Los experimentos sociales encarnan siempre un riesgo y una osadía.
Preparar un pequeño laboratorio para observar el comportamiento humano y sacar
algunas conclusiones ha llevado a las peores tiranías y a los más sonados
fracasos colectivos. Utopías que se convierten en infiernos y buenas
intenciones que terminan bajo la mueca burlona que componen los años y los
imprevistos. Desde algo más de una década Erwin Goggel, un colombo suizo
empeñado en el cine y en algunas ideas entre originales y excéntricas, resolvió
hacerles una propuesta a varios hombres en la vereda El Tigre, en el
corregimiento de Río Cedro, Córdoba. El plan era sencillo: si se hacían la
vasectomía les entregaba tres hectáreas y media de tierra con la condición de
que no podrían vender ni arrendar, un lote a su nombre para que lo trabajaran. Todos
eran hombres jóvenes con hijos y sin trabajo ni tierra, viviendo bajo una
especie de círculo tortuoso en el que se suma descendencia y se restan
oportunidades.
La idea cayó como una bomba en el pueblo y sus alrededores. Quienes
tomaron la decisión de “mocharse” fueron repudiados por amigos y familiares. El
pueblo de los “capados” llegaron a llamar al arrume de parcelas en el que ahora
viven diecisiete familias. Los llamaron maricas, bueyes, novillos y les
aseguraron que luego de tres meses se les iba a morir el “compañero”, el de
abajo. Goggel fue bautizado el “cachaco loco” y se le acusó de ser un rey en
busca de esclavos o un forastero que iba enriquecerse a punta de operaciones.
Un documental hecho por el mismo Goggel muestra la evolución de esas familias
luego de diez años largos de la “poda” general. Quienes antes ganaban 15.000
pesos semanales arrancando ñame y veían las opciones del narcotráfico, el
abigeato o la mendicidad como salidas posibles; hoy tienen un rancho con maíz,
plátano, ñame, gallinas, marranos, un lago común con pescado y una moto para
que los hijos mayores puedan ir hasta el bachillerato en Moñitos. “De comida
estamos bien…Yo iba mal, sin tierra, sin nada y ya con dos hijos, ya tendría
como cuatro o cinco, una cada año…”, dice Cérvulo Zapata uno de los que se
atrevió a apostarle a ese extraño intercambio. La pobreza no ha cedido del
todo. Comprar el uniforme y los útiles, mandar los hijos a un colegio en
Montería, buscar ingresos más allá de la subsistencia sigue siendo un reto
difícil.
Pero una conciencia distinta ha llegado hasta los ranchos de esos hombres
y mujeres: “El que quiere gozar la juventú que no se case y cuídese con condón,
con pastillas con lo que sea…ahora estoy sabroso, ya no voy a tener más hijos”.
Le preguntan a una de las mujeres y se ríe con algo de vergüenza: “Ya nos
podemos concentrar en gozar, ya no hay miedo de un embarazo”. Y miran con
ternura a los burros que no piden uniforme y “estudian trabajando”. Al lado de
las parcelas que agrupan ese fértil experimento hay una hacienda de 450
hectáreas en manos de la fiscalía y en trámites de extinción de dominio. No hay
parceleros sino ganado pastando. No hablo de la imposición del control natal
por parte del Estado. Pero valdría la pena que el documental de Goggel
estuviera en las oficinas públicas sobre restitución de tierras y en los
talleres sobre desarrollo rural y en la mesa en La Habana. Nunca sobra un
ejemplo exitoso en medio de temas tan difíciles como la posesión de la tierra,
la descendencia, el sexo, los prejuicios culturales.
Excelente propuesta, Fujimori en su gobierno hizo control natal a su manera.
ResponderEliminarLa cuestión es que la iglesia no promueve el control natal por sus razones muy particulares.
Interesante tu articulo Pascual donde se puede ver el docuemntal
ResponderEliminarPascual, este caso amerita otro paseo de esos como los del Casanare. Se va unos dîas para Moñitos y nos hace un resumen bien bueno, nos cuenta en mâs detalle cuâles son las verdaderas diferencias entre los "capados" y los demâs... "La pobreza no ha cedido del todo."? eso sî, si ve evidencia de progreso no se le olvide ir a preguntarle al pârroco quê opina.
ResponderEliminarEl mismo tema en LA times 2010
yo tambiên quisiera ver el documental... quiên se lo levanta?
Está buena la idea de viajar a Moñitos. Lástima que no haya mucho tiempo para el trabajo de campo. Hablaré con Goggel para que monten el documental en alguna parte. Los testimonios son sin duda memorables. Cuando le pregunta a uno de los "capados", el más fértil de todos que ya tenía 3 o 4 hijos, por qué tuvo toda esa tanda, el hombre responde, "por ignorancia, yo era un campesino analfabeta, y no no piensa ni recuerda nada distinto a bombear cintura".
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