Entre 1930 y
1970 se crearon en diferentes países de América Latina al menos 10 empresas
públicas dedicadas a la generación de energía. Todas construyeron sus capacidades
y recursos de la mano de las centrales hidroeléctricas y se encargaron de mover
a la industria naciente y de iluminar a las aglomeraciones urbanas cada vez más
exigentes. En 1970 las hidroeléctricas proveían cerca del 50% de la energía que
consumía la región. Colombia era, detrás de Brasil y México, el tercer país en
generación hidroeléctrica en América Latina. La experiencia acumulada y los
recursos hídricos (tres veces mayores que el promedio de nuestros vecinos) nos
han llevado al punto en que estamos hoy: durante las temporadas de invierno las
hidroeléctricas generan hasta el 85% de nuestra energía, y en un verano como el
actual están generando algo más del 62%. Tenemos 33 embalses de magnitud en
diferentes cuencas andinas en el país y una cobertura de energía que supera el
97% de la población.
El acumulado de
problemas en HidroItuango, tan grande que todavía genera incertidumbre sobre la
viabilidad del proyecto, ha llevado a algunos a cuestionar la existencia misma
de los embalses, a descalificar la energía hidroeléctrica como una posibilidad.
Un bonito discurso para dejar correr los ríos y bajar el brake. Parece que muchos han olvidado que la actividad humana
implica siempre una elección entre males mayores y menores. Es lógico que las
presas tienen un efecto sobre los ríos, sobre su cauce y sus ecosistemas
cercanos. También lo tienen nuestras ciudades que encausan, ensucian y luego
intentan limpiar, y los cultivos que toman agua para el riego, y las canteras
que sacan piedras y arena, y el turismo que arrima a las orillas con sus
fiambres y sus cremas. El tono de los radicales de hoy es muy similar al de
Tomás Carrasquilla hace 100 años mirando al río Medellín: “Frente a tu señora
no podrás hacer tus contorsiones ni correr por donde quieras. Tus bancos de
arena, tus serpenteos, los dejas para afuera. Aquí te pusieron en cintura, te
metieron en línea recta; te encajonaron, te pusieron arbolados en ringlera. Has
perdido tus movimientos, como el montañero que se mete en horma, con zapatos,
cuello tieso y corbatín trincante.”
Pero más allá de
los cantos bucólicos están algunas cifras para el consuelo. Europa intenta “descarbonizar”
su energía y frenar la expansión nuclear que ha dejado desastres de magnitud e
implica riesgos permanentes. Inglaterra cierra sus térmicas alimentadas con
carbón y Francia lucha por clausurar 17 de sus 58 reactores nucleares. En el
mundo se reconoce a América Latina por generar el 52% de su energía con centrales
hidroeléctricas y ser un líder mundial en las emisiones bajas en carbono. Para
muchos especialistas, nuestra región tiene “la matriz energética más limpia del
mundo”. Sin desconocer los efectos ambientales y sociales que tienen las
grandes centrales, y los necesarios controles y compensaciones.
Los cambios
significativos hacia otro tipo de energías renovables no se verán en el corto
plazo. En América Latina se construyen hoy 10 megacentrales, HidroItuango es la
tercera en esa lista. Si se lograra la meta del gobierno para los próximos 5
años, energía eólica y solar ofreciendo el 10% de la canasta energética, eso
significaría que producirían apenas dos terceras partes de lo que promete
HidroItuango.
El corrillo
contra las hidroeléctricas está obligado a pensar en alternativas y consecuencias,
o simplemente prender la vela.
Clarito y rotundo para que tanto chifladito que se las da de analista deje de hablar caca
ResponderEliminarEs que no deja uno de asombrarse del desperdicio de recursos y de la lentitud de la gente para darse cuenta de ellos.
ResponderEliminarExcelente articulo ...
ResponderEliminarSi, completamente de acuerdo con Pascual. desafortunamente no somos conscientes, de que se tienen que construir, las hidroelectricas, para proveernos a todos, con nuestro insaciable gasto de energia, electrica. Si dijeran: listo, dinamitamos la presa de Hidroituango y no construimos mas hidroelectricas, pero todos tiene que limitarse a gastar, una determinada cantidad de kilovatios al mes y al excederse, quedan sin energia, hasta el otro mes;lo aceptariamos?.
ResponderEliminarEstá bueno el articulo pone los pies en la tierra. Sin embargo creo que el autor deberia precisar que la energía hidroelectrica a partir de grandes represas es algo que hoy ya no se considera viable por sus grandes impactos socioambientales,varias instituciones como la comisión mundial de represas lo reconocen. Hoy se habla de energía hidroelectrica pero a partir de pequeñas centrales hidroelectricas cOn presas pequeñas que generarian hasta 5 o 10 MW.
ResponderEliminarExcelente artículo. Nos coloca en la realidad y a cuestionarnos...impresindible la energía? Que tan preparados estamos para al menos disminuir su consumo ?
ResponderEliminarGracias por este articulo, claro y conciso. es con la pujanza de empresas como EPM que nuestro país se desarrolla, es indiscutible que nuestro estilo de vida depende de la energía y de los recursos naturales.
ResponderEliminarPropongo la pena de muerte para los directivos de la EPM y si no como mínimo declararlos objetivo militar.
ResponderEliminarLas razones? Sobran