martes, 20 de septiembre de 2011
El muerto al horno…
Los duelos, al menos los duelos públicos frente a la caja del muerto, se están haciendo cada vez más cortos y más indeseables. Hace unos años hacían falta galones de café para soportar, con los ojos abiertos, las horas lentas de la vigilia frente al cadáver y las pesadas visitas del pésame. Había tiempo para serenatas y un borracho soltaba siempre una frase que hacía olvidar el epitafio. Ahora los familiares del difunto prefieren llevar el cuerpo todavía tibio al horno definitivo. Y quienes aún deciden organizar una romería arreglan un pequeño circuito contrareloj sobre el cajón, amenizado por dos termos rasos de café para esa hora amarga.
Mucho menos se consiente el regreso a la tierra. Los sepultureros están dedicados a la jardinería. Deben cambiar su ceño abatido y su pala definitiva por un tanque de pesticida a la espalda. Alguno de ellos me dijo hace poco que el nuevo trabajo era menos tétrico pero más triste. Antes eran mirados con un respeto parecido al temor, y sin importar que vistieran en mismo uniforme pardo de los barrenderos la gente les prodigaba venias y pagos extras. Los sepultureros podían poner cara de sabios, al fin y al cabo ellos se codean todos los días con la muerte, y sus frases más gastadas eran oídas como sentencias.
Thomas Lynch, escritor y funerario en sus ratos libres, también se queja de la llegada de los sepelios express: “La presencia y participación del cuerpo humano muerto en su funeral es, como decía mi padre, tan importante como la de la novia en el matrimonio y la del bebé en su bautizo…Y si la muerte es considerada una vergüenza y un inconveniente, si los muertos son considerados un fastidio del que hay que deshacerse lo más pronto posible, entonces la vida y los vivos van a recibir el mismo tratamiento”.
Tanto Lynch como el enterrador que conocí en Campos de Paz lloran una vieja forma de despedida, imaginan una ceremonia más grave, más exigente: un vistazo de la primera palada de tierra sobre el cajón y no solo de la única cucharada de azúcar sobre el café; un cuerpo cruzado de brazos, indefenso al susurro de compasión y las memorias amables. Pero parece que ya no hay nada que hacer. Quienes quedan vivos eligen cada vez más dos horas de fuego para el cadáver que los desvela. Y ojala pronto. Colombia, un país experto en dañarlo todo mediante leyes, firmó una hace dos años según la cual los cuerpos debían esperar 24 horas antes del infierno real que entregan los hornos y necesitaban un ataúd para mejorar la cocción. Las cenizas se entregaban acompañadas de una muela de oro y cuatro tornillos de bronce del cofre. Y las familias comenzaban a enloquecer con un día completo de silencio de una tía que prodigaba cantaletas de semanas cuando estaba viva. Tuvieron que abolir la ley y dejar que la gente hiciera con sus muertos según su gusto.
Entre las ciudades del país, Medellín tiene el más alto porcentaje de cremaciones y el tiempo más corto de vigilias frente al cuerpo recién afeitado del recién caído. Cerca del 70% de los difuntos de este valle de lágrimas -el de Aburrá- terminan en cenizas. En Bogotá los cremados apenas llegan al 50% y en Cali no alcanzan el 40%. Se pueden intentar teorías sociológicas para explicar el reciente apego a ese rito hasta hace poco pagano. Pero parece que todo se debe a razones prácticas: escasez de tierra en los cementerios, alquiler de tumbas por una eternidad de apenas 4 años y el velorio como escenario para un nuevo ajuste de cuentas. Las vueltas que da la muerte: Medellín ha terminado quemando sus cadáveres según el mismo porcentaje de los países nórdicos.
Visita relámpago de Rupert Murdoch a Bogotá
ResponderEliminarSeguro hablo con el dueno de este blog para decirle que no se puede seguir Hackeando las cuentas y los telefonos de los que opinaban en este blog
Anónimo. Este es una blogmonólogo. No lo cierro porque el contador dice que entran 2000 personas cada mes. Un espacio para el deleite de los ágrafos. Saludos.
ResponderEliminarVale la pena leer los comentarios de El País sobre Falcao y su comienzo goleador.
ResponderEliminarPura dinamita
Pascual, me pareció interesante lo de Arcadia con las preguntas esas. Siendo sinceros, la de la U de A y Eafit es ridícula, así como la de los sicarios que suenan más. Pero era un experimento, y uno entiende también. Es decir, varias no eran inoportunas sino absurdas.
ResponderEliminarPor lo menos cuando le dijimos eso a Ponsford en la Fiesta del Libro, nos respondió que el problema es que los paisas creemos que todo gira a nuestro alrededor, y ese especial era para que lo leyeran en todo lado.
Creo que también han cremado muchas personas para desaparecer evidencias de homicidios asesinatos y otros. Es una variable que se debe tener en cuenta.
ResponderEliminar' No lo cierro porque el contador dice que entran 2000 personas cada mes
ResponderEliminarparece típico funcionario del DANE amanando los números, no se las cree ni el mismo
pueden confirmar el trafico de este blog aquí
http://www.alexa.com
y si debiera cerrarlo al menos por etica, eso de dejarle cookies a quien visita este blog deja mucho que desear, con que intención lo hace?
Y por favor no Hackear cuentas de e-mail. IP's y Telefonos eso es ilegal.
Nerón creo que algunas preguntas de Arcadia no tenían mucho sentido en Medellín. En eso tiene razón Marianne, tal vez se intentaba dar una idea de Medellín desde las inquietudes que se generan vista de afuera. En ocasiones uno se sorprende viendo lo provinciano que puede ser Bogotá cuando mira a la provincia.
ResponderEliminarEl Poder Colombiano: son famosos los hornos crematorios de los que han hablado los paras. Eso habla de lo sofisticada que llegó a ser su estrategia de exterminio en algunas zonas.
Historia de los hornos crematorios en Norte de Santander
Anónimo 14:11 Alardear con un blog casi anónimo sería un patetismo al que no alcanzo a llegar. Hago esto como una costumbre personal, una manera de tener los textos a la mano y si se crea alguna discusión, pues miel sobre hojuelas. Solo buscar las fotos para cada entrada es para mí una diversión suficiente. Mi idea de los 2000 mensuales sale del contador que está ahí en la página. No conozco qué tan real es esa medida o dónde pueden estar las distorsiones. No logré mirar las estadísticas entrando al enlace que menciona.
Sobre los cookies que menciona soy un absoluto analfabeta. No sé de qué se trata. A duras penas logro colgar este cuento. Debería cuidar un poco su paranoia.
Pascual: "hágame el bien", como decimos en los pueblos, de leer un correo que le mandé.
ResponderEliminarNo cierre el blog. Escuche a todo el mundo, pero haga lo que le de la gana.
Voces de El Retiro. Leí el correo. Me gustaría conversar con usted. Vía correo le mando mi teléfono.
ResponderEliminarPor qué hablan de cerrar este blog? Sería una pena.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
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