sábado, 7 de junio de 2008
Inventores de persecuciones
Los demagogos son siempre maestros del miedo y el juicio elemental, intuyen una reacción primaria y se dedican a alentarla con advertencias sombrías y juegos de remordimiento. Argumentan detrás de la ventanita del confesionario y prometen milagros o plagas. Las reuniones de padres de familia son su más grande inspiración y les encanta el tono de reproche definitivo de los curas y los médicos. Su imaginación está dirigida sobre todo al sometimiento de lo que consideran desordenes insoportables. Las prohibiciones son su única moneda de uso y la policía su primer recurso.
El congreso y los concejos municipales están plagados de estos inventores de persecuciones, vendedores de salvaguardas y técnicos en el manejo de prejuicios. En la última semana aparecieron dos ejemplares que a pesar de lo abundantes vale la pena reseñar.
La primera trabaja en el Congreso de la República, se llama Gina Parodi y, cómo no, tiene en su cartera un proyecto de ley para proteger a los niños. Quiere prohibir en toda Colombia la venta de pólvora y dejar su uso en manos de profesionales. O sea en poder de algún centro comercial y de uno que otro alcalde con necesidad de estruendos. La senadora descalifica el proyecto de su colega Venus Albeiro Silva, quien busca que la pólvora se venda de manera regulada como se hace en algunos municipios del país, porque supuestamente lleva detrás los votos y la plata del gremio polvorero. En cambio lo suyo es una lucha por los niños, que no tienen plata ni ponen votos. Efectismo burdo y populista, chispitas mariposa para seguir el camino de los sondeos de opinión. Un buen ejemplo de cómo la supuesta causa más noble resulta más torpe y más interesada. Por mi parte prefiero al político que usa a los dueños de la pólvora negra que al que se beneficia del miedo de los padres y las llagas de los quemados.
Siempre he comprado pólvora en medio de azares y susurros, con las precauciones del traficante, y por qué no decirlo, con su cinismo frente a la prohibición. Pero no se alarmen, ha sido simplemente para acompañar globos y buñuelos. En los primeros diciembres la compraba en una ventana que decía vender cremas y que era atendida por alias el poeta. Luego en una legumbrera de renombre, los tacos entre las arracachas y las luces acompañadas de los espárragos. Más tarde en una fonda en la que encimaban la gruesa de papeletas por la compra de una botella de aguardiente.
Según mi experiencia la prohibición de la pólvora ha servido para que sus vendedores la arrumen en la trastienda y guarden sus existencias a unas cuadras de la ventana de expendio, en la casa de la suegra por decir algo; y para que los policías consigan el aguinaldito. Al final, en la noche, un traqueteo universal se encarga de acompañar la farsa. Y en la mañana un jefe de estación ahoga el remanente de voladores en unas canecas con agua, frente a las cámaras y las leyendas de la navidad segura.
El segundo ejemplar se llama Carlos Orlando Ferreira, representa a Cambio Radical, se sienta en el concejo de Bogotá y acaba de presentar un proyecto de ley para "garantizar la asistencia a clase de los estudiantes del Distrito". Propone el intuitivo concejal que los estudiantes sorprendidos por fuera de la clase de comportamiento y salud, por decir algo, sean conducidos a una comisaría de menores. No llega a proponer los trabajos forzados por reprobar educación física porque no ha madurado su iniciativa. Entregar las potestades de profesores y rectores a los policías es sin duda un despropósito, sobre todo sabiendo lo que se puede aprender en una comisaría de menores. Pero la disciplina y la rigurosidad enfrentadas a los vicios de la calle y las maquinitas en las esquinas, pueden formar un estribillo vendedor, un remedio atractivo contra la insolencia.
Es muy posible que los legisladores no se arriesguen a negar las propuestas purificadoras, saben muy bien que es más fácil acogerse a las mayorías temerosas y llamar a la policía que intentar una explicación en forma de discurso. Temen contradecir el sin sentido común. Y conocen la frase de Christopher Hitchens: "La gente como masa o conjunto tiene muy a menudo una inteligencia inferior a la de sus partes integrantes. De no ser así la palabra demagogia no tendría ningún sentido".
Una notica acerca de la entrada anterior. El fútbol suramericano acaba de dar un vuelco inesperado. Venezuela le ganó a Brasil por 2-0 en Boston, la tierra del imperio, ni Juka podrá decir que es obra de los entrenadores cubanos. Se confirma entonces que Liga Deportiva enterrará a Fluminense y el 11 contra 11 será cosa azares y no de colosos.
ResponderEliminarMi gusto por la presidente de la republica de Argentina fue bastante criticado aca, a ese respecto habia una sola persona que me comprendia, y a esa persona la mataron.
ResponderEliminarAprovecho esta interesante columna para hablar de un tema aun mas interesante: Gina Parody en trusita haciendo yoga. Es impresionante, ¿o no?.
Finalmente digo que esta muy bacana la columna.
"Gina Parody en trusita haciendo yoga." Hay imágenes mentales que hubiera preferido evitar, pero bueno, Gina está mejor que Cristina.
ResponderEliminarLa columna interesante, la frase de Hitchens, muy buena. Siempre he dicho que las masas solamente sirven para hacer tortas y pan, y una que otra vez para provocar linchamientos.
Apelar al miedo y al rechazo general por alguna cosa siempre ha dado ´reditos políticos, desde la alemania nazi, hasta la amenaza terrorista de AlQuaEda.
Vamos por la ultima parte de la columna, Dice Pascual:
ResponderEliminarEl segundo ejemplar se llama Carlos Orlando Ferreira Propone el intuitivo concejal que los estudiantes sorprendidos por fuera de la clase de comportamiento y salud, por decir algo, sean conducidos a una comisaria de familia. Entregar las potestades de profesores y rectores a los policías es sin duda un despropósito, sobre todo sabiendo lo que se puede aprender en una comisaría de menores.
En las escuelas americanas es el pan de cada dia, 3 patrullas ala salida de la escual, otros 3 guardias de seguridad en la entrada, las puertas de los salones ni se imaginan la tecnologia en las chapas de las puertas no las tienen ni el banco de colombia, pero este es una democracia ejemplo en el mundo, hay un video de un arresto de una nina de 4 anos porque estaba tirando los libros y gritando en la escuela, y hay mas cositas que no voy a alargarme porque se que soy blanco de criticas por ser tan extenso, en el pabellon de quemados del hospital San Vicente De Paul, si alguien del hospitl ha leido esta columna ya debieron declarar a pascual gaviria el protector de los quemados, muy flclorika, muy navidena.
PD: todos los programas de Coldeportes Nacional trabajan con el modelos del inder de cuba. no condicionados a que debe incluir ninguna cartilla ideologica ni nada por el estilo y esa analogia del partido de brasil contra venezuela me hizo recordar al difunto julio arrastia brica., que decia que cualquira de todos los del peloton podian ganar la carrera, y que seguramente el que llegara primero seria el ganador.
Desde los primeros años de la década del 50 del siglo pasado, los doctores Guillermo Nieto Cano, José Ignacio Mantilla, Delfín Borrero Durán y Juan Ruiz Mora, comenzaron a tratar los primeros quemados en los hospitales de la Samaritana, de San Juan de Dios, de San José, Hospital Militar y San Rafael en Bogotá. En Medellín, los doctores León Hernández, Julio Blair, Francisco Gómez y Marco A. Ramírez iniciaron formalmente el tratamiento de las quemaduras por medio de injertos en el hospital San Vicente de Paul. Por su parte, en Cali, los doctores Bension Goldenberg y Jaime Guzmán también hicieron otro tanto con los quemados. En Bogotá el doctor Guillermo Rojas dio un impulso definitivo al servicio de quemados en el Hospital Militar que había fundado el doctor Guillermo Nieto Cano en 1953.
ResponderEliminarUnos años más tarde, en 1957, los doctores Guillermo Nieto Cano, José Ignacio Mantilla y Felipe Coiffman fundaron formalmente el servicio de quemaduras del hospital de San Juan de Dios con 20 camas dedicadas exclusivamente al tratamiento de dicha patología. Por primera vez se instalaba en Colombia un tanque de Hoober metálico para hacer el tratamiento húmedo y lavar al quemado.
Pd: Como podemos ver no ha sido una tarea simple, reducir un tema de salud publica tan complejo a la compra de dos o tres voladores para tirar en la 70,o en una finca de llano grande es simplemente estar fuera de contexto.
Y una mas, cuanto le cuesta al hospital por ejemplo al san vicente el presupuesto para mantener el pabellon de quemados?, sumele a eso la precaria que es la cobertura medica en el pais, !! que pasa pascual??porque no es lo mismo quemarse con polvora en una finca de llano grande, y otra bien distinta quemarse en la comuna 13, en el primero tendra la suerte de que lo atiendan, el segundo se sabe que final tendra.
ResponderEliminarPascual dale un chancecito al estado que regule al menos una cosita, no tiene porque asustarte.el rojo rojito no tiene espacio en colombia, ese ya esta en los cudrangulares listo para su 5 star!!
Juka muchas gracias por tus comentarios, cuanta falta hace la gente seria e informada, la verdad Juka es que yo embelesado por la prosa beligerante del columnista no habia notado los problemas de su propuesta.
ResponderEliminarJuka, y lo que entendi es que vos propones mas bien que la venta de la polvora se de libremente en unos sectores y no en otros, ¿podria profundizar un poco en esto?
JuanDavidVelez: No en ninguno de los dos casos, pienso que haber crecido con ciertas tradiciones, pues uno pensaba diferente, yo respeto eso, pero hemos avanzado culturamente en muchos aspectos, eso debiera estar prohibido, los tacos que tiraban los traquetos cada que coronaban y la polvora que tiran con el plan colombia me parece es suficiente para mantener la adrenalina de los colombianos al 100%, creo, salvo el caso de companias especilizadas en eso, entrenadas, y preparadas,con licencias de funcionamiento, y eventos especiales, que sepan manipular algo tan riesgoso (aunque la osadia y la destreza de pascual en el manejo de voladores, totes y papeletas, atente con su espirito navideno) pero se que la perspectiva de eso se mira es desde el punto de vista cultural y no desde el la responsabilidad.
ResponderEliminarLo que quise decir en mi anterior comentario es que hay unos sectores mas vulnerable que otros, y no me imagino al papa de un nino de la cumuna 13 o de la que sea diciendole a su hijo de 10 anos que es el mas berraco de la comuna tirando tacos, y despues pegandole porque no supo tirarlo, mas o menos esa es la rutina de educacion que se sigue .
siempre me ha parecido curiosa la diferencia de la llegada del año nuevo en oriente y acá. en beijing hacen al menos un esfuercito por unificar la celebración. juegos pirotécnicos para todo el mundo.zonas comunes, todo la gente puede disfrutar, sabroso. acá todos tiran su volador a media noche, a la buena de dios. el humo a las doce y media es bárbaro, literalmente no se ven las luces de la ciudad. espantoso.
ResponderEliminar¿no será en este caso que las masas unificadas (china) son más inteligentes que esos esfuerzos individuales de quemar la papeletica como a cada uno le dé la gana? (nosotros)
pd. lúbrico ese comentario de gina parodi en trucita. mucho más con su novia, o su exnovia.
Juka de verdad que tu erudición en cuestión de quemados da para un libro. Pero no veo argumentos en tus entradas que sustenten la prohibición de la pólvora como un mecanismo adecuado para disminuir el número de quemados. Criminalizar la venta de pólvora lleva a que se guarde y se expenda en condiciones más peligrosas. Creo que muchas de nuestras tragedias polvoreras se dan por la explosión de depósitos clandestinos en algunos barrios -sobre todo en barrios populares, ya que la lucha de clases de Juka aparece hasta cuando hablamos de bádminton-.
ResponderEliminarAlgunos datos pueden resultar interesantes: el año pasado hubo en Medellín 90 quemados con pólvora, la mitad de ellos menores, la cifra más baja en los últimos 6 años. Medellín prohíbe la venta y el uso de pólvora excepto la que tiran en El Tesoro y otras fiestas autorizadas. El municipio de La Estrella es el único del área metropolitana que permite la venta de pólvora. Cobra impuestos a los polvoreros, exige que sean de su municipio donde esa actividad ha sido tradición, organiza las casetas en zonas donde no exista riesgo para casas vecinas, los compromete para que no vendan a niños ni ha borrachos y hace la campaña de rigor con los padres compradores a la hora de entregar los chorrillos. En La Estrella, según el alcalde, se presentaron apenas 2 quemados durante la temporada navideña. Lo otro es que buena parte de los menores quemados vienen de accidentes con parafina o líquidos calientes, entiéndase sancocho, lo que no daría para prohibir las ollas a borbotones.
Según cifras del alcalde siderense –qué gentilicio- en Bogotá mueren cada año un promedio de 40 niños por accidentes con líquidos calientes.
Para resumirlo, creo que muchas de las prohibiciones que impone el Estado son, además de ineficaces, perjudiciales para los males que pretende combatir. Foco de corrupción y perversiones mayores.
juandavid: para mí la Kirchner tiene lo suyo, a mí también me gusta, no sé qué tanto... y me encanta el tick que tiene de acomodar los micrófonos con ambas manos cuando se dirige en público... y lo de Gina en trusita haciendo yoga -pero con las gafas puestas- está bueno... juka: yo soy hincha verde, pero me gustaría que dieran la vuelta siempre y cuando sea ante el América... como no estoy en Medallo ningún amigo me va a joder... si no es así, entonces que Envigado sume su primer título. Me gustó mucho la columna, me alivió el guayabo por un momento.
ResponderEliminarPascual es un profeta, ya tiempo atras prohibieron las marranadas, esto da pie para pensar que estamos cerca de la prohibicion del sancocho callejero.
ResponderEliminarMe imagino que primero prohibieron las marranadas porque son mas bacanas que los sancochos.
El hecho de que las marranadas sean mas bacanas no significa que los sancochos no sean tambien muy buenos.
En el tema de las marranadas hay mucha tela para cortar, me estoy volviendo viejo y hasta me dan ganas de celebrar que las hayan prohibido por sanidad.
Para defendernos de una eventual prohibicion del sancocho callejero propongo que la estrategia a seguir sea una lucha con argumentos, desde la historia culinaria y apoyados en nuestras hermosas tradiciones, que finalmente son las que nos han permitido ser este gran pais que somos.
A propósito de uno de los temas de la columna, algo que tenía por ahí.
ResponderEliminarDisparos navideños
Había nubes tapando el sol de medio día
Cuando se oyeron tres o cuatro disparos
O tal vez esa pólvora espantosa que queman en Medellín
Nada de luces, pura metralla, pura papeleta
Puro estallido
Por eso yo siempre pienso primero
que son disparos
Me asomé por la ventana
Y casi al mismo tiempo
vi salir por el balcón de una casa que hay al frente de mi edificio
un viejita flaquita
Pegada a la baranda
se inclinó un poco
y miró a cada lado
Tenía un saco rosado
Y volvió a girar su cabecita blanca
pero al no ver nada raro
se entró confundida:
si bala o pólvora
mientras yo sentía
que éramos contemporáneos
Pascual la verdad que hay comentarios tuyos que mas parecen de un editorial de periodico de co colegio, esas palabritas, lucha de clase, imperio, no se porque siempre que comento algo o difiero de algo las asocias a mis entradas eso raya en lo ridiculo, y debo por regla de tres deducir entonces que con esa logica y que si ese tu postura frente a al concepto de las prohibiciones, entonces puedo ya pronosticar que una proxima columna sera dedicada a defender la legalizacion de las drogas por ejemplo, como mecanismo para desesetimular el uso, y disminuir la corrupcion y la criminalidad.???
ResponderEliminarCon respecto a mi erudición sobre el tema, la tome simplemente de google, asi de facil.
A david e guzman: con esa poesia sobran los argumentos, lo resume todo, finisima, me gusto mucho.
bueno, pero creo que el argumento es muy facilista. que en la estrella haya dos personas quemadas lo que quiere decir no es que legalizar la venta de pólvora sea la panacea, sino que el único pabellón de quemados para niños de toda el área metropolitana queda en medellín (hospital cariño, san vicente de paúl). las cifras son engañosas. todos los niños de la estrella, envigado, itagüí, bello, copacabana, -y más lejos- son remitidos al san vicente.
ResponderEliminarbueno, la pólvora legal no sólo la tiran en el tesoro, también en el cerro nutibara, la alpujarra, cerquita de moravia (el bosque) etc.
sin artificios, por favor.
yo, en general, me opongo a los defensores de utopías muertas, pero en este caso creo que la columna dio papaya. ni modo, me alineo con la opinión del anacrónico. aunque eso de buscar información en google, para presumir.... un poquito pretencioso, no?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarpd: además del despropósito de comparar una población de 2 millones y medio de personas en medellín contra 50 mil de la estrella.
ResponderEliminares cuestión de guardar las proporciones.
Daniellsmart, varias cosas. La cifra de quemados de La Estrella, la cual dije es cosa del alcalde, no tenía intenciones de ser una comparación 1:1 con Medellín, tampoco me gusta jugar a las desproporciones. Creo que el dato de Medellín sirve para dar una idea del problema, solo para atemperar a los alarmistas. Si son 90 quemados en todo el Valle del Aburrá el asunto es incluso menos escandaloso. Y el dato de La Estrella es una buena muestra, aunque en este caso proporcionada por una parte interesada, de que la venta controlada, no ilegal, no genera un pequeño infierno en el municipio. Aunque muy seguramente aumente la pólvora en manos de la gente. Sobre la cifra digamos que un alcalde que defiende una causa tan innoble tiene rabo de paja y no pude mentir descaradamente.
ResponderEliminarPor otra parte es cierto que no sólo El Tesoro hace su espectáculo de luces, pero de verdad me aburre tener que recurrir a los centros comerciales o a las fiestas de alcaldadas para ver un volador, prefiero tirarlo sin tutela del Estado, sin ser perseguido, y me perdonan los tres tacos mis contertulios de tímpanos de luces.
Sobre el tema de legalización de las drogas que menciona Juka, pues le digo que he escrito varias columnas sobre el tema, he llovido sobre mojado. Desde hace mucho la lógica que cuestiona ese embeleco moralista es moneda corriente, ya no sólo liberalotes de barba blanca sino ex-presidentes latinoamericanos de todos los colores intentan que el tema, al menos, se pueda debatir sin bendiciones.
Y hablando de colegio creo que debí declararme impedido para escribir la columna. Alguna vez me volé en el recreo largo en busca de unas cebollitas que explotan tirándolas contra el piso.
las vendían ahí en la La Iguaná
ResponderEliminarCreo que todos los colombianos tendríamos antecedentes penales por haber escapado alguna vez del colegio. Tipificar como delito una conducta adolescente impediría a la policía poder perseguir a los vendedores clandestinos de pólvora y sobrepasaría enormemente la capacidad de las ya desbordadas comisarías bogotanas.
ResponderEliminar¿Y si el muchacho no va a clase de comportamiento y salud por irse a tirar pólvora? ¿Concurso de delitos?
ResponderEliminarApenas tuve la oportunidad de conocer este blog por esas gratas casualidades de la vida.
ResponderEliminarFrente al asunto de la pólvora tengo unas cuantas y humildes opiniones.
Primero, me parece un poco frío tomar el asunto desde las cifras. Si son 100 quemados menos este año con respecto al anterior ya no vale tanto la pena preocuparse por los que se siguen quemando? Eso sin contar con lo que alguno mencionó de las diferentes atenciones dependiendo de los estratos socioeconómicos.
Segundo.. quizás la prohibición incremente la compra y venta clandestinas como pasó con el licor, el tabaco y sigue pasando con las sustancias psicoactivas.
Tercero, ¿Qué orgullo un hijo que a los 5 años ya tira su primer taco y todavía no ha perdido todos los dedos? Es parte de la tradición pero no todas las costumbres resultan ser tan buenas..
En conclusión creo que todo es un asunto de educación, un asunto de la toma de conciencia que a todos tristemente se nos olvida por estar demasiado ocupados en buscar culpables fuera de los que conformamos la sociedad.