miércoles, 1 de mayo de 2013

Margen de horror






Los negociadores de las Farc en La Habana tildan de “emboscada electoral”  la oportunidad que se cocina para que puedan hacer política sin armas en Colombia. La guerrilla que dice representar al pueblo no cree en encuestas ni en urnas ni en mayorías, se ha acostumbrado a imponer su voluntad con una simple mirada torva.  Por obvias razones le tiene pavor a la aritmética electoral. Tal vez la puerta generosa de la participación en política sea necesaria para dar una lección de realidad a la arrogancia montaraz de la guerrilla. El insignificante apoyo ciudadano será una especie de venganza democrática para los asesinos y sus utopías.
El proceso reciente de El Salvador y la llegada del FMLN al poder sirve para mirar el caso colombiano por la vía del contraste. El conflicto salvadoreño duró un poco más de una década y surgió luego de fraudes electorales y dictaduras sucesivas. Una parte de la clase media y algunos partidos socialdemócratas tuvieron bastante cercanía con el movimiento insurgente. El FMLN era una congregación amplia de posturas de izquierda, tanto que al momento de integrarse a la vida política estaban reunidos en cinco tendencias con distintos líderes y proyectos. En su primera elección, en 1994, el FMLN obtuvo cerca del 20% del congreso y 15 alcaldías. Tres años más tarde ganaron 53 alcaldías, incluyendo la capital y cerca del 30% del Congreso. Arena, el partido de gobierno, peleaba con sus ahorros en los pequeños municipios rurales. En el 2000 los exguerrilleros ya tenían las alcaldías de las ciudades donde vive el 60% de la población del país. Todo estaba listo para la presidencia que se aplazó un periodo, hasta 2009 con Mauricio Funes, en buena parte por la presión de Estados Unidos contra la candidatura de Schafik Jorge Handal.
Según la Corporación Arco Iris las Farc tienen presencia en el 25% de los municipios del país. Territorios de frontera y de selva donde habita el 4% de la población. En las ciudades no tendrían siquiera el voto unánime de los encapuchados que dominan una parte del escenario de delincuencia y participación política en algunas universidades. Los que saben calculan el botín electoral de las Farc entre 50 y 80 alcaldías de municipios pequeños en Caquetá, Cauca, Meta, Nariño, Huila y Cundinamarca. Para lograr un escaño en el Congreso tendrían que buscar alianzas, cosa bastante difícil por su pasado criminal y su dogmatismo blindado.
Las Farc dicen que la politiquería colombiana les produce asco, pero algunos acontecimientos recientes han demostrado que sus técnicas de movilización no están muy lejos del pasaje, el tamal y la promesa. En últimas Marcha Patriótica es liderada por una mujer que creció de la mano de los barones liberales en Antioquia. Las críticas al sistema electoral que se hacen desde La Habana son las mismas que se hacían hace 30 años. Las Farc desconocen los triunfos de la izquierda en Bogotá, el movimiento ciudadano que por poco derrota al heredero hoy repudiado por Uribe, las candidaturas ciudadanas exitosas en Medellín, Cartagena, Santa Marta y Barranquilla. Tampoco deben saber que aquí se cerró la explosión de partidos de garaje para detener a las microempresas electorales. Y será imposible que recuerden que en El Salvador también había un umbral del 3% para la supervivencia de los partidos cuando el FMLN llegó a la política. Su única especialidad sigue siendo el margen de horror.

4 comentarios:

  1. Aun me cuesta creer que el pueblo colombiano piense en que nuestra querida guerrilla piensa si quiera en dejar las armas. La paz no se justifica con violencia estas son unas vacaciones patrocinadas por nosotros el pueblo colombiano para darle unos puntos a Santos en su candidatura reeleccionista. En fin circo es circo y el show debe continuar

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  2. Si los colombianos tuvieramos memoria y dignidad ni un voto para las FARC pero sufrimos de amnesia colectiva.

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  3. (JUKA is Back): Me gustaria volver a opinar en este blog!!

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  4. El proceso de Paz con esta gente es como una piedra en el riñón dificil de pasar..

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