El Metro de Medellín se ha hecho famoso por su pulcritud y el respeto de
los usuarios a la línea amarilla como si fuera una guillotina. Las baldosas de
sus estaciones son más relucientes que las de la catedral metropolitana y a los
ciudadanos les encanta mirarse en ese espejo purificado. Incluso, los usuarios
incluso bajan la voz cuando pasan el torniquete en las estaciones. Y los
cancerberos de al lado de las taquillas acostumbran devolver niños embarrados o
adultos marcados con el tufo de unos rones. El Metro se ha convertido en una
especie de iglesia rodante del orgullo regional.
Pero detrás de las taquillas donde se recogen, solo en monedas y
billetes, 1200 millones de pesos diarios las cosas son a otro precio. El
ambiente es menos diáfano y las vías más retorcidas. Desde que llegó a la
gobernación de Antioquia, Luis Pérez ha visto como objetivo clave el manejo del
Metro de Medellín. Pérez sabe que la gobernación tiene más obligaciones que
rentas propias y está en busca de los negocios de las Alianzas Público Privadas
y uno que otro raponazo que pueda lograr por la vía de las alianzas políticas. El
gobernador siente que Santos le debe algunas cuentas y piensa en la junta del
Metro como un escenario perfecto para cobrarlas. Tal vez Santos simplemente
haya cerrado los ojos para que Luis Pérez hiciera sus jugadas en el Metro
saltando por encima de los torniquetes.
Los dos principales proyectos que han presentado hasta ahora la alcaldía
de Medellín y la gobernación de Antioquia tienen al Metro como eje fundamental.
La alcaldía vendió las acciones de EPM en Isagen con la idea de financiar el
Tranvía de la 80, una obra que tiene tres veces el tamaño del tranvía de
Ayacucho inaugurado hace poco. La plata llegará en dos semanas y 600.000 millones
de pesos se destinarán al proyecto más urgente para la movilidad en de
Medellín. Sobra decir que el Metro es la instancia técnica clave para todas las
decisiones. Y la gobernación anunció hace unos días la creación de la empresa
Ferrocarril de Antioquia SAS para poner a rodar un tren multipropósito que vaya
de Amagá a Barbosa. El Metro de Medellín tiene el 24% en esa empresa y está a
cargo de los estudios preliminares.
La gobernación tenía muy claro el método desde el comienzo. Intrigas ante el gobierno nacional y agujas a la gerente Claudia Restrepo. Llegaron las demandas por la gratuidad decretada en el día sin carro, los cuestionamientos permanentes, la negativa a todas las necesidades de la gerencia. Hostilidad como estrategia. El asunto llegó hasta el irrespeto personal. Horadar en privado y dar falsas palmadas de respaldo en público. En la junta directiva del lunes pasado el ataque pareció bien planeado. El gobierno nacional se hizo a un lado para no participar en el trabajo sucio. El trato pudo ser más o menos así: ustedes la sacan y juntos nombramos el reemplazo. Nos es fácil aguantar a toderos del talante de Carlos Mario Montoya. El gobierno corre el riesgo de dejarle a Medellín y Antioquia una herencia digna de los ñoños para el Metro. No debe olvidar que gobernación y alcaldía pagan 10.000 millones de pesos mensuales a la nación por deuda del Metro. Las deudas políticas pueden obligar a las deshonra de las deudas públicas.
El Metro de Medellín no es un instituto de segundo nivel para nivelar cuotas burocráticas. Ojalá el gobierno lo entienda y se pare en la raya.
La gobernación tenía muy claro el método desde el comienzo. Intrigas ante el gobierno nacional y agujas a la gerente Claudia Restrepo. Llegaron las demandas por la gratuidad decretada en el día sin carro, los cuestionamientos permanentes, la negativa a todas las necesidades de la gerencia. Hostilidad como estrategia. El asunto llegó hasta el irrespeto personal. Horadar en privado y dar falsas palmadas de respaldo en público. En la junta directiva del lunes pasado el ataque pareció bien planeado. El gobierno nacional se hizo a un lado para no participar en el trabajo sucio. El trato pudo ser más o menos así: ustedes la sacan y juntos nombramos el reemplazo. Nos es fácil aguantar a toderos del talante de Carlos Mario Montoya. El gobierno corre el riesgo de dejarle a Medellín y Antioquia una herencia digna de los ñoños para el Metro. No debe olvidar que gobernación y alcaldía pagan 10.000 millones de pesos mensuales a la nación por deuda del Metro. Las deudas políticas pueden obligar a las deshonra de las deudas públicas.
El Metro de Medellín no es un instituto de segundo nivel para nivelar cuotas burocráticas. Ojalá el gobierno lo entienda y se pare en la raya.
Muy buena columna. Valiente al denunciar como se debe (con nombres propios) a las persona que la codicia le hace fijar sus ojos en empresas y personas que trabajan bien
ResponderEliminarMuy buena columna. Valiente al denunciar como se debe (con nombres propios) a las persona que la codicia le hace fijar sus ojos en empresas y personas que trabajan bien
ResponderEliminarExcelente aporte, desgraciadamente somos muchos a cargo de pocas pirañas.
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