Es
lógico que intentemos pensar que el virus pone en nuestras manos una muy clara
elección correcta. No queremos dilemas como los que viven los médicos en las
puertas de las UCI, estamos dispuestos a hacer grandes sacrificios, no ha
responder preguntas difíciles. El escenario parece relativamente claro: parados
frente una amenaza global de muerte, la prioridad es salvar vidas ¿Y cómo se
logra? Teniendo menos contagios, y para eso es absolutamente necesario tener
menos contacto. Quedarse en casa es la premisa que entregan los médicos que ven
los estragos día a día en los hospitales, los epidemiólogos que trazan sus
curvas con terror, poniendo cruces en sus cuadros, y los gobernantes que miran
aterrados hacia los hospitales y los cementerios… Y hacia la curva temible de
las encuestas.
Pero las
recomendaciones sensatas desde los hospitales traen consecuencias en cuartos
distintos a las Unidades de Cuidados Intensivos. La precaución frente al ataque
del virus crea necesariamente sufrimientos sociales, estragos económicos,
desbalances familiares, crisis personales. No se trata del falso dilema entre
la vida y la economía, entre unos cuantos codiciosos y la salud de todos, entre
el balance de las empresas y el conteo de las muertes. La quietud mundial que
se impuesto afecta sobre todo a quienes basan la subsistencia en sus recorridos
diarios, en sus esfuerzos de puertas para afuera, en el pago por sus servicios
o su rutina del minuto a minuto.
Peter
Singer, profesor de bioética en Princeton, lo dice con arriesgada claridad en
una conversación publicada el domingo pasado en el NYT: “Creo que la
suposición, y ha sido una suposición en esta discusión, de que tenemos que
hacer todo lo posible para reducir el número de muertes, no es realmente la
suposición correcta (…) Ningún gobierno invierte cada dólar que gasta en
salvar vidas. Y realmente no podemos mantener todo cerrado hasta que no
haya más muertes. Así que creo que es algo que debe entrar en
discusión. ¿Cómo evaluamos el costo general para todos en términos de
pérdida de calidad de vida, pérdida de bienestar, así como el hecho de que se
están perdiendo vidas?” Muchas de esas pérdidas no nos son simples sacrificios
temporales. En la misma discusión recuerdan cuántos afros perdieron
definitivamente su vivienda en Estados Unidos después de la crisis financiera
de 2008. Aquí pasarán cosas similares con quienes pagan una hipoteca y
perdieron su empleo ¿Y cuántas deserciones definitivas de adolescentes sumarán
nuestros colegios públicos luego de meses sin clases? El grifo de la cuarentena
se abrirá lentamente, de manera natural, sin los decretos del gobierno. Ya los
mecánicos de la calle están debajo de los carros, los vendedores de frutas
arrastran sus carretas, las prostitutas caminan las esquinas, las panaderías
ofrecen baratos sus buñuelos y la cerveza se entrega al escondido entre las
rejas. Lo mejor será que el orden oficial se adapte a esa realidad, que no
convierta la urgencia de la gente en una transgresión inaceptable, que no
impulse la multa y la agresión policial, y termine con 160.000 pesos de ayuda
para la misma persona que detuvo el día anterior.
Buena
parte de los casos en los que en Coronavirus resulta mortal se dan por una
especie de sobre reacción del sistema inmune. Cuando el organismo no logra
detener el virus y detecta un daño celular, provoca una respuesta inflamatoria
para defenderse liberando gran cantidad de citosinas. Esa inflamación
generalizada acaba en un daño sistémico y en la muerte del paciente. La
comparación puede ser válida al evaluar las medidas de los gobiernos y la
sociedad frente a la pandemia ¿Estaremos en una sobre reacción que puede causar
daños más graves al “sistema social”?
Que triste el $$ por ensima de todo
ResponderEliminarHasta de la ortografía.
EliminarEstamos a solo un paso de la implementación de medidas represoras y poco humanitarias; a las medidas que verdaderamente debemos poner en nuestra sociedad. Condonación de deudas, entrega de dineros de pensiones a estractos 3 y 4, apertura de centrales de riesgo a los reportados y reactivación de la economía con garantías a todos los involucrados.
ResponderEliminarNo, no se puede seguir una cuarentena tan infléxible. Ya hoy hubo varías protestas en Bogotá, en diferentes sitios, para pedir comida, la gente está aguantando hambre y necesitan salir, pero que salga también, la gente que les compra cosas, los ocupa, lleva carros a mantenimiento, etc. Ya hay una bomba a punto de explotar. Esto no aguanta más
ResponderEliminarPotente mirada holográfica del tema. ¿Cuál será ese punto de equilibrio? Creo que siempre habrá una gran diferencia, en lo biológico como en lo social, entre una sana defensa (sistema inmune estable) y una extrema defensividad (colapso inmunológico). Gracias por esta reflexión.
ResponderEliminarSalgámosle al toro
ResponderEliminarNo todo a la suerte
No todos en coro
La vida, o la muerte.
Quisiera saber cuando tenemos el punto de equilibrio, o cuando aprenderemos a convivir con el virus, por que si nos faltan muchos meses, para que puedan cuadrar la economía, mundial, somos muchos los que no vamos aguantar?
ResponderEliminarVamos rumbo a un estallido social, el hambre va poder mas que el miedo, saludos pascual, volveremos volveremos
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