martes, 5 de junio de 2012

Patrón de novela




Bajo el vidrio de mi escritorio me sorprende uno de los recortes de prensa que he ido guardando según mi entusiasmo de coleccionista. La verdad es que esa afición ha perdido el filo a la par de las tijeras. “Auto de detención a P. Escobar”, se lee en la pequeña nota que reseña al juez décimo superior de Medellín y señala el posible homicidio de 2 agentes de Seguridad y Control en marzo de 1977. Pablo Escobar es un fantasma que rondará la memoria de esta villa por muchos años, como antes rondaba las notarías, los clubes, las fincas y las oficinas públicas.

En la repisa de mi biblioteca me encuentro con una estatuilla que lo representa con vestido habano, camisa rosada y corbata gris. El gesto del muñeco de cerámica muestra el esfuerzo que hace para sostener su disfraz de político de provincia. Parece contener la risa apenas con la ayuda del bigote frondoso. Hace unos años un artista local hizo cientos de ellos para que cada quien lo adorara, lo estrellara contra el piso o lo usara como una pequeña ironía de repisa. El Pablo reciente de la televisión ha terminado por revivir los recuerdos y las historias de todo el mundo en Medellín. Y casi es seguro que todos los mayores de 35 años tienen una anécdota, propia o por interpuesta persona, que los acerca al capo. Y una versión de la historia. Por eso no creo en los reproches indignados contra la serie. El relato de Caracol no servirá para despistar al país sobre la maldad del asesino mayor. Será apenas una adaptación más de las miles y miles que se han construido sobre Escobar. Unas más certeras que otras. Todas necesariamente incompletas. Nadie puede pretender sacar el Copyright de un mito.

Hace unos días en la barra de un bar un hombre que fue piloto de esos tiempos me contaba su vida en el edificio Gusgavi en el centro de Medellín. Una especie de aparta hotel para hombres cercanos y estudiantes foráneos que juntaba dos sueños de la mafia: lujos en el interior y sordidez ambiente en las afueras. Servicio de comedor a las habitaciones y neveras con hielo en los corredores en medio de un enjambre de putas y ladrones. Gustavo Gaviria era el regente de ese nuevo desarrollo urbano.

Un amigo me suelta su primera visita a la Hacienda Nápoles siendo estudiante de una vereda en el municipio de San Luis. En el recorrido el ejército los detuvo y los hizo bajar para ver los cuerpos de dos guerrilleros muertos. Fue la introducción para la aventura salvaje que estaban por descubrir. Otro me dice tener grabado el testimonio de una señora que recibió a Escobar en sus primeras visitas al Magdalena Medio. La señora les cocinaba primero a 5, luego a 10, más tarde a 20 hombres liderados por Escobar haciendo de colono. Uno más festivo me recuerda el concierto sorpresa de Raphael en Caldas, en medio de un aguacero sonoro sobre la bandada de mariachis. Pablo Escobar presidía por los laditos. Mientras juega Colombia un compañero se distrae y me promete una letra de cambio que Escobar le firmó a su mamá por la venta de una casa a finales de los setenta. Uno más imaginativo me dice haberlo visto tomando aguardiente en un taxi al frente de una reconocida legumbrera de Llanogrande. Cuando ya era un hombre buscado en bloque. Cuando creo que ha sido suficiente me llama el hijo de Humberto Coral, uno de los policías que comandó el operativo para dejar al Patrón dormido en un techo. Su papá fue asesinado 5 meses después a solo unas cuadras de donde cayó Escobar. El capo seguía matando después de muerto.

No vale la pena esconder los fantasmas, mejor revivirlos, que revoloteen de nuevo, así asusten. Claro, serán imprecisos, etéreos, deformes. Así son los muertos.

18 comentarios:

  1. Alejandro Martín6 de junio de 2012, 5:22

    Nos quedas debiendo el comentario de la serie, porque no dices nada y pareciera que no importara. No todas las representaciones son iguales. Quizás todas sean igual de inocuas para el mito, quizás la telenovela tenga el mismo efecto que su muñeco de estantería. Pero a mí si me interesa saber cuál es su visión de la maneras como se representa el narco y la historia de Colombia que se cuenta con él como protagonista.

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  2. Yo no le veo problema de revivir el mito para los mayores de 35 años. ¿Pero que pensará de la serie un niño de 12 años, el cual vive en una zona rural y ve la serie? En mi opinión es clarísimo que las series de narcotraficantes, -no solo la de Pablo Escobar- por la manera en que son presentadas lo único que hacen es motivar a los niños y jóvenes de escasos recursos a seguir los mismos pasos.

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  3. Alejandro M., He visto dos capítulos de la serie. Me ha parecido relativamente seria. Tal vez lo más problemático sea elegir los episodios de la vida que van a armar la figura de Escobar. Mucha gente quiere que la serie revele secretos que la justicia colombiana nunca probó o que haga grandes juicios políticos. Otros pretenden que sea una oportunidad para la educación cívica con Mockus como guionista. No creo que eso sea posible, no es un documental ni un programa del ministerio de educación sino una adaptación hecha a partir del libro La parábola de Pablo, que según mucha gente es el más juicioso que se ha hecho sobre Escobar. No siento que se trate de una apología. No entiendo muy bien por qué en Colombia cuando se habla de nuestra historia macabra por fuera de los periódicos y noticieros se arma un revuelo que habla de manipulación o desinformación o frivolización. Digamos que es un capítulo reciente, tal vez de mejor factura y con menos cartilla escolar, de revivamos nuestra historia.

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  4. Anónimo 6:00, Lo primero es que la serie está en un horario para adultos y tiene esa advertencia en su inicio. Pero obviemos esa cuestión de simple procedimiento. Lo más preocupante de su comentario es asumir una especie de minusvalía mental de los niños y jóvenes de "escasos recursos". Oí comentarios parecidos cuando se hizo La virgen de los sicarios y cuando Rosario Tijeras estuvo en la Televisión. Algo así como, está bien que eso se escriba en los libros donde accede gente con un nivel mínimo de cultura que logra entender cierta complejidad, pero llevarlos al cine y a la televisión es peligroso, llega hasta la cabeza de algunos desvalidos y puede conducirlos al crimen. Si uno lleva su lógica al extremo podría proponer, una televisión hecha con plastilina y valores desde Señal Colombia para los estratos 1, 2 y 3, y otra en la que se pueda hablar de la historia reciente de este país para quienes logran al menos pagar uno de los operadores de cable. Los jóvenes de los barrios no se reclutan en la pantalla sino en las esquinas, y creo que una serie como la actual no hace más que entregar un pequeño brochazo de historia que no marca las decisiones fundamentales de nadie.

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  5. Muy loable que responda a los comentarios. Usualmente son espacios unilaterales de descarga repetida. Del programa: males necesarios.

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  6. Los niños y jóvenes de escasos recursos son más vulnerables a este tipo de series, no por minusvalía mental como usted concluye, sino por la misma pobreza en la que viven.

    Las películas son diferentes porque solo se tienen máximo 3 horas para mostrar los acontecimientos. En una serie hay muchísimo más tiempo. Además si ésta es exitosa la alargan innecesariamente para que sea más rentable. Estos alargues son los que, en mi opinión, influyen negativamente en la juventud.

    Muy chéveres las sinergias de El Espectador, Caracol Tv y Cine Colombia Ensayo de Hector Abad, Todos los columnistas alineados hablando a favor de la serie, entrevistas a los hijos de Galán hablando bien de la serie etc, estreno de la serie en las pantallas de cinecolombia etc.

    Negocios son negocios...

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  7. Anónimo dijo...
    Los niños y jóvenes de escasos recursos son más vulnerables a este tipo de series, no por minusvalía mental como usted concluye, sino por la misma pobreza en la que viven.

    Las películas son diferentes porque solo se tienen máximo 3 horas para mostrar los acontecimientos. En una serie hay muchísimo más tiempo. Además si ésta es exitosa la alargan innecesariamente para que sea más rentable. Estos alargues son los que, en mi opinión, influyen negativamente en la juventud.

    Muy chéveres las sinergias de El Espectador, Caracol Tv y Cine Colombia: ensayo de Hector Abad, todos los columnistas alineados hablando a favor de la serie, entrevistas a los hijos de Galán hablando bien de la serie, estreno de la serie en las pantallas de cinecolombia etc.

    Negocios son negocios...

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  8. Anónimo 9:59

    Es una estupidez concluir que las opiniones de los columnistas de El Espectador están marcadas por una alianza entre el periódico y Caracol. En ocasiones la suspicacia no afila la razón sino que la hace cada vez más roma. Según usted entonces bastaría poner un máximo de capítulos para que la serie no fuera tan dañina. No le choca su contenido sino su extensión. Cuando uno se queda sin argumentos le toca acudir a malabarismos extraños. A propósito por qué no pide que les nombren acudientes a las familias pobres para que puedan prender la televisión. Amellar

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  9. Pascual:

    Yo veo dos posiciones encontradas. La primera, resumida en la cantinela exagerada, hiperbólica, que abre cada episodio: “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. La segunda, asumida por muchos columnistas graves y apesadumbrados: “quien conoce su historia está condenado a repetirla”. O sea: veámosla o no, la historia del capo se repetirá fatalmente. Otro, más pedagógico, quiso explicarnos la psicología de los “malos” comparando a Pablo Emilio Escobar Gaviria con Adolf Hitler, lo que me parece una visión bastante angosta del asunto. Y Omar Rincón, el televidente más juicioso de Colombia, ya advirtió que el personaje será amado hasta el final porque “la gente” se queda con la impresión favorable que le dejaron los primeros capítulos.
    Me parece que en todos estos argumentos está el prejuicio de la “minusvalía mental” de “la gente” - de la que, claro, nunca hace parte el que la nombra-. A ella, a “la gente”, hay que explicarle quiénes son “los malos” y recordarle que “eso no se hace”. Lo cierto es que a pesar de que se trata de hechos muy recientes, es todavía poco lo que sabemos de Escobar. “¿Verdad que empezó revendiendo cigarrillos de contrabando?”, me ha preguntado más de un vecino de Medellín nacido después del 80. Por supuesto la serie no llenará esos vacíos, o los llenará a medias, pero entre eso y nada, yo prefiero a este Escobar de peluquín.

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  10. Muy bacana la columna y enfrentar el tema.

    Creo que nadie ha mencionado noticia de un secuestro, que también cuenta con seriedad como era Pablo, aunque necesariamente también termina contando un fragmento, como decís.

    Yo me leí el libro de Salazar y creo que la novela es mucho más "apologetica" de Pablo que el libro, no sé bien por qué, tal vez por el motilado de Pablo que es tan carismatico.

    Ese tema de la minusvalía es clave para hablar de la novela y de muchas otras cosas. Seguro que no es por minusvalía, pero que la imagen de Pablo es más positiva entre la gente más pobre creo que no tiene discusión. Y es una imagen positiva sin importar ni libros ni telenovelas.

    Es que por ejemplo hasta el reportaje de Juan José Hoyos del fin de semana donde Pablo también termina siendo apologetico un poquito ¿o no?

    Creo que dije pues bastantes brutalidades ya. Banderiandome desde 1974.

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  11. Claro, con mi comentario diciendo que eso es apologetico estoy reconociendo mi minusvalía mental. no importa.

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  12. Sugerir que es estúpido pensar que El Espectador está alineado promocionando la serie de su Canal de Televisión (son del mismo dueño)... eso si que es estúpido.

    Y todavía más estúpido describir la relación entre ambos medios como una "alianza", cuando es evidente que son la misma vaina.

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  13. Pablo, estoy de acuerdo con lo que decís. Caracol se pone a la defensiva porque sabe lo que se viene, por eso tira la famosa frase de la historia y su repetición. Con eso intenta equipararse a las "casas de la memoria". Digamos que es fastidiosa pero entendible esa actitud en la que los dueños de la serie se ponen en un papel aleccionador.
    Lo otro es que la historia de Escobar nunca se repetirá. La relación de la sociedad con los narcos ha cambiado irremediablemente, como quien dice pasamos de Pablo Escobar a Don Berna. Una versión chueca. O incluso a capos que solo "distinguen" en Urabá, como el Juan de Dios Usuga capturado el 1 de enero en su fiesta en Acandí. A propósito lo vendió uno de los merenderos con un localizador en el estuche de la guitarra.
    Y no creo que sepamos poco de Escobar. Se sabe bastante del man. Por ejemplo, otro de mis "narradores" de la semana pasada me contó que fue un tío suyo, subdirector de La Catedral, quién le consiguió su cartón de bachiller. Uno de los caprichos de viejo Capo en su propia cárcel. En fin, creo que hay muy buenos elementos para hacer un retrato de Escobar.

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  14. Juan David, tal vez sea inevitable que en la serie Pablo tenga algo más de carisma que en el libro. Además del peinado irresistible está esa especie de timidez del Patrón. Pero quién le puede reprochar al actor, quién puede decirle, "no, es que necesitamos que la gente odie al personaje". Su trabajo es sobre todo hacerlo creíble y creo que lo logra.
    Sobre la crónica de Juan José Hoyos. Creo que en la época que se dio todavía el mafioso tiene ese pintoresquismo que esconde su lado terrible. Pero la crónica, si me acuerdo bien, está escrita bajo una mirada burlona sobre el capo que es muy buena.
    Claro que en muchos sectores Pablo será siempre un benefactor que cayó en desgracia con el Estado. No es mentira que en el barrio Pablo Escobar algunas de las estatuillas de las que hablamos tienen altar. Ese es el caso más caricaturesco, pero se ve en muchas partes con menos intensidad.
    Pero si en muchas universidades la gente miraba a Alfonso Cano como un intelectual comprometido, por qué en los barrios Pablo no va a ser un benefactor en desgracia. Recuerde la versión de Julio Cesar Londoño, El último romántico .

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  15. Anónimo 5:41 quédese tranquilo, usted ya descubrió la terrible trama entre Caracol TV y los columnistas de El Espectador. Me imagino que logró desentrañar esos vínculos entre un Sudoku y otro. El Espectador hace apología de su verdugo por orden de Julio Mario Santodomingo, el otro capo. La estupidez bajo el manto de la suspicacia.

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  16. Mejor no lo pudo decir este señor:

    http://www.kienyke.com/kien-escribe/escobar-la-gran-alianza-de-los-medios/

    Pero claro, como el que piensa diferente a "Pascu" es estúpido. Y además ese argumento trasnochado de llevar todo al extremo ("Plastilina", "Terrible trama entre Caracol y El Espectador" etc) para descalificar los argumentos de los demás es triste por decir lo menos.

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  17. Anónimo 17:12. Siento que de verdad fui agresivo en exceso en mis respuestas. Le pido disculpas. Me molestó esa sugerencia de que los columnistas de El Espectador estábamos alineados con la serie por una directriz de Santodomingo. Creo que es absurdo solo pensar como podría ser eso: con un memorando, una carta, varias llamadas ¿Usted de verdad cree que así funcionan los columnistas de El Espectador? Llevo 4 años escribiendo mi columna con ellos y nunca he recibido un comentario, ni antes ni después del miércoles.

    Creo que usted confunde dos cosas. Es posible que El Espectador le haya dado un despliegue noticioso exagerado a la serie, y es posible también que en esa decisión haya un afán propagandístico. Pero eso es distinto a una opinión de sus columnistas sobre las bondades de una novela con la vida de Escobar. Eso no es más que lo que llaman Free Press, aburridor sin duda pero tampoco para pintarlo en tono de conspiración. Leí la columna de Daniel Pardo en Kien & ke
    La gran alianza de los medios

    Estoy de acuerdo en varias cosas aunque me parece que por momentos es contradictoria. Y él mismo confiesa cierta mirada conspirativa. Pero creo que mi argumento en la columna está resumido en una línea del final del escrito de Pardo: "La telenovela de Escobar puede ser buena y tal vez necesaria."Ah, y recuerde que aquí se han hecho portadas de Betty la Fea, Café y otras.

    Un saludo y una disculpa de nuevo.

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