcanes y cantar a los dioses polinesios. Un buen refugio para ermitaños cansados del mundo y ávidos de alucinaciones. Y es que la vida de Barack Obama tiene parajes y paradojas suficientes para nutrir novelas variadas, para satisfacer autores y géneros de todos los calibres. Digamos que su novela Beat puede tener un comienzo bucólico entre las montañas de Hawái y los sueños adolescentes para luego saltar al desasosiego en Los Ángeles. Cuando Barack siente que ni los negros ni los blancos lo miran con naturalidad y decide encerrarse en una obsesión con sí mismo. La marihuana, la cerveza y una que otra línea de cocaína sirven como alimento para las paranoias y el furor, para el nudo de las preguntas imposibles y el olvido como respuesta. Para el final estará bien que la elocuencia de un pastor incendiario de Chicago sirva como iluminación para el joven Obama. No es raro que las flamas más vulgares entreguen los destellos más asombrosos.
Pero la vida de Barack Obama también tiene los ingredientes de las novelas psicológicas, de los grandes dramas vistos a través de las tormentas mentales de un personaje. Su historia africana me recordó el ambiente de las novelas del J.M. Coetzee. Un abuelo que tiene éxito por vestirse como sirviente inglés y al mismo tiempo conserva sus costumbres africanas como fiero pastor de sus esposas. La abuela de sangre de Obama, Akumu, huyó muy temprano de los castigos de su esposo para terminar en el corral de un tanzano acomodado que la compró a sus padres por doce vacas. Pero el protagonista de la novela africana de Obama es su padre. Viajó de Kenia a Honolulú, una especie de ficción geográfica para sus familiares y amigos, conoció a su esposa americana en el embeleco de unas clases de ruso -digo su esposa americana porque ya había dejado una en Kenia, embarazada para que no quedaran dudas- y luego de sus años de vida en Estados Unidos decidió volver a su país en busca de una posición en el primer gobierno independiente. Los choques entre clanes y burocracia lo llevaron a un rincón de amargura, a un triste cubículo como empleado de tercera en el Departamento de Aguas de Nairobi. No quedaba más refugio que la rabia y el alcohol. Y una muerte para los sobresaltos de una página en una carretera africana. “Sólo a mí me confesó lo infeliz que era”, le dijo un día la abuela de crianza, Sarah, a su nieto Barack. Luego de su primer viaje al África todo terminó siendo mucho más complejo que la sencilla descripción de la etnia Luo que el bachiller de Honolulú se atrevió a buscar un día en la biblioteca de su colegio: “Los luo criaban cabras y vivían en chozas de barro y se alimentaban con maíz, batatas y algo que se llamaba mijo. Su traje tradicional era un pareo de cuero que cruzaba la entrepierna.”
La biografía de Obama tiene también fábulas coloniales al estilo de George Orwell y coincidencias imposibles como las que abundan el los Best-Sellers gringos: una llamada que cambia la vida, la muerte de la abuela un día antes de que el nieto sea elegido presidente de su país. Y tiene dosis medidas de eso que llaman superación personal, una elegía al carácter y a la lucha individual que puede ganarle al libro de Lance Armstrong.
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ResponderEliminarEsa autobiografía, pensada sin la conciencia del político, publicada en 1995, escrita a los 33 años del fulano, titulada Los sueños de mi padre… es un librito aceptable según los pedazos que encontré en internet y las reseñas informativas.
ResponderEliminarY que tristeza de nuestras librerías: ni para vender un libro que fue número 1 durante 14 semanas en EEUU, un bestseller cantado desde hace 22 meses.
Pero no, lo nuestro son las caminatas de Gechem y las corridas de Pinchao.
Sobre el libro: leí fragmentos y es un libro de político: anécdotas y alguna frase feliz. Habla un hombre inteligente, el mismo de los discursos.
Va un párrafo que me gustó: Una de sus hermanas africanas le promete visita. Apenas han cambiado unas cartas. Días antes del viaje su hermana lo llama y le dice que el viaje murió; que un hermano murió de verdad en una carretera en Kenia. En una moto. No hay ánimos ni plata.
"Cuando colgó el teléfono salí de mi oficina y le dije a mi secretaria que iba a estar fuera todo el día. Deambulé durante horas por las calles de Manhattan, con la voz de Auma sonando una y otra vez en mi cabeza. En otro continente una mujer llora. En un sombrío y polvoriento camino un niño derrapa, se desploma contra la dura tierra, las ruedas siguen girando hasta detenerse. ¿Quiénes eran esas gentes, me preguntaba, esos extraños que llevaban mi sangre? ¿Qué podría calmar la pena de esa mujer? ¿Qué locos y salvajes sueños tenía ese muchacho?"
HAce un par de anos encontre, un articulo suyo "Amarguras del escribir" , lo guarde y quedo arrumado en uno de mis PCs, hoy restaurando unos viejos CDs lo encontre, me llamo la atencion y busque su nombre en Google, y ahora veo su Blog, doy gracias de haber guardado ese articulo, pues ahora podre seguir disfrutando de sus comentarios. Un cordial saludo desde Ontario, Canada
ResponderEliminarMauricio Leon
PD. Sabe que Paso con Santiago Gamboa?
mleon4740@hotmail.com
Muy interesante este tema de los lideres mundiales, fiel a mi constumbre de consultar en internet para participar me encontre con esto:
ResponderEliminarPrime Minister of Ukraine Yulia Tymoshenko Hotter Than Palin (Photos)
Aca esta el link.
http://www.bittenandbound.com/2008/11/08/prime-minister-of-ukraine-yulia-tymoshenko-hotter-than-palin-photos/
!Viva Ucrania!
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ResponderEliminarFrancia también tiene desde hace dos años a su personaje político con herencias exóticas y larga escalada por la escala social. Los medios la llaman Cenicienta con simpatía y una insinuación burlona. Es de origen magrebí y se llama Rachida Dati. Para terminar tiene una barriga de siete meses. "Ella tiene que triunfar, dijo haca unos años Sarkosy, es un símbolo de la Francia diversa y múltiple y un ejemplo de que todo el mundo tiene su oportunidad".
ResponderEliminarVa un comienzo para su biografía:
"Dati nació hace 43 años en una barriada descarnada de Saint-Rémy, en la provincia de Saône et Loire. Es la segunda de 10 hermanos. Su padre, de origen marroquí, es religioso, trabajador y autoritario; su madre, argelina, nunca aprendió a leer muy bien. Llegaron a Francia como otros muchos magrebíes de los años sesenta, con dos maletas y la dirección de unos parientes.
Dati era buena estudiante, aplicada, ambiciosa. Uno de sus libros de cabecera de adolescente era el Who's Who. Al anular un matrimonio impuesto por su familia se sacudió el destino al que parecía abocada. Estudió leyes y economía. Trabajó de auditora en varias empresas privadas. Se convirtió en juez. Y en 2002 conoció a una persona con un poco más de ambición que ella, destinada a cambiarle la vida por completo: Nicolas Sarkozy, por entonces ministro del Interior."
una imagen recomendada:
ResponderEliminarhttp://marianodigital.es/wp-content/uploads/2008/11/obamamccain.jpg
Hubo un momento similar hace un siglo y medio, en 1860, cuando Abraham Lincoln fue electo presidente.
ResponderEliminarLincoln había sido criticado duramente por los abolicionistas, por el movimiento contra la esclavitud, por no haber logrado asumir una posición clara y valiente contra el esclavismo, por actuar como astuto político y no como fuerza moral. Pero cuando lo eligieron, el líder abolicionista, Wendell Phillips, que había sido un furioso crítico de la cautela de Lincoln, reconoció la posibilidad que yacía en haber logrado la presidencia.
Obama, al igual que Lincoln, tiende a mirar primero sus fortunas políticas en vez de hacer decisiones basadas en principios morales. Pero, siendo el primer afroamericano en la Casa Blanca, elegido por una ciudadanía entusiasta que espera una jugada decisiva hacia la paz y la justicia social, él presenta la posibilidad de un cambio importante.
Nacional 1 Chico 0 . Ahora entiendo como se sintio Mc Cain el dia de las elecciones.
ResponderEliminarPascual aquien ves vos pues como ese personaje político con herencias exóticas y larga escalada por la escala social para llegar a la casa de Narino?
ResponderEliminarTengo esta terna;
1.Carlos Gaviria
2.Antanas Mokus
3.Sergio fajardo
Que opinas?
Excelente presentacion de Obama en este blog. Pero si parece una estrella del rock!, no cabe la menor duda que esa va ha hacer su musica en la CasaBLANCA. Algo es algo, porque si hubiera ganado la hipocrata de la Pauulin y Mc Cain no hubiera pasado nada, e iria la imaginacion por el hueco negro de la inconsistencia.
ResponderEliminarJimmy Hendrik debe de estar tocando de nuevo la Internacional como Orfeo, sin mirar atras.
Hola, les incluyo este texto de un poeta cubano sobre Obama, aunque no estoy muy de acuerdo con el, por otros textos.
ResponderEliminarRAUL RIVERO
Es cierto, la gente condenada en Cuba a la bicicleta y a la cartilla de racionamiento, quiere que se levante el bloqueo. Quiere ser libre. Alimentarse bien. Elegir la educación que recibirán sus hijos y tener acceso a una información sin las tachadura del lápiz rojo del Partido Comunista.
Los millones de hombres y mujeres que, en 50 años, sólo han visto elecciones en vertiginosas escenas de televisión, necesitan librarse de ese dogal. Sueñan con ir a las urnas y poner en las estructuras del Gobierno a las personas que les proporcionen un cambio favorable en la calidad de la vida.
Sí, los cubanos exigen que vuelen al viento del Caribe las leyes que prohíben los partidos políticos porque, como a pesar de todo son personas normales, consideran que la unanimidad es un asunto de reses y rebaños.
Ellos también viven en el siglo XXI y tienen derecho a leer periódicos y revistas, a escuchar emisoras y ver canales de televisión, con puntos de vista diferentes y contradictorios para hallar su verdad en ese ejercicio soberano. Ellos aspiran a tener un ordenador en casa, navegar por internet, comunicarse con amigos lejanos y saber de otros mundos.
Cómo no, Cuba entera deplora el bloqueo porque sus ciudadanos se niegan a tener que pedir permiso al Ministerio del Interior para salir al extranjero. Porque los que han nacido fuera de La Habana necesitan una autorización especial para residir en la capital del país donde están sepultados sus abuelos. Y ésa es una noción primitiva, pero terrenal de la patria.
La familia allí, como en todo el planeta Tierra, ambiciona vivir unida. Por eso está en contra del fenómeno que ha obligado al 20% de la población a emigrar, a salir a buscar la libertad en otros países y a trabajar para enviar remesas de dinero para aliviar las penurias de los que se quedaron.
En efecto. Rechazan el bloqueo los exiliados políticos (algunos fuera de su país casi medio siglo) que no pueden volver al patio de su casa ni al parque donde vieron el primer amor. Eso debe ser la nostalgia, pero los gallegos le dicen morriña (la padeció en La Habana hace poco José Blanco) y los cubanos gorrión.
Contra el bloqueo viven en primera línea miles de opositores de diversos signos dentro de Cuba. Y, dentro de sus 300 cárceles, más de 200 presos políticos.
Ahora, después de la elección de Barack Obama, está de moda pedirle que levante el bloqueo. Eso es tarea de otros.
El nuevo presidente puede proponer la suspensión del embargo comercial porque ayuda a justificar la ineficacia del Estado totalitario. Y porque es un tormento añadido para los condenados en Cuba a la bicicleta y la cartilla de racionamiento.
El bloqueo real lo impone la dictadura.
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Publicado en El Mundo de Madrid, el 10 de Noviembre de 2008
Escriba al poeta Raúl Rivero: blanquitud@yahoo.com
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Yo me he sentido feliz con la llegada de Obama al poder, aunque tengo muy claro que su condición, su diferencia, su historia, no es garantía de nada. Pero en ocasiones hay que sentirse alegre frente a un hecho y esperar a que pasen las cosas, sobre als cuales ya tendremos una mirada en su momento. Les dejo mi post sobre el tema: http://nicecompany.blogspot.com/2008/11/unas-elecciones-cercanas.html
ResponderEliminarNo hay Borron...
ResponderEliminarMientras no demuestre lo contrario, Barack Obama es
ponente de una nueva orientación.
No sería el primero. En Estados Unidos el cambio de acentos, prioridades e incluso de orientación política global, tiene precedentes: Jackson, Mckinley, Lincoln, Wilson y Roosevelt cambiaron radicalmente las políticas y reorientaron al país, no siempre para mejor. Harry Truman invirtió completamente el comportamiento de Roosevelt hacía la Unión Soviética y Nixon rompió con Taiwán, protagonizó el deshielo con China, se entendió con Breznev para la limitación de las armas estratégicas y negoció el fin de la guerra en Vietnam. En uno de aquellos giros se creó el Estado de Israel.
Lo que nunca ha ocurrido es que un presidente haya girado contra el sistema; cuando con un enfoque de derecha, como parte de su histérica cacería de brujas, McKarthy creyó ver comunistas en todas partes, intentó investigar y desmoralizar a las fuerzas armadas y al Departamento de Estado, atentando contra instituciones que son pilares del sistema, Eisenhower le puso coto y lo sacó de circulación.
Cambiar para Obama o para cualquier otro presidente, significa trabajar para elevar la eficiencia del sistema político y reforzar la imagen del país, de ninguna manera relegarlo o disminuir su influencia. No es exactamente más de lo mismo aunque lo parece.
En la historia no existe el borrón y cuenta nueva. Lo ocurrido se puede reinterpretar, pero es imposible rehacerlo. El desastroso legado de Bush tendrá consecuencias negativas a largo plazo, será para siempre un baldón y rectificar la orientación que le imprimió a la política exterior norteamericana resultará difícil mientras que administrar la crisis económica y financiera requerirá valor, creatividad tiempo y esfuerzos e implicará enormes riesgos.
Esperar que Barack Obama suprima la desastrosa zaga de las dos últimas administraciones republicanas es una ilusión o una manipulación. Aun cuando fuera su deseo y cuente con el respaldo de la clase política y del pueblo, desmontar en andamiaje levantado por los neoconservadores para sostener sus reaccionarias políticas, requiere de complejas maniobras y difíciles decisiones, incluso existen compromisos de carácter estatal a los que ningún gobierno puede volver la espalda.
Tal vez por apreciar correctamente esas circunstancias que, esencialmente son siempre las mismas, Franklin D. Roosevelt, el presidente que realizó las reformas más amplias, drásticas y profundas, que incluso lo colocaron en ruta de colisión con el Congreso y el Tribunal Supremo, planteo lo que llamó New Deal, nueva orientación. En esencia la clase política y el pueblo lo apoyaron y lo premiaron al reelegirlo en tres ocasiones.
En los primeros pasos en la formación de su equipo de transición, Obama adelanta lo que puede ser el gabinete y refuerza su imagen de persona serena y responsable que, de momento no parece estar guiado por criterios ideológicos ni por lealtades incondicionales, incluso puede ser que, obviando colores partidistas, trate de escoger a quien considera mejor para cada posición, sobre todo profesionales con aval para integrar una administración más eficiente que partidista. Los nombramientos de los secretarios de Defensa, Estado y del Tesoro, así como del Fiscal General y el Presidente de la Reserva Federal, ofrecerán una idea más exacta de sus intenciones.
El hecho de que no improvise y se haga acompañar por profesionales experimentados, muchos de los cuales están identificados entre si por haber formado equipo durante los gobiernos de Clinton, podrá imprimirle cohesión a su administración y velocidad a su gestión.
Obama no puede evadir el hecho inevitable que en cualquier campo, para cambiar, incluso cuando no sea drásticamente, deberá confrontar la hostilidad de poderosas fuerzas que por su radicalismo reaccionario y su apego a la violencia son capaces de acciones drásticas. En algunos campos tales fuerzas pueden resultar incluso imbatibles, al menos en una primera etapa.
Un nuevo Tío Tom?
ResponderEliminarEn vísperas de las elecciones estadounidenses, Noam Chomsky dijo que Barack Obama "era un blanco que había tomado demasiado sol". Ese comentario fue repudiado por la intelectualidad "progre y bienpensante" del mundo entero pero, en vista de la formación ideológica y los intereses defendidos por las personas recientemente consultadas para elaborar una estrategia de salida de la crisis, la advertencia del gran lingüista del MIT parece plenamente justificada. En efecto: solicitar la opinión de Paul Volcker, ex chairman de la Reserva Federal en los años de Reagan; de Warren Buffett, un megaespeculador del casino financiero mundial; o de Lawrence Summers, ex funcionario del Banco Mundial y secretario del Tesoro de Clinton, al igual que Robert Rubin; a Jamie Dimon, actual presidente del Banco de Inversión J. P. Morgan, y Timothy Geithner, ex gerente del FMI y actual presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, no parece ser el camino más apropiado para quien hizo su campaña predicando incansablemente que representaba el cambio y que iba a garantizar el cambio que la sociedad norteamericana reclamaba con creciente insistencia. Todos estos personajes integran el núcleo fundamental del capital financiero y son responsables directos del estallido de la crisis que hoy agobia a la economía mundial y que –no es un dato menor– ha servido para concentrar aún más el poder que detentaban los más agresivos conglomerados del capital especulativo a escala mundial.
Obama recibió un mandato que le exige escuchar otras voces y guiarse por otros intereses, y está desoyendo ese mensaje. En lugar de reunirse con los agentes de Wall Street tendría que haber convocado a los principales líderes de los movimientos sociales que lo catapultaron a la Casa Blanca; a los organizadores sindicales, perseguidos sin pausa desde hace años, incluso en los años de Clinton; a los economistas heterodoxos, como Paul Krugman, John K. Galbraith hijo o Robert Solow, sin ir más lejos, que ya expresan su preocupación ante el retorno de los talibanes de mercado que originaron la actual tragedia. Su búsqueda de un "acuerdo bipartidario" para enfrentar la crisis y su opción por dialogar con los autores del desastre equivale a pedirle al zorro que cuide el gallinero. Obama tiene poco tiempo, muy poco, para definir lo que será su gobierno. Lo peor que podría ocurrir es que "el negro" de la Casa Blanca –tan celebrado por un periodismo poco cuidadoso como el iniciador de una nueva época histórica– termine siendo lo que en los Estados Unidos despectivamente se conoce como un "Tío Tom": un negro desclasado que traiciona a los suyos y que se pone al servicio de sus amos. Todavía es prematuro llegar a esta conclusión, pero conviene repensar lo que dijo Chomsky y tratar de evitar tan lamentable frustración.
Es evidente que Obama cambia la imagen de EE.UU. en el mundo, en parte porque es afroamericano, en parte porque el padre nació en Kenia, en parte porque los pueblos quieren paz y no guerra, en parte porque no es Bush. Probablemente entablará negociaciones diplomáticas con los países malditos para W, pero no se distanciará mucho de su política bélica. “La diferencia esencial será el estilo”. Lástima.
ResponderEliminarFelici.....Juka, excelentes sus analisis politicos, radicales, en su momento para todo el mundo, sobre todo para los circunspectos no circuncidados. Barack Obama, ese negro esbelto es la imagen del cambio de mejorar las conciencias reaccionarias, porque los cambios tambien son pacificos.
ResponderEliminarLos escépticos bailan su Zamaba, vuelta ahora mitologia.
Con algo de verguenza debo decir que para mí la vida de Obama fue bastante negra y muy aburrida (de acuerdo a su autobiografía) y los comentarios que aquí leo y los demás que he leído de amigos de él y otros columnistas.
ResponderEliminarLa parte agradable de su vida, en mi opinión también, empieza desde hoy, como presidente de los Estados Unidos. Yo creo que el hombre puede hacer algo bueno por su país, y algo importante por eñl mundo también, ya que es bastante racional y pragmático, pero sobre todo porque le gusta escuchar más que hablar.
En la historia de Estados Unidos han sido asesinados cuatro presidentes en ejercicio: Abraham Lincoln (1865), James A. Garfield (1881), William McKinley (1901) y John F. Kennedy (1963). Otros nueve sobrevivieron a atentados; uno de ellos, Ronald Reagan, se escapó de morir en 1981 gracias a la medicina moderna, y a otro, Gerald Ford, lo salvó la puritita suerte en dos ataques contra él en tres semanas de 1975. Numerosos líderes más cayeron abatidos por un loco, un conspirador, un racista o una conjura jamás descifrada. Entre ellos, Robert Kennedy (1968) y dos prominentes líderes negros: Martin Luther King (1967) y Malcolm X (1965).
ResponderEliminarLos anales están repletos de magnicidios que imprimieron un radical giro a la historia y abundan los países con aterrador prontuario de jefes de Estado muertos o heridos: India, Pakistán, España, muchos de África y Latinoamérica y casi todos los de Oriente Medio. Hasta el papa Juan Pablo II fue abaleado en la plaza de San Pedro y se salvó de dos atentados con arma blanca. Colombia necesitaría un computador para llevar la dolorosa cuenta. Al menos tres víctimas -Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán- se hallaban en la antesala de la presidencia.
Con semejante panorama, no parece exagerado ni paranoico pedir a los Estados Unidos que cuiden a Barack Obama. No alcanzo a imaginar diana más tentadora que él para miles de desquiciados y extremistas que pasean por el mundo. Ya capturaron en Denver el 28 de agosto a cuatro neonazis que se preparaban para disparar con rifles de alta precisión contra el entonces candidato demócrata y hoy presidente electo de los Estados Unidos.
Pocas frustraciones serían tan grandes para este mundo aquejado por guerras, hambre, desigualdades, deterioro ambiental y depresiones económicas como un atentado contra Obama. No solo los habitantes de Estados Unidos, sino todos los del planeta vemos en él una luz de esperanza, con ilusión quizás excesiva. Se equivocan quienes proclaman que el suyo representa un triunfo de la democracia. No: es un triunfo de la historia. Pese a que ningún sistema político ha demostrado superarla, la democracia es apenas un vaso. Un vaso donde los electores sirven veneno o sirven vino. Los ciudadanos gringos nos dieron veneno a todos hace ocho y hace cuatro años al escoger a George W. Bush; esperamos que Obama sea una receta totalmente distinta. Pero agradecer su elección a la imperfecta democracia estadounidense es como agradecer al fabricante del vaso la calidad del vino.
Obama es mucho más. Obama encarna la reivindicación racial (ganó aun en estados que hace siglo y medio eran rabiosamente esclavistas); al proceder de una familia muy poco convencional, representa también los valores éticos de un nuevo siglo; su talante pacifista y solidario constituye lo opuesto a los neoconservadores, que entregan un sistema ensangrentado y en quiebra.
Pero, además, este brillante ex alumno de la escuela de Derecho de Harvard simboliza el desquite de la excelencia intelectual. Por esas paradojas gringas, el país con mejores universidades del planeta se ve obligado a esconder del elector promedio a los mejores cerebros de su formidable academia. Lo decía hace poco el columnista del New York Times Nicholas D. Kristof: "En la política de Estados Unidos ha sido una desventaja ser ilustrado". Por eso eligieron a un ignorante con cerebro de ratón como Bush y recelaron de la capacidad intelectual de Bill Clinton. Por eso, también, 56 millones de ciudadanos votaron por Sarah Palin, quien cree que el África es un país y que Afganistán es vecino de Estados Unidos.
Resulta imposible predecir cómo le irá a Barack Obama en la Casa Blanca. Lamentable sería para muchos que no esté a la altura de las expectativas; pero sería devastador para todos que lo esperase el mismo final que a Lincoln, los Kennedy o Martin Luther King. Cuiden a Barack Obama.
cambalache@mail.ddnet.es
Daniel Samper Pizano
Obama encarna la esperanza. Pero bien lo dijo Caballero: ese gringo negro también es un negro gringo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHilario, de esa acusación ya se había defendido él antes de que lo acusaran formalmente. Dicen que repartió condecoraciones. Más allá de si fue cierto, el lío es que al menos responsabilidad política sí tiene. Porque es inconcebible que un gobernador, como lo era él entonces, se haga el de las gafas cuando están masacrando un pueblo y un helicóptero del ejército va y les lleva municiones a los paramilitares.
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