martes, 15 de mayo de 2012

Fosos de la democracia






De vez en cuando las palabras de un tonto pueden ser esclarecedoras. Esa especie de paradoja de la elocuencia se presenta sobre todo si quien deja caer la perla negra tiene enfrente un micrófono y en la solapa el escudo de una dignidad. Le pasó hace unos días al diputado Rodrigo Mesa quien logró que se supiera, más allá de los pasillos burocráticos, qué cosas se dicen en una sesión de la Duma Antioqueña. Desde aquí una voz de solidaridad  y reconocimiento a quienes deben dedicarse a grabar y soportar íntegras las intervenciones de los diputados. Pobres camarógrafos, infortunados periodistas. Pero más allá de la anécdota grosera y la justificada indignación por el racismo, queda una pregunta válida por la representatividad y los beneficios democráticos de las Asambleas Departamentales. Los más oscuros foros, en ocasiones fosos, de nuestras competencias electorales.

Rodrigo Mesa decía estar defendiendo de manera vehemente al departamento de Antioquia y sus recursos. Pero los 24.000 votos obtenidos por el ilustre envigadeño solo representan a una pequeña parcela política en su municipio. Más del 60% de sus votos provienen de Envigado y municipios al sur del Valle de Aburrá, donde su familia tiene desde los tiempos memorables de Pablo Escobar una próspera empresa política. El señor lleva 20 años sentado en una silla de la Asamblea haciendo negocios particulares. Dice hablar por los cuatro millones de votantes potenciales cuando a duras penas obtuvo el favor del 0.5% de ellos.

Pero la carencia de legitimidad no es solo del diputado liberal. La Asamblea en su conjunto sufre el desconocimiento y la anemia de sus electores. A casi nadie le interesan sus pequeñas cuitas de directorios municipales y burocracia de tercer nivel.  En Antioquia el 32% de las personas que recibieron el tarjetón de Asamblea decidieron no marcarlo, marcarlo en blanco o terminaron anulando su voto por desconocimiento o desgano. Más de 650.000 ciudadanos fueron a las urnas y encontraron inútil buscar aunque fuera una cara simpática entre los postulados. En casi todas las asambleas del país pasa lo mismo. En el Valle y Cundinamarca también hubo una tercera parte de los electores que escogió alguna de las tres opciones sin candidato. Y en Colombia en promedio el 25% de los votantes no encuentran una razón para recordar el número de un candidato a diputado. Y seguro que son esos los que menos se equivocan en la elección. Los Concejales de las capitales les llevan cerca de 10% de legitimidad a sus colegas de las Asambleas.

Cuando uno revisa las noticias de la Asamblea de Antioquia antes de la frase famosa de Rodrigo Mesa no encuentra más que marrullas legales y descalificaciones varias en busca de la presidencia de la corporación. También hablaron de la elección del Contralor Departamental y la feria para proveer los 112 contratos a los auxiliares de esa entidad. En últimas la Asamblea no discute mucho más que el “presupuesto” que le tocará a cada uno de los diputados.

Valdría la pena desempolvar un proyecto de 2002 que hablaba de acabar con Asambleas Departamentales. Se ahorrarían platas y vergüenzas y no se perdería ni un poco de democracia. Según la idea de entonces algunos Concejales, representativos de cada región, vendrían a cubrir el pequeño hueco dejado por los diputados. Pero sé que es mucho pedir que los congresistas descabecen a sus hijos bobos en las regiones.



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