jueves, 11 de diciembre de 2025

Noche de aguinaldos

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El presidente Petro decidió transmitir la entrega de regalos del gabinete ministerial en horario estelar. Invocó la luz de navidad que significa esperanza y transparencia: “Todo será austero –dijo Petro– al estilo de Jesús, el hijo del pecador, el niño del pesebre calentado por el aliento de los bueyes”. No hubo renos ni gorros rojos ni nieve falsa. Tampoco las panderetas de alambre con tapas de bebidas azucaradas. Los ministros llegaron cumplidos y nerviosos con sus regalos, todos con maracas con el sonido de las semillas ancestrales: “Son el latido del corazón del mundo –dijo Susana Muhamad en declaración a RTVC. “Ven, ven, ven…” pidieron los ministros hasta la media noche cuando apareció el presidente.

“Vengo de leer la biblia, instrumento de investigación y análisis, y quiero empezar con los regalos para dos migrantes perseguidos… Carlos Ramón y Laura”. Para el camarada Sandinista hubo un tiquete de ida a El Salvador, país vecino, incluyó tour a la Mega Cárcel del Cecot con dos noches y tres días de alojamiento. Y para Sarabia un tiquete de regreso y la jefatura de la Dirección Nacional de Inteligencia: “sabrá anticipar la verdad así le toque bajar a los sótanos fríos”, remató Petro.

El presidente siguió con Francia Márquez y hablando con la prudencia que hace verdaderos sabios le soltó su buscapié: “Ya le di un ministerio y lo dañó como juguete barato. Ahora voy a la fija, traigan el Software de Excel, ¡hay que ejecutar! Y el ajustico de la tarjeta de 35.000 de Netflix para la compañera”. Márquez le agradeció con su habitual mirada amable y le entregó un sacapuntas metálico: “Valió 550 presidente, austeridad, el borrador se lo quedo debiendo”.

“Venga Ministro Jaramillo, aquí le tengo el detallito. Un juego de tapabocas, medicina preventiva.” El ministro agradeció con una venia y le entregó al presidente una caja de Bonfiest: “Con moderación se goza más”, le dijo Jaramillo.

El siguiente llamado fue para Benedetti que lo recibió alegre con su aire de Rey Mago: “Yo también tengo amigas peligrosas. Bono en el Ménage Strip Club y Carnet del Sisben para que le ruegue a las prepagadas usureras”. Benedetti agradeció la enfermedad y la cura y le entregó en sobre cerrado una invitación anónima. “Es no cover, presidente”.

“Venga marica –dijo Petro llamando a Florian– aquí está su espada rosa, una espada libertadora de las masculinidades, la espada de un seductor”. El ministro se puso rojo y le entregó al presidente la bandera de la “guerra a muerte” en versión arcoíris.

“Rojas Medellín Daniel”, llamó el compañero presidente. “Un estudiante con ganas, aquí está su maestría de la San José para que deje de hacer tareas y se ponga a trabajar”. “Gracias, presidente, yo le traje un programa de contrainteligencia artificial, DASGPT”.

Pedro Sánchez recibió en postura marcial su regalo. “Un libro sobre los niños del Guaviare para el ministro de defensa”. “¿Cuáles niños?”, preguntó el ministro. Siguió un incómodo silencio y la necesaria aclaración: “la historia de la familia Mucutuy, general”.

A la ministra del deporte le regaló el presidente un cita para conocerlo y a la de ciencia el borrador de su libro de matemática cuántica. De dos ministras no pudo recordar el nombre y les entregaron anchetas del DPS. Al ministro de minas y energía le entregó su pipeta de gas y a Sanguino le dio tres días de licencia no remunerada y un bono en el Fruver de Racero.

“Y usted ministro de hacienda, me dicen que los blanquitos del Banco de la República lo invitaron a comer buñuelos, pues pasa la ley de financiamiento o por aquí no come natilla”.

Para cerrar el presidente le mandó un mensaje musical a Iván Cepeda, “Si el año pasao' Tuvimos problemas Quizás este año Tengamos más…”

 

 

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Informantes en la U

 

Wilmar Mejía, salpicado en los archivos de alias Calarcá, habló de su cargo  en el Consejo Superior Universitario de la Universidad de Antioquia

 

A comienzos del año 2000 los paramilitares comenzaron a tomarse la Universidad de Córdoba. Se trataba de una estrategia de “inteligencia” para detectar guerrilleros, de un negocio para lograr recursos extras y de sus esfuerzos por el dominio social. “Lo hicimos porque era un sitio donde se negociaban los secuestros y donde se impartía una ideología tendenciosa hacia el fenómeno guerrillero… No podíamos permitir el adoctrinamiento de los muchachos”, dijo Mancuso en Justicia y Paz.

Rápidamente lograron infiltrar a uno de sus colaboradores en el Consejo Estudiantil, presionar a los miembros del Consejo Superior y nombrar un rector obediente. Director regionales del CTI y hombres de la Sijín sirvieron de “enlaces” del Estado para completar la estrategia de terror y control. Diecisiete personas fueron asesinadas en seis años de infiltración para en la universidad.

Algunos jóvenes cercanos a los paras -Mancuso era su tutor- comenzaron a recibir becas y estímulos para ingresar a la universidad. Ya sabemos cuáles eran sus estudios. Los estudiantes se convirtieron en informantes para señalar supuestos guerrilleros y confirmar sentencias a muerte. ‘Los de los libros’, les decían entre las AUC, no se sabe si como burla o reconocimiento. Carlos Andrés Palencia, alias Visaje, el ‘decano’ de Mancuso en la universidad, dijo en una declaración en Justicia y Paz en 2010 que había al menos quince jóvenes que servían como chivatos. Algunos de ellos fueron asesinados luego de sus trabajos: sabían demasiado.

En 1998 la Universidad del Atlántico sufrió la Red Cóndor donde agentes de inteligencia del Gaula, el DAS y el ejército se unieron con paramilitares de ‘Jorge 40’ para ‘imponer orden’ en la universidad. Los políticos regionales también jugaron un papel importante en esa toma paramilitar. Además, personajes como José Miguel Narváez, ex subdirector del DAS, tuvieron la gran idea de poner sus fichas en los Consejos Superiores de algunas universidades. Desde los tiempos de Rojas Pinilla el Estado ha sido bastante atento y “estricto” en las universidades públicas. No hablemos de Turbay Ayala.

Por esa historia tenebrosa causó tanta sorpresa el doble rol de Wilmar Mejía en la Universidad de Antioquia y la Dirección Nacional de Inteligencia. Según parece para Mejía el asunto era normal, en un momento le contó a algunos compañeros del CSU que ejercía labores en la DNI. Las menciones a su nombre en las comunicaciones de las disidencias de ‘Calarcá’, que lo sitúan como el enlace del gobierno, hacen que pasemos de la incompatibilidad de funciones al riesgo latente. Mejía logró llegar a un alto cargo en la DNI por información recibida de militares, por ser un eficaz ciudadano interesado. Es imposible pensar que tenía un oído para ejercer como académico y el otro para aguzar como director de inteligencia. El recontraespionaje exige tiempo completo.

La extraña simbiosis en los encargo de Mejía tiene un agravante. El gobierno Petro tiene las universidades como un escenario clave en sus luchas políticas, la elección de la Nacional y los empeños de Juliana Guerrero en la U. de Valledupar son ejemplos claros y los arrebatos constituyentes del presidente tienen a las Universidades como bastión. La universidad que imagina Petro solo tiene una carrera: ciencia política con énfasis en actividad electoral. En la U. de A. eso ha desatado un agrio enfrentamiento con el gobernador. En ese ambiente de pugnacidad y en medio se señalamientos mutuos todo se hace más riesgoso. Hace poco el gobernador Rendón dijo, de forma ligera, que los tentáculos del gobierno en la universidad quieren “abonarle el camino a criminales y terroristas”. Señalamientos públicos, agentes encubiertos, peleas ideológicas, antecedentes subversivos y paramilitares. Mucho fuego para ese laboratorio universitario.