En el aire se
respira la idea de que dios los creo superiores por el solo hecho de haber
nacido en su amada comarca. Hoy caminan un poco más erguidos, seguros de que
están a punto de cumplir una obligación de vida o muerte. Van a depositar su
voto para salvar la patria. Por eso exhiben un poco de agresividad y unas
maneras decididas bajo la camisa con un caballito bordado a la altura del
corazón grande. Las señoras han gastado toda su laca para ganar un poco de
altura con sus penachos recién teñidos. Muestran sus garras arrugadas como en
los días de promociones decembrinas. Las camionetas con vidrios polarizados se
arremolinan en torno a la puerta del colegio donde está el puesto de votación. Algunos
han reforzado sus certezas con la misa de madrugada y van con sus hijos tomados
de la mano. Piensan en voz alta, recriminan al aire a los posibles adversarios,
se saludan con chistes sabidos que son también veladas advertencias. Su figura
y sus actitudes recuerdan el comienzo de un poema de José Manuel Arango: “Hay
gentes que llegan pisando duro / que gritan y ordenan / que se sienten en este
mundo como en su casa (…) Y no les duele un hueso no dudan / ni sienten un temor
van erguidos / y hasta se tutean con la muerte”.
El coliseo
acondicionado como lugar de votación es ahora una hirviente capilla partidista.
Los tarjetones que alejan el abismo castro-chavista se han agotado y los
ciudadanos intentan quedar en los registros oficiales por medio de gritos e
insultos. Los jurados de mesa, algunos tan convencidos como los propios
votantes histéricos, son increpados como culpables, señalados de traidores,
maltratados por supuesta ineptitud. Se impone la “soberanía del odio” y
comienzan los coros. Cuando llegan las fotocopias el tarjetón se convierte en
una comunión obligatoria para todo el rebaño que asistió a votar. Ya los
jurados no esperan la pregunta de los votantes, ni siquiera ofrecen las
opciones posibles, ahora suponen que la masa es una sola y pura. Ya el gran
líder, el guía, el santón, ha dejado muy claro las obligaciones de orden,
disciplina, patriotismo y devoción.
El fascismo
hablaba de una noción bélica de la política, de la necesidad de una amenaza
invisible, del triunfo al crear una “intensa convicción sin argumentos”. Desde
la tribuna un monaguillo del gran líder, un joven de sombrero y camisa rosada
empapada por el sudor de su sacrificio, arenga a los fieles que muestran los
dientes, que sienten la alegría de ser legión, que pretenden ser partisanos
antes de regresar al centro comercial. Cuando los policías le recuerdan al
joven de las arengas que no puede soltar su prédica en ese sitio, responde que
solo saldrá del coliseo con los pies por delante. Al fin alguien ha mencionado la
palabra “muerto”, ya era hora. El termómetro marca 34 grados centígrados bajo
el techo del coliseo. El disenso se ha convertido en falta de respeto y el coro
unánime grita fraude mientras atestigua que sus mayorías en ese punto son
cercanas al 90%. Hay una paradoja en ese puesto de votación. El dominio de una
certeza política se hace casi unánime y el temor crece en el ánimo de los
vencedores.
En las afueras
del colegio vuelven las risas de satisfacción de los votantes, sienten que han
entregado una lección, además han liberado un poco de rabia y han soltado una o
dos palabras destempladas contra quienes parecían apoyar a esos malditos
comunistas, a la izquierda mal nacida. Ahora comen empanadas en los bajos de la
iglesia y sueltan las dos monedas de doscientos al señor que cuidó sus
camionetas.
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ResponderEliminarEstimado Pascual, excelente la columna. Sin duda, el fervor con que votan quienes creen que através de ello están espantando el fantasma castrochavista, comunista y guerrillero, demuestra que su afiliación a su partido es como la de los religiosos. Pero este fenomeno de política pasional que se asemeja al partidismo de antaño habría que verlo con ojos diferentes a los del clientelismo político que caracteriza a las toldas liberales, conservadoras y de cambio radical. El lider carismático construye un miedo que sus fieles se creen y motivados por la creencia de que marcando la cara del designado, en la urnas, ponen su granito de arena para espantarlo. Por eso es que de ahi salen a comer empanada y no a reclamar el tamal.
ResponderEliminarEs bien curioso, esta gente, de la que habla Pascual, hace 20 años no intervenía en lo público. No les interesaba, eso lo veían como algo despreciable, ordinario, para pobres.
ResponderEliminarVer uno un chat de exalumons de colegio, con los que uno no se ve hace 30, 40 años. Todos, en coro, sin mucha argumentación, detrás de un caudillos, como borregos. El daño es cultural, es profundo. Es una amalgama fastidiosa de montañerada, con clasismo y gustos narco-paras. Es un lenguaje ramplón y una chabacanería. Esto va para largo.
Hombe pascual que buena columna,como te he dicho en otros comentarios sos un crack con tus escritos, con tus opiniones, en la forma como haces para que uno no abandone la lectura de tus columnas, haces que uno las lea completicas asi no este de acuerdo con lo que escribes, pero de un tiempo aca al final de cada lectura se concluye que, todo lo que escribes y tenga que ver con Uribe lo haces como con rabia, odio, y o interpreto como con mala intencion, me gustaria leer este tipo de columnas con personajes que tengan afines A Petro, Fajardo, Santos, El polo, Etc, Hermano disculpa lo canson. Un Abrazo
ResponderEliminarHarol Bedoya
Harold para nada cansón. Valen los comentarios y las críticas. Pero no creo que la columna destile odio contra Uribe. Solo describe la agresividad de muchos de sus seguidores, el temor a lo que se anuncia distinto, la rabia frente a quien los interpela Mirá que ni se menciona a uribe. Sobre columnas de otros candidatos, dale una mirada al Blog y sus últimas 4 semanas, ahí encontrarás dos sobre Petro. Pillá y verás. Saludos.
ResponderEliminarSentí que describías el lugar donde yo voté, en el colegio Palermo de Medellín... La verdad fue una jornada muy desconcertante, llena de odio y violencia. Al parecer el dogma uribista hace que las personas opten por tomarse la justicia en sus propias manos y agreder a todo el que piensa diferente.
EliminarYo le cogí más pavor a esa ralea purificada y correcta, porque se convirtió en cuadrilla del barrio popular pero con más almidón; además los guía esa convicción de estar salvando la finca y la empresa. Ayer una amiga que estuvo en un puesto de votación en El Poblado contó que tuvo que aguantar a un señor con aire de gamonal repitiendo que el tarjetón de Petro ni deberían ofrecerlo por respeto a las víctimas de las FARC, y que lo mejor era matarlo. Así, sin sutilezas. Vivir en Medellín y no ser uribista debería sumar semanas de pensión.
ResponderEliminarEl espiritu crítico debería de fomentarse en lugar del fanatismo hacia cualquier lado; hace muchos años escuchaba en la U de A al profesor Fernando Savater advirtiendo sobre los totalitarismos, formas de prepararnos para una guerra sin descanso y sin la capacidad de escuchar.
ResponderEliminarBacano Pascual, felicitaciones.
ResponderEliminarY así como Pedro destruye tus Columnas, El gran Colombiano destruye lo que queda de Colombia. La diferencia es que Pedro lo hace con amor y humor; el otro lo hace con odio y generando Miedo. Saludo Hermano
Debería hacerse una ilustración al común de la gente, para que veamos hasta que punto tienen los programas de ideas colectivistas o de ideas con intereses propios de un enriquecimiento particular con beneficios para unos cuantos. Mejor dicho, creo que nos falta mucha educación a muchos para saber escoger quien va a manejar la cosa pública
ResponderEliminarLa droga como lo ha afectado. Allí voté. Solo vi gente indignada con la logística y era solo para un grupo especifico. Lo que veo es un resentimiento de su parte y la intención, ridiculizando a un grupo de personas de alentar una guerra de clases. Solo era gente queriendo expresarse. Y veo también un tufillo de superioridad intelectualoide que lo lleva a burlarse demostrando que , quien sabe porque su complejo lo carcome.
ResponderEliminarHola Pascual, disciento en algunos aspectos contigo pero esta columna refleja esa sociedad de mojigatos resanderos que conocemos. Muy buenq.
ResponderEliminarJuan Guillermo, por la forma como escribe creo que la droga medicada lo ha afectado de manera un poco más grave que a mí. Espero el asunto sea pasajero. Le deseo pronta recuperación.
ResponderEliminarQue bueno leer una columna sobre los negocios de "señor" padre Feile desde la gerencia de EPM y Fajardo. De sus pilatunas con Orbitel y sus oscuras maniobras con lo público.
ResponderEliminarQue descrinieras cómo un un insulso hijo de papi, cuyo mérito cree sustentar en un socialismo burgués de niño rico cuyo mayor gesto de rebeldía es ser mariguanero.
https://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/8887-epm-y-orbitel-un-caso-de-corrupci%C3%B3n-e-impunidad.html