En menos de un año Medellín ha sido la sede de dos grandes crisis
alentadas por la codicia. La diferencia entre la quiebra de Interbolsa y la
tragedia de la constructora CDO está sobre todo en que los estragos de la
última están a la vista. Las pruebas de los desfalcos de Interbolsa se guardan
en cajas de seguridad y los afectados reclaman en silencio vergonzante por el
valor de sus papeles. En el caso de CDO los resultados de la avidez empresarial
hacen parte del paisaje y no se limitan a la irresponsabilidad de una
constructora. Las administraciones municipales, las empresas inmobiliarias, los
ciudadanos convertidos en clientes y hasta el gobierno nacional han jugado a
dejar pasar, a ser flexibles, a estimular la demanda y facilitar la oferta para
que el barrio El Poblado sea lo que es hoy: un antibarrio.
El Poblado ha sido un botín irresistible a pesar de los estudios, las
restricciones y las recomendaciones. Desde el POT de 1999 se impusieron los intereses
económicos frente al sentido común. Un cambio de equipo en la oficina de planeación
sirvió para que a última hora se subieran los “aprovechamientos” de los
constructores y se mantuvieran las “obligaciones” de generar espacio público y
equipamiento urbano. Desde 1996 hasta 2007 los habitantes de El Poblado
crecieron cerca del 50%, pasaron de 73.536 a 110.509. Las normas exigían Planes
Parciales para otros sectores y El Poblado quedó como la opción más fácil y más
rentable. Los curadores se convirtieron en agentes inmobiliarios que
encontraban siempre una zona gris en la reglamentación para permitir el
levantamiento de una zona gris en las laderas del Suroriente. En un momento,
cerca del año 2007, la construcción en El Poblado representó el 48.4% de la
actividad del sector en Medellín. El Poblado no era un barrio sino una fábrica
de edificios, un motor de la economía local que no se podía permitir el lujo de
darle gusto a los nostálgicos que hablaban de zonas verdes, vías y transporte
público.
Es cierto que se diseñó un Plan Especial de Ordenamiento para El Poblado
entre 2004 y 2005, y que el POT aprobado en el año 2006 impuso una regla que dictaba
restricciones y bajaba la densidad para los proyectos a medida que se alejaban
del eje del río Medellín. Pero siempre se puede construir contra el espíritu de
la norma pero de manera legal. Para eso hay abogados. En ese momento las
limitaciones dependían de un concepto de Corantioquia que se demoró un año y
medio en llegar y mientras tanto se multiplicó la piñata de licencias. De otro
lado el POT de 2006 dejó libre la opción de una franja a lado y lado de la
Avenida Las Palmas y por ahí se abrió una nueva tronera. La norma dice que el
índice de ocupación del barrio debe ser
el 30%, pero uno mira la ladera desde el Occidente y se da cuenta que no hay un
70% de espacio libre y que las normas son papel picado frente a la ambición.
El Poblado es un barrio de pequeños reinos feudales. Las urbanizaciones,
su piscina y su salón social buscan compensar la inexistencia de aceras,
parques, tiendas, espacios comunes. Las discusiones se dan solo en las
asambleas de copropietarios. La mierda del perro del vecino, la música a altas
horas y la fiesta de halloween son los grandes temas de discusión. Solo el 5% de
los habitantes de El Poblado, los que viven en pequeños enclaves cerca de las
quebradas y reciben su factura marcada con el estrato 2 y 3, tienen una vida de
puertas para afuera. Son los dueños del barrio.
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ResponderEliminarEs curioso que cuando pasan cosas en Vallejuelos es "en la comuna 13", pero en la comuna 14 es "en El Poblado".
ResponderEliminarMe permito compartir mi visiôn de la comuna 14:
La ciudad de los discapacitados
No es el poblado, es el sobre-poblado. En realidad el poblado es un barrio popular con menos barilla.
ResponderEliminarNo es el poblado, es el sobre-poblado. En realidad el poblado es un barrio popular con menos barilla.
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