El
pasado lunes 10 de febrero la Universidad de Antioquia completaba, entre
asambleas y vacaciones, cerca de dos meses y medio sin clases. Era el día de
regresar y los salones estaban más nutridos que de costumbre. Estudiantes y
profesores se sacudían las consignas del paro y borraban las fotos de fin de
año. Notas de clase atragantadas y cuadernos limpios. Ese mismo día el alcalde
Daniel Quintero decidió sacar un comunicado de prensa que él llamó protocolo de intervención ante el uso de
explosivos en universidades y recintos educativos. Sólo mencionar la
autorización de ingreso de la Fuerza Pública a la universidad genera un rechazo
casi unánime entre estudiantes, profesores y directivos. De modo que Quintero,
tal vez sin darse cuenta, llamó de la mejor manera posible a una nueva y
encendida movilización, o sea una nueva parálisis académica.
El
“protocolo” dice que se autorizará la entrada de la fuerza pública cuando se
usen explosivos al interior de la Universidad, se haga imposible un acuerdo (no
se sabe con quién) y se produzca la evacuación de la comunidad universitaria.
La cartilla estaba servida para la protesta del jueves. Sonaron las papas bomba
al interior, el posible acuerdo era un simple canto a la bandera, evacuaron el
95% de estudiantes y profesores y el ESMAD entró a gasear a quienes se quedaron
en el campus. Fueran capuchos, simples mirones, reporteros de ocasión o
despistados de “aeropuerto”. Ahora la U. de A. está en asamblea extraordinaria
de profesores y estudiantes, buena parte de la sociedad mira con mayor recelo
al conjunto de la Universidad Pública, la administración perdió legitimidad para
concertar con la comunidad académica, algunos de los manifestantes pacíficos se
inclinan una vez más hacia los capuchos (al menos para justificarlos) y el alcalde
Quintero se impuso una camisa de fuerza frente a los retos en las universidades
que le costará quitarse en el futuro. Ah, y el saldo para la seguridad fue de
un detenido y cinco conducidos a los Centros de Traslado por Protección. Nada
de explosivos incautados. Solo que las bombas aturdidoras del ESMAD se sumaron
a las papas bombas de los capuchos. Un triste tropel que solo causa más humo y
más líos.
La
discusión no es tanto de legalidad como de oportunidad e inteligencia. La Corte
Constitucional ha dado vía libre a la intervención de fuerza pública en las
universidades en atención al orden público, el interés general y el bien común.
En este caso la práctica mostró que se afectaron esos tres principios en aras
de una legalidad algo aturdida. Se recuerda el ingreso del ESMAD al campus en
2010 y 2012 para “atender” episodios puntuales. No hubo ninguna mejora en
seguridad y solo quedó el saldo de cierre por un mes de la Universidad y la
grave herida a un policía que perdió una pierna. También vale recordar un
riesgo: entre 2000 y 2018 más de 10.000 estudiantes fueron acusados de rebelión
y el terrorismo sin que se llegara a condenar siquiera al 5%. Con la policía
adentro la criminalización podría ser más grave.
Ahora
hay una nueva realidad: el alcalde graduó a los capuchos de principales
interlocutores (su protocolo responderá solo a sus acciones) y las consecuencias
las sufrirán al menos 25.000 estudiantes. Los actos de 200 marcarán su posición
frente a su Alma Mater. Tendrá que aplicar con rigurosidad su comunicado de
modo que cualquier papa bomba podría llevar el ESMAD a la universidad. Eso implicará
parálisis indefinida mientras luchan capuchos contra escudos. Llevó el tropel
al interior del campus y llevó a la calle a los alumnos que quieren estudiar. Todo
por una temprana fanfarronería. Tocará recular con estilo.
Un escandalo.
ResponderEliminarEs un precedente que no puede sino empeorar uakquier situacion.
Como egresado, me siento atacado.
XoXo
Muy buena exposición panóramica del asunto; que como todo, tendemos a parcializarlo. Sólo agregaría que en el "aeropuerto" cuando hay tropel, los allí reunidos siempre permanencen como señal de resistencia, de negación a esa convocatoria, por lo mismo que lo que pasó el jueves no tomó a nadie desprevienido, sino soprendido, pues nadie le daba chance a que el egresado que se iba a pie a estudiar, tuviera la independencia de escrúpulos para atreverse a ordenar el ingreso de un cuerpo represivo violento con 36 muertes a la fecha. No estuve esa tarde de jueves, pero lo sentí muy de cerca por una amiga a la que quiero mucho, que tuvo que esconderse de los disparos del esmad detrás del monumento del profesor Luis Fernando Vélez; asesinado por defender los Derechos Humanos en 1987.
ResponderEliminarFelicitaciones señor alcalde, que esos guerrilleros se vayan de una vez por todas de la universidad, hace ratisimo deberían de haberlos sacado, los que apoyan a los capuchos son personas que de una u otra manera también son violentos, si tienen ganas de que los escuchen que lo hagan con diplomacia... Definitivamente las autoridades tienen que intervenir para que se termine esa alcagueteria....
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu respuesta ,pues está hora q de una buena vez se les acabe la fiesta a todos los HDP q no quieren estudiar sino fomentar el caos y la ignorancia porq esto siempre se da entre grupos de ignorantes q al igual q en cualquier barrio fomentan la violencia con los tales combos en la udea ,la nacional ,el Jaime Isaza Cadavid y muchos otros la mayoría quieren salir adelante en sus carreras pero no faltan los 50o60encapuchados q van es a joder allá y lo q menos les interesa es estudiar gracias señor alcalde Quintero por su pronta reacción
EliminarY cuántos adultos quisiéramos estudiar en la UdeA, que orgullo estar en sus aulas..servirian al menos las canas de experiencia. Se equivocaría Gandhi, que la mejor arma es el desarme? A quien le gustaría que alguien tire un petardo al patio de su casa, mientras usted está leyendo un buen libro que le ayude a ser mejor ser humano?
ResponderEliminarPorrodismo con algo de humor.
ResponderEliminarOjalá ponga su estudio o cabina sobre Barranquilla, frente a la UdeA.
ResponderEliminarTantos queriendo estudiar ..y mire lo que unos pocos provocan que mal...retrazar
ResponderEliminarel semestre