domingo, 30 de marzo de 2025

Pecados capitales

 

Petro desconoce donación de una profesora a su campaña presidencial

 

Codicia es ahora la palabra preferida del presidente Petro. Ha reemplazado al petróleo como principal fuerza enemiga en su batalla por salvar la vida en la tierra: “Yo vengo elaborando una tesis de que la codicia desenfrenada termina acabando la vida, que el gran enemigo de la vida en toda su extensión, la naturaleza, la humanidad, el gran enemigo de la vida es la codicia…”, dijo en enero pasado y desde ahí se aferró a ese pecado capital que en su inicios, del latín cupiditia, definía un deseo desordenado, más cercano a la lujuria que a la avaricia. La raíz de todos los males es el amor del dinero, dijo San Pablo según la biblia. Santo Tomás de Aquino escribió que por el dinero el hombre puede llegar a cometer cualquier pecado: “Todo obedece al dinero”.

La nueva tesis también ha llevado a Petro hasta Jesús, el carpintero, “amante de la justicia social”, traicionado en el Congreso de Colombia por el “dios dinero”. La cruzada ha comenzado. La palabra le permite definir su enemigo para la seguidilla de elecciones que se vienen. Todos los que critican sus ideas, proyectos, sueños, delirios son ahora vendidos al oro, a ese dios falso que solo lleva a la muerte, o peor aún, a la extinción de la especie humana.

Para iniciar la batalla es necesario tener ejemplos ciertos, señalar algunos acaparadores, retar a los avaros poderosos, a los epulones. Ha escogido entonces a un gestor farmacéutico, casi ha ido hasta su bóveda de oro para encontrar las dosis de insulina escondidas. El ejemplo no es del todo bueno, resulta paradójico que un usurero decida suspender el negocio que lo hace rico. Si la gestora no despacha el medicamento, pues no se lo pagan. Pero el presidente tiene una respuesta. Se trata de una guerra de largo plazo y los droguistas epulones esconden el medicamento para enturbiar a su gobierno, para vencerlo en su lucha, en su camino de santidad al lado de los pobres.

El gobierno es experto en culpar al universo que conspira contra su voluntad y su heroísmo, también ha culpado a la historia, al poder incrustado en el Estado, a su propio gabinete que en un momento dejó de ser revolucionario. Pero hasta ahora todo se hacía en abstracto, en fábulas y a lo sumo tomando algunas cifras dudosas. El presidente ha dado un paso más allá. Ahora ha comenzado a inventar hechos, a tomar fotos de sus mentiras, a enviar a la superintendencia a develar el pecado capital y mostrarlo al público. Alguien debe meter la mano en el costado para que el pueblo crea. Llegó el acaparamiento, una palabra cara a Chávez en los tiempos de su declaratoria de la “guerra económica”: “Tú eres un ricachón, tú vas al infierno, al cielo no vas (...) es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un ricachón como tú Mendoza vaya al Reino de los Cielos", dijo Chávez en su momento, en el 2010, refiriéndose a Lorenzo Mendoza, dueño del Grupo Polar acusado de acaparamiento.

Chávez intentaba sostener el control de precios que llevaba siete años y había creado una crisis de desabastecimiento de alimentos. Justificar un fracaso y señalar un enemigo y un pecado capital. “Tú con tus millones y yo con mi moral”, sentenciaba.

El gobierno Petro lleva dos años asfixiando al sistema de salud. Lo dicen las propias empresas intervenidas por el ejecutivo que no se atreven a mostrar las cifras que los delatarían. Negar el dinero que se necesita para sostener el sistema, un control de precios a ojo, contra todas las evidencias, ha comenzado a mostrar consecuencias para la salud de miles de colombianos. Pero el gobierno está dispuesto a esos sacrificios en cuerpo ajeno para justificar su lucha contra la codicia. Se queda uno pensando en la soberbia, otro de esos pecados capitales.

miércoles, 12 de marzo de 2025

El cariño verdadero

 Benedetti y Petro: la amistad improbable que mueve la campaña - La Silla  Vacía


Gustavo Petro es un hombre arriesgado, le gustan las osadías, retar a las galaxias, mostrarse desafiante. Un político que no solo no rehúye las peleas sino que las busca con un dejo de irresponsabilidad. La condescendencia lo aburre tanto como el Palacio y lo entristece tanto como el ejercicio presidencial. La revolución debe mostrar los dientes. Y cuando el reto es contra los más grandes poderes pues el presidente pasa del gusto a la excitación. Lo demostró con su round contra Trump una madrugada de domingo. Y son múltiples los ejemplos de sus desdenes con gremios, partidos, periodistas, gobernadores, alcaldes y hasta comandantes del ELN.

Creo que detrás de su decisión de poner a Armando Benedetti como vanguardia de la retaguardia de su gobierno hay mucho de ese gusto por la camorra. Se han juntado dos buscadores de pleito, el presidente con sus ataques jactanciosos y su escudero con las arremetidas desbocadas. En esta ocasión Petro decidió retar a sus compañeros y detractores. El establecimiento, la oposición, sus funcionarios incondicionales, sus amigos del Eme, los medios, su familia, su vicepresidenta, los funcionarios que lo aman y hasta sus focas en las redes estaban en contra de la llegada de Armandito al primer círculo del gobierno del cambio. Pero Petro decidió que era el momento de las segundas oportunidades y que ese capataz de campaña era el mejor símbolo del frente amplio, del gobierno multicolor que debe reemplazarlo en el 2026.

Benedetti ha dicho que organizó más de cien manifestaciones durante la campaña y que hizo, durante ocho duros meses, los trabajos que nadie dentro del Pacto quería o sabía hacer. “¿Si a uno no le toman cariño por eso entonces por qué?”, se preguntó el ahora ministro del interior hace unos días. No por casualidad Benedetti ha estado en las campañas presidenciales de Serpa, Uribe, Santos, Vargas Lleras y Petro. Y se puesto la camiseta del Partido Liberal, el Centro Democrático, Cambio Radical, el Partido de La U y el Pacto Histórico. Cuando ganaron sus candidatos Benedetti tenía su juego en el Congreso y el ejecutivo era más su agencia de empleos que su lugar para ejercer el poder directamente. Pero Petro se atrevió, le molestó esa unanimidad contra un hombre costeño, franco hasta la crueldad, rumbero, sudoroso en las campañas, cruzado contra la mojigatería conservadora, manzanillo a la vieja usanza.  

Creo que los supuestos guardados de Benedetti son en realidad los secretos de la amistad, de una complicidad que solo entienden quienes vivieron aventuras inolvidables. A la manera del adolescente al que le prohíben la cercanía con su compañero calavera, el presidente se ha aferrado a Benedetti, su compañero en el “contacto popular”, su compadre de tablao. Roy, un hombre con recorrido y efectividad política similar a la Benedetti, no tiene esas condiciones. Más taimado, más culto, más sobrio. Por eso Roy está en el frío Londres y Benedetti en la candela.

Las predicciones decían que al final del gobierno Petro cerraría su círculo, la gente del Eme sería su primer anillo y vendría la radicalización. Pero el pragmatismo ha dictado otro guión. Y Petro, a pesar de sus mandamientos ideológicos, taras muchas veces, sabe que las campañas no saben de planes de gobierno ni comen de filosofías. En medio de ese realismo electoral, el presidente encontró el afecto, la amistad natural e insolente, mucho más valiosa que el amor que se declara, como en las telenovelas, en horario triple A.