martes, 26 de diciembre de 2017

Coincidencias






Han pasado largos años desde su primera elección presidencial y todavía hoy, con más canas y pecados, buena parte de la política de su país se divide entre sus fervientes enemigos y sus leales seguidores. Los partidos tradicionales pasaron a ser franquicias que estorban y manchan, mientras las aventuras personales marcan las elecciones de hoy. Seis meses antes de su primera elección era un personaje apenas conocido, lejos de los primeros puestos en las encuestas. Era el momento de caminar y cargar contra las élites políticas. Los corruptos y las camarillas partidistas fueron su blanco predilecto durante la primera campaña, había llegado la hora de la honestidad y del trabajo. Y de la guerra. El terrorismo de la guerrilla dejaba claro al enemigo y las prioridades: mayor protagonismo de los militares, mayores licencias y mayor presupuesto de guerra. Los documentos oficiales dejaban muy clara la estrategia: “Se propone un gobierno CIVIL-MILITAR, en el cual las Fuerzas Armadas conscientes con (sic) su responsabilidad patriótica asumen el compromiso de dirigir los destinos de la Patria".
Los golpes a la guerrillera se celebraron en todo el país y la popularidad del presidente crecía en la calle y en las encuestas. La opinión entregaba nuevos beneplácitos y privilegios, las victorias militares se tradujeron en victorias políticas. Poco a poco los políticos tradicionales, antes vituperados, comenzaron a sumarse a ese gobierno invencible. Vinieron las reformas constitucionales para adaptar las instituciones al nuevo mandatario (y a los clamores nacionales). Vino, por supuesto, un segundo periodo presidencial, recién aprobado por un parlamento ya obediente y un triunfo apabullante en las urnas. El pequeño y desconocido candidato de unos años atrás ahora era una suerte de titán autocrático.
Pero aparecieron los aguafiestas desde algunos medios de comunicación y desde una arrinconada oposición. Los abusos militares se hicieron patentes, algunos triunfos militares devinieron en masacres luego de complejos procesos judiciales y las familias de las víctimas arreciaron sus alegatos en contra de un Estado que había asesinado civiles inermes para amedrentar y demostrar el avance de la “legalidad”. Los organismos de inteligencia comenzaron a seguir a periodistas, opositores y líderes sociales. El gobierno actuaba cada vez más como un cuartel de inteligencia que como un consejo ministerial.
Entonces se hizo necesario un tercer periodo presidencial. Era más un sacrificio personal del líder carismático que una usurpación. El desafuero tenía a las Cortes advertidas y algunos legisladores alertas. Se cargó contra las cortes y se tranzó con los legisladores. Asesores cercanos al presidente fueron condenados por entregar dádivas públicas a congresistas a cambio de facilitar un tercero y salvador periodo. Los resplandores iniciales se hicieron turbios y las condenas llegaron también para miembros del ejército y funcionarios de inteligencia que demostraron ser la mano negra detrás del gobierno vociferante.

Ahora las grandes discusiones se centran en cuánta justicia es necesaria para ser llamada tal para quienes salvaron la patria, independientemente de algunos excesos, del poder armado y tiránico de las guerrillas. Y por supuesto, en el más grande de los interrogantes: ¿Quién es el heredero legítimo y confiable de aquel presidente que todavía parte al país en dos mitades casi iguales?

miércoles, 20 de diciembre de 2017

El ojo es necio




Comienza a propagarse la idea de esconder a las adolescentes, bien sean reales o imaginadas, bien sea que vayan al colegio o protagonicen los cuadros exhibidos en los museos. Se pide cubrirlas, protegerlas, imponer restricciones horarias a su estadía en la calle, señalar sus peligrosos atrevimientos, condenar a quienes osan apuntar un lente contra sus cuerpos. Hace unos días la cruzada tuvo un caso extremo en el Metropolitan de Nueva York. El museo se negó a retirar la obra Thérèse soñando del pintor Balthasar Klossowski de Rola (Balthus). La petición la hizo Mia Merril, gerente de recursos humanos de una compañía financiara en Manhattan, por considerarla una imagen “abiertamente sexual y pedófila”, y venía acompañada con el respaldo de 10.500 firmantes. El museo respondió que la mantenía en exhibición para propiciar un “debate informado” sobre el tema. La obra muestra una niña de 11 años sentada de una forma tan desvergonzada como inocente. Desentendida del mundo como una gata frente a la ventana. El sueño de Thérèse, pintado en 1938, es apenas uno más de los retratos de Balthus a la hija de un camarero que era su vecino en París.
Las acusaciones sobre los retratos de Balthus no son nuevas. Para muchos no es más que un voyerista, un pervertido que dice buscar la luz donde solo debe reinar la absoluta oscuridad. Sus cuadros han cargado con una fascinación similar a la de sus modelos. La pregunta necesaria es si los artistas tienen también una obligación de decoro y “responsabilidad” como los publicistas y los periodistas, por mencionar dos casos. Y si algunas obras de arte pueden entregar la idea de una cierta permisividad frente al abuso de menores. Lolita por ejemplo solo podría ser leída en las cárceles. También habría que cuidarse un poco de Alicia en el país de las maravillas, dada la relación de Carroll con las hermanas Liddell y una foto recién aparecida de una de ellas desnuda. Aunque la bisnieta de Alicia, Vanessa Tait, dice que Carroll no violó los limites respecto a las menores. Ni los victorianos ni los actuales.
El asunto puede terminar con la obligación de una etapa privada en la vida de las niñas, un momento en el que es mejor la reserva y el ocultamiento. También de los niños para que no haya líos, solo un poco de énfasis en quienes se ha centrado la discusión y el abuso. Una etapa, decía, en la que deben resguardarse para aparecer de nuevo cuando sean mujeres. Con el peligro de que los peores y más frecuentes abusos se cometen en el ámbito privado, en medio de los ambientes y las compañías familiares. Entre nosotros, donde las discusiones están muy lejos de los museos, también tuvimos el momento de histeria. Alentado, claro, por la política. Un expresidente y sus seguidores llamaron abusador de menores al exdirector de una revista que publicaba retratos de menores de edad sin la cantidad de ropa requerida para el recato y la seguridad que exigen los tiempos que corren. Nunca se pensó en la opinión de las retratadas de 16 años. No saben lo que hacen, decían los más exigentes.

En el caso de un artista todo es mucho más complicado ¿Se pueden indagar interpretaciones e intenciones? Balthus, por ejemplo, se definía como un hombre firmemente católico: “La pintura es un modo de acceder al misterio de Dios”, dijo en sus memorias. Cada uno busca el acceso a su manera. Y defendió su interés por las niñas: “Se ha dicho que mis niñas desvestidas son eróticas. Nunca las pinté con esa intención que las habría convertido en anecdóticas, superfluas. Porque yo pretendía justamente lo contrario, rodearlas de un aura de silencio y profundidad, crear un vértigo a su alrededor. Por eso las consideraba ángeles”. Sea como sea prefiero la mirada de Balthus a la de Mia Merril. 

martes, 12 de diciembre de 2017

Un oscuro santuario






Hace setenta años estaba a punto de terminar el mandato británico en lo que hoy son las tierras de Jordania, Israel y Palestina. Una comisión especial de Naciones Unidas proponía la creación de dos estados independientes con territorio igual, uno para los árabes y otro para los judíos. Jerusalén sería una especie de bisagra santa, un territorio imposible de dividir, un santuario común administrado por un gobernador internacional nombrado por la ONU. En la ciudad vivían cien mil judíos y al menos setenta y cinco mil árabes musulmanes y cristianos, además de unos cuantos armenios, griegos, británicos… La propuesta de la ONU tuvo el inmediato rechazo de los palestinos y la liga árabe,  quienes prometían “bañar en sangre cualquier entidad sionista que intentara erigirse, aunque fuese sobre un solo puñado de tierra palestina”.
La vida de una familia judía en esos tiempos de diásporas, recelos mutuos, trazados coloniales y odios viejos está retratada en una larga novela de escritor judío Amos Oz. Una historia de amor y oscuridad se ocupa más de la memoria que de la historia, más de los pequeños fuertes que levanta un niño de nueve años en su casa diminuta que de los campos de batalla, más de los temores y las utopías de sus padres que de los titulares de la prensa de la época. Y muchas veces esa memoria particular puede ser más útil para intentar algo de comprensión que los discursos y las explicaciones de los internacionalistas.
Los abuelos de Amos Oz viajaron de Trieste a Haifa en 1939. Llegaron a regañadientes a una tierra que consideraban salvaje y demasiado asiática para sus refinamientos europeos. Su abuela, al ver la tierra prometida, soltó unas palabras simples y algo de veneno purificador: “El Levante está lleno de microbios”. El Levante era el territorio al este de Italia que comprendía buena parte de las costas de oriente sobre el Mediterráneo. En los años treinta, dice Oz, las paredes de algunas ciudades europeas repetían una misma consigna: “Judíos, marchaos a Palestina”. Luego, cuando una numerosa diáspora judía ocupaba una parte del territorio que le señalaban como su lugar en la tierra, las paredes cambiaron de idea: “Judíos, fuera de Palestina”. Los familiares de Oz que se negaron a salir de Europa fueron asesinados en Vilna, Lituania, a comienzos de los cuarenta. Se sentían ciudadanos europeos y no creían en los nacionalismos judíos, ni serbios, ni eslovacos, ni montenegrinos, ni irlandeses… Y lo pagaron caro.
Antes de que el viaje fuera una obligación fue un sueño. Los judíos pensaban convencer a los árabes de la posibilidad  de un futuro común: “Podríamos explicarles y convencerles de que de nosotros solo obtendrían beneficios económicos, sanitaros, culturales y otros muchos… Le mostraríamos al mundo entero una conducta ejemplar con la minoría árabe”. Pero se comenzó a oír que se afilaban los cuchillos y un Amos Oz de diez años gritaba en su casa con exaltada ingenuidad: “¡Pronto habrá guerra en Jerusalén!” El peligro de las banderas y las muchedumbres. Oz parece tenerlo claro: “También aquí, en Eretz Israel, se ha podido apreciar que la muchedumbre judía puede ser un monstruo”.

Unos años después de la llegada la realidad mostraba diferencias y los barrios antes mezclados entre árabes y judíos imponían ciertos cuidados: “…Empezó a formarse una especie de telón entre una Jerusalén y la otra.” Ahora los buses y los vendedores ambulantes debían dar largos rodeos, y los vecinos de años de despedían entre espinas por los trasteos obligados de barrio a barrio. Era el momento de las barreras y las advertencias. Jerusalén era entonces una ciudad “saturada de pinos, atemorizante y atrayente con su nebulosa fascinación, con el entramado de laberintos de callejuelas oscuras prohibidas y hostiles para nosotros, una ciudad guardiana de secretos maléfica, grávida de desgracias, una ciudad donde sombras oscuras flotan por las calles a la sombra de las murallas de piedra, peregrinos-sacerdotes con túnicas negras y capuchas negras, y mujeres con mantos negros y velos negros.”

martes, 5 de diciembre de 2017

Riesgo fiscal






La Fiscalía ha comenzado a combinar todas las formas de lucha. Las investigaciones criminales, las órdenes de captura, las acusaciones ante los jueces son ahora solo una parte de su tarea. Por otro lado se dedica a las filtraciones selectivas para crear un clima de opinión que empuje sus tesis, al espectáculo de las capturas y los titulares como si fuera una agencia de prensa y a presionar a los jueces más allá de las audiencias públicas. Un populismo temerario impulsa muchas de sus actuaciones frente a funcionarios y exfuncionarios. Con una campaña que más parece el título de una canción mala,” Bolsillos de Cristal”, ha comenzado una cacería que según Néstor Humberto Martínez busca “recuperar el tejido ético de la nación”. El fiscal general dice que pasó el tiempo de las “dubitaciones” y que ante el fracaso de la sociedad civil y la prensa libre contra la corrupción ha llegado “la hora de la justicia”. Nada más peligroso que ese grito en boca de un convencido, de uno que tiene las llaves de la cárcel y no le caben dudas; sobre todo cuando es además relacionista público, consejero de contratistas, político soterrado y abogado panelista.
En los últimos meses la Fiscalía ordenó las capturas de los alcaldes y dos exalcaldes de Montería y Santa Marta, y del exalcalde de Neiva. En todos los casos los jueces de control de garantías han liberado a los acusados.  Luego de la decisión más reciente, referida a Carlos Caicedo y Rafael Martínez, el juez de control de garantías le pidió al fiscal encargado del caso rectificar sus declaraciones tras la audiencia. Ahora los fiscales salen a descalificar en los medios a los jueces que niegan sus peticiones, y que se niegan a sostener reuniones privadas para tratar temas que exigen audiencias públicas, como lo propuso en este caso el director seccional de fiscalía del Magdalena. Alegra que algunos jueces tengan claro que con la libertad de los no vencidos en juicio es mejor andar con pies de plomo que con embelecos de cristal.
Los antecedentes de Carlos Caicedo en la Universidad del Magdalena y en la alcaldía de Santa Marta demuestran que ha hecho mucho más contra la corrupción que los peligrosos alardes de la Fiscalía. Como rector la pelea contra los poderes de Trino Luna, condenado por parapolítica, le valió reconocimientos por parte del ministerio de educación y los estudiantes. Y le valió una condena a ocho años que tumbó el Tribunal Superior de Bogotá. Caicedo sabe de acusaciones falsas y fiscales falaces. Como alcalde e impulsor de acciones populares y tutelas ganó varias peleas contra Metroagua y sus pretensiones de apoderarse de las redes de acueducto de Santa Marta o exigir a cambio 60.000 millones de pesos. La empresa es controlada por la española Inassa que tiene a varios de sus directivos en la cárcel por pago de sobornos y otras aventuras. Las acusaciones actuales contra Caicedo y Martínez tienen que ver con retrasos y sobrecostos en obras contratadas en sus administraciones. La lupa del fiscal quema a quien él decida apuntar. Con ese rasero todos los funcionarios deberían ser esposados y retratados para el show de la Fiscalía. Hasta Luis Miguel ‘El Mello’ Cotes, exgobernador del Magdalena, ficha de Cambio Radical, y responsable del contrato de la vía de La Prosperidad que luego de cinco años de “trabajos” está en la inopia.
Con Marcos Daniel Pineda y Carlos Correa en Montería las cosas han sido parecidas. Retrasos y sobrecostos en la construcción del coliseo Miguel ‘Happy’ Lora. En este caso la detención preventiva se desestimó en dos instancias mientras la fiscalía sigue presumiendo de su firmeza. En Neiva el exalcalde Pedro Suárez fue liberado luego de tres meses. Los encargados de vigilar y ejecutar los contratos seguían libres y batallando por nuevos negocios mientras los funcionarios estaban cárcel. El tribunal Superior del Huila tumbó la detención pero la fiscalía se contenta con la foto de la captura, esa es su primera instancia.
Peligros de la “hora de la Justicia”. Pasa en Colombia, pasa en las capitales, pasa en la vida real.