Leer
promesas de candidatos requiere una vacuna previa contra las enfermedades
gramaticales y delirios de optimismo. Y preparación mental contra la condescendencia
y el lugar común, y buenas defensas para soportar la redundancia. Asumí la
ingrata tarea de leer el programa de gobierno del único candidato a la alcaldía
de Medellín al que conocen más del 50% de los ciudadanos según la última
encuesta de Datexco. El candidato es un antiguo vendedor de pilas que llegó a
la política invitado por el expresidente Uribe al puesto 13 de una lista
cerrada al senado. Malos augurios. En su curul solo tuvo una sonada
intervención, corta pero elocuente: un hijueputazo dedicado a una
contradictora. Pero su programa de gobierno, cuadernillo lo llamaré en
adelante, habla de sus participación en grandes debates y “control político
respetuoso y propositivo”.
Su
primer lugar en las encuestas obedece a la triste nemotecnia electoral, al
nombre y los posibles votos heredados de su padre, presunto beneficiario de
algunos votos y favores de paramilitares. Pero esa es otra historia. Concentrémonos
en el cuadernillo de 125 páginas. Lo primero es que tiene mucho de propuesta de
“emprendimiento”, una de las palabras que suena como campanilla en cada párrafo.
La inexperiencia de los que lo intentan por primera vez, los llamados
grandilocuentes a referentes internacionales, el desconocimiento del día a día
más allá del boceto optimista y la creencia según la cual decir tres veces lo
mismo es decir más. También tiene el vocabulario aprendido y vacío de quienes
han ido a cuatro conferencias de gurús internacionales en un año: gobernanza, innovación,
ecosistema y resiliencia.
Lo
primero que llama la atención es su delirio por convertir la administración en
socia minoritaria de los empresarios. Cuando usa la palabra progreso habla de “una
administración pública al servicio del empresariado, a la consecución de
inversión y turismo para la ciudad, y a la formalización de quienes no tributan”.
De ahí se viene la cascada de propuestas de Alianzas Público Privadas para
cárceles, ampliar el Atanasio, museos, renovación urbana e infraestructura
vial. Por último llama a EPM a seguir el ejemplo del GEA y convoca al comité
intergremial para nombrar el gerente la empresa de servicios públicos. Todo sin
mencionar a HidroItuango. Me hizo recordar algunos contratos de Tronex, la
empresa donde vendía pilas, con el departamento cuando su papá era gobernador.
En los
temas de seguridad invoca las cámaras, exitosas en Jerusalén, con sensores de
reconocimiento facial y ubicación de armas, explosivos y drogas en vehículos. Eso
sí, combinadas con las luces LED azules de Tokio y sus efectos tranquilizantes.
También clama por mejor espionaje y pone a Laureles y El Poblado como referentes
para las demás comunas. Me imagino que piensa en una APP con empresas de
seguridad. En educación no habla de la deserción creciente a los 15 años sino de
la programación de códigos fuente en noveno y décimo grado. Y cuando los
profesores de colegios públicos ganan casi igual que los vigilantes busca convertir
a Medellín en el Boston de Suramérica.
Menciona
tres veces la palabra equidad y confunde “movilidad social” con “movilización
social”. Y como no se traga a esa gente que todo lo quiere gratis, pide que quien
haya recibido un subsidio lo cubra limpiando parques o calles. Pero es
humano y por eso cuando habla de la necesidad de una sociedad feliz termina
apelando a la disciplina, el ahorro, la excelencia, la puntualidad, las metas
ambiciosas y el respeto a las normas establecidas, una mezcla de curso por
comparendo y autoayuda.
No
puede ser que le entreguemos el emprendimiento de La Alpujarra a un heredero
que, como lo demuestra su cuadernillo, no tiene una sola idea sobre la ciudad.
Censores, de cuáles?
ResponderEliminarCensores o sensores o ambos
ResponderEliminarQué será lo que quiere con quien haya trabajo. Pero, en fin, rabo de ají también es humano. y debe estar muy ocupado para releer lo que escribe. Ojalá deje tanto oficio vano.
ResponderEliminarMuchas veces las columnas se escriben así, un poco a contrareloj y así uno de la última mirada se van cosas. Siempre se necesita un ojo ajeno para atisbar lo que el propio no ve. Y no culpo a los encargados en El Espectador, ellos tienen que corregir y montar al menos 10, y seguro la mayoría, como yo, mandan sobre el tiempo. Gracias por su lectura y corrección.
ResponderEliminar¿No se torna tedioso leer cartillas llenas de palabras rimbombantes de las cuales el escritor no sabe ni qué significan ni cómo utilizar?
ResponderEliminarClaro, es posible que sí, pero hay diferencias, por ejemplo, esta no es una cartilla, es una simple cuartilla, y además, no pretende ser credencial para decir que tengo ideas serias sobre un ciudad tan compleja como Medellín, y conozco sus problemas, y he pensado en sus posibles soluciones; esta es solo una opinión sobre un candidato que nunca ha tenido presencia en lo público, que nunca ha dicho nada sobre la ciudad, que Medellín solo conoce por heredar un nombre y un apellido, y por ser señalado por un padrino.
ResponderEliminarSobre el tedio de leer, reconozco,la gente puede aburrirse leyendo la cuartilla, esa sí es mi culpa. Saludos.
Mmm sabe pascual que lo peor es que gane, con esa maquinaria que tiene, preocupa otra vez que le ayude más su respaldo que sus argumentos
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con vos Pascu 👍🏻
ResponderEliminarNo pudo hacer un mejor retrato que, sin mencionar el nombre ya se deduce a quien. Se refiere, lástima un poco tardía la columna para que hubiera servido de análisis y toma de consciencia para algunos pocos, claro que nuestra sociedad como resultado de la educación deficiencia no es que haga mucha reflexión.
ResponderEliminar