Los negociadores de
las Farc en La Habana tildan de “emboscada electoral” la oportunidad que
se cocina para que puedan hacer política sin armas en Colombia. La guerrilla
que dice representar al pueblo no cree en encuestas ni en urnas ni en mayorías,
se ha acostumbrado a imponer su voluntad con una simple mirada torva. Por
obvias razones le tiene pavor a la aritmética electoral. Tal vez la puerta
generosa de la participación en política sea necesaria para dar una lección de
realidad a la arrogancia montaraz de la guerrilla. El insignificante apoyo
ciudadano será una especie de venganza democrática para los asesinos y sus
utopías.
El proceso reciente
de El Salvador y la llegada del FMLN al poder sirve para mirar el caso
colombiano por la vía del contraste. El conflicto salvadoreño duró un poco más
de una década y surgió luego de fraudes electorales y dictaduras sucesivas. Una
parte de la clase media y algunos partidos socialdemócratas tuvieron bastante
cercanía con el movimiento insurgente. El FMLN era una congregación amplia de
posturas de izquierda, tanto que al momento de integrarse a la vida política
estaban reunidos en cinco tendencias con distintos líderes y proyectos. En su
primera elección, en 1994, el FMLN obtuvo cerca del 20% del congreso y 15 alcaldías.
Tres años más tarde ganaron 53 alcaldías, incluyendo la capital y cerca del 30%
del Congreso. Arena, el partido de gobierno, peleaba con sus ahorros en los
pequeños municipios rurales. En el 2000 los exguerrilleros ya tenían las
alcaldías de las ciudades donde vive el 60% de la población del país. Todo
estaba listo para la presidencia que se aplazó un periodo, hasta 2009 con
Mauricio Funes, en buena parte por la presión de Estados Unidos contra la
candidatura de Schafik Jorge
Handal.
Según la Corporación
Arco Iris las Farc tienen presencia en el 25% de los municipios del país.
Territorios de frontera y de selva donde habita el 4% de la población. En las
ciudades no tendrían siquiera el voto unánime de los encapuchados que dominan
una parte del escenario de delincuencia y participación política en algunas
universidades. Los que saben calculan el botín electoral de las Farc entre 50 y
80 alcaldías de municipios pequeños en Caquetá, Cauca, Meta, Nariño, Huila y
Cundinamarca. Para lograr un escaño en el Congreso tendrían que buscar
alianzas, cosa bastante difícil por su pasado criminal y su dogmatismo blindado.
Las Farc dicen que la
politiquería colombiana les produce asco, pero algunos acontecimientos
recientes han demostrado que sus técnicas de movilización no están muy lejos
del pasaje, el tamal y la promesa. En últimas Marcha Patriótica es liderada por
una mujer que creció de la mano de los barones liberales en Antioquia. Las
críticas al sistema electoral que se hacen desde La Habana son las mismas que se
hacían hace 30 años. Las Farc desconocen los triunfos de la izquierda en
Bogotá, el movimiento ciudadano que por poco derrota al heredero hoy repudiado
por Uribe, las candidaturas ciudadanas exitosas en Medellín, Cartagena, Santa
Marta y Barranquilla. Tampoco deben saber que aquí se cerró la explosión de
partidos de garaje para detener a las microempresas electorales. Y será
imposible que recuerden que en El Salvador también había un umbral del 3% para
la supervivencia de los partidos cuando el FMLN llegó a la política. Su
única especialidad sigue siendo el margen de horror.
Aun me cuesta creer que el pueblo colombiano piense en que nuestra querida guerrilla piensa si quiera en dejar las armas. La paz no se justifica con violencia estas son unas vacaciones patrocinadas por nosotros el pueblo colombiano para darle unos puntos a Santos en su candidatura reeleccionista. En fin circo es circo y el show debe continuar
ResponderEliminarSi los colombianos tuvieramos memoria y dignidad ni un voto para las FARC pero sufrimos de amnesia colectiva.
ResponderEliminar(JUKA is Back): Me gustaria volver a opinar en este blog!!
ResponderEliminarEl proceso de Paz con esta gente es como una piedra en el riñón dificil de pasar..
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