miércoles, 19 de noviembre de 2025

Pistoletazo

 

Cifras y Conceptos: Fajardo, Cepeda y De La Espriella lideran grupos de  intención de voto a la Presidencia

 

Luego de cuatro meses de la veda de encuestas aparecieron algunos números de la mano de Cifras y Conceptos para entregar pequeñas confirmaciones y ratificar incertidumbres. La dispersión de candidatos y cuatro meses a ciegas han hecho que la mayoría de la gente no imagine un posible tarjetón y los apoyos políticos y económicos se aplacen más que en años anteriores. El 62% respondió que no ha decidido por quién votar en la primera vuelta presidencial.

Ni siquiera parece que la gente hubiera elegido el grupo de consulta por el que votaría en marzo. La gente no solo no ha elegido un nombre, parece que tampoco ha escogido una tendencia. La encuesta agrupó varios precandidatos por afinidad y preguntó si elegiría a alguno de los nombres en marzo próximo. En la consulta del Frente Amplio (Cepeda, Roy, Caicedo y Romero) el 62% dijo paso, el 70% dijo que no participaría en una consulta del Centro Democrático, en una de derecha “independiente” (Vicky, Abelardo Pinzón) el 67% miraría a otro lado y en una de centro restringida (Fajardo y Claudia) se abstendrían el 63%. Un empate que no deja definiciones.

Una encuesta del Centro Nacional de Consultoría de diciembre de 2021 hizo una pregunta similar respecto a las consultas del momento. El 35% dijo que votaría por la del Pacto, el 22% por la coalición Centro Esperanza (Fajardo, Galán, Amaya, Gaviria) y un 16% por la coalición de Fico, Char, Peñalosa, Barguil y Dilian. En una de Invamer de noviembre de ese año las consultas marcaron el 43%, el 30% y el 26% respectivamente. En ese momento al menos había diferencias significativas frente a las consultas. Hace cuatro años el Centro se desinfló totalmente, su participación en los votos de las consultas fue del 18%, la izquierda mostró su poder con el 47% y la derecha, sin el candidato del Centro Democrático, sumó el 34% de los votos. Hace cuatro años quienes en diciembre eran líderes para sus consultas según las encuestas se confirmaron en marzo: Petro, Fajardo y Fico.

En noviembre-diciembre de 2021 había un líder claro, Petro había ganado sin duda su puesto en segunda vuelta y no estaba lejos de un triunfo en primera: al menos tres encuestas lo ponían con más del 40% de la intención de voto. En la segunda ganaba en todos los escenarios en todas las encuestas.

La mayor sorpresa en la reciente de Cifras y Conceptos es que el 45% de los encuestados se definió ideológicamente como de centro, el 32% como de derecha y el 22% de izquierda. El centro ha sido muchas veces un conjunto vacío, tal vez la gente se identifica porque no sabe quién lo representa; la derecha parece estable si miramos votos en la consulta de hace cuatro años y la encuesta de hace una semana; la izquierda dobla en la realidad los pronósticos de las encuestas. Pasó igual en la consulta del pasado 26 de octubre. La organización y la lealtad de sus bases pueden marcar la diferencia. Muy poca gente dice identificarse con partidos: apenas el 12% con el CD, el 6% con el liberal, el 3% con el Conservador, el 1% con el verde. El Pacto por el contrario suma 21%, un gran case.

Rodolfo fue el aparecido hace cuatro años. En su edición del 11 de diciembre de 2021 el titular de Semana fue “Despegó Rodolfo”. Ya era segundo por encima de Fajardo con el 11% y en apenas dos meses quienes lo conocían pasaron del 30% al 44% ¿Es el caso de Abelardo? Hay un dato interesante en la encuesta de Cifras y Conceptos. El 42% de los encuestados por la imagen de Abelardo se inclinó por el No sabe/No responde. Podríamos pensar que es la gente que no lo conoce. Ahí está cerca del Rodolfo de hace cuatro años, y tiene un estilo vociferante similar, al que no lo mira lo ensordece.

Hace cuatro años estaba el Petro líder indiscutible y la izquierda estaba afianzada como grupo, Fajardo puntero de un Centro indefinido y con peleas internas, la derecha sin candidato oficial viable y el aparecido metiendo miedo. Estamos en un punto similar.

 

 

 

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Agoreros

El pasado del Palacio de Justicia, en el presente (GALERÍA)

Armero 30 años después de la tragedia: las inéditas fotografías de Justo  Velásquez - Semana

Nadie quiere oír a los pregoneros de desastres, siempre desorbitados, con el aliento funesto de las tragedias y la insistencia de los condenados injustamente. Los agoreros son también unos apestados, tienen una verdad que es una plaga, se anuncian con una sombra que aparece antes de tiempo, cuando todavía es medio día. Dos de las tragedias más grandes que ha padecido Colombia en su historia republicana, las que repasamos en este noviembre de memorias fatídicas, tuvieron variadas advertencias antes de que se consumaran por el fuego, el plomo y el barro.

Comencemos por Armero y los consejos de cenizas que no lograron proteger a nadie. Alpinistas, aviadores, políticos, escritores y científicos coincidieron en el riesgo que anunciaban los carraspeos del volcán nevado del Ruiz. El 22 de diciembre de 1984 el volcán entregó un primer aviso que hizo temblar a Manizales. Vinieron las comisiones, los mapas de riesgo, los vulcanólogos italianos, la oficina de Naciones Unidas para el riesgo de desastres, los sismógrafos portátiles que necesitaban un escalador día a día para recoger el rollo de papel registradora, las capacitaciones de la Cruz Roja en las iglesias, los debates en el Congreso y los ruegos de atención por parte de Ramón Antonio 'Moncho' Rodríguez, el alcalde de Armero.

Un musicólogo e historiador tolimense, Héctor Fabio González, cruzó los datos históricos de los jadeos y explosiones del volcán y concluyó que una gran erupción se podía presentar en la segunda semana de noviembre de 1985. Dicen que un artículo con el vaticinio se publicó en el diario El Derecho de Ibagué un mes antes de la tragedia. Guillermo Cajiao, aviador aficionado, asomaba cada tanto las narices en la boca de los volcanes, iba de periódico en periódico mostrando la inminencia del estallido. Los periodistas le huían y lo llamaban el loquito de los volcanes. Gustavo Álvarez Gardeazabal escribió columnas sobre la bocanada que se venía. Pero cómo creerle a un novelista.  Hernando Arango Monedero, Representante a la Cámara por Caldas tildado de apocalíptico, citó a cuatro ministros y recibió burlas: “¿Convocó un consejo de ministros?” Iván Duque Escobar, ministro de Minas, le dijo que esos equipos de monitoreo eran muy caros. El debate se dio el 25 de septiembre. El ministro de obras le dijo que ya tenía unas retroexcavadoras en Chinchiná y La Felisa. Arango Monedero terminó el debate con una invocación inútil, propia del Congreso: “Qué Dios nos tenga en su mano”.

Sobre las puertas del Palacio de Justicia también había importante sismicidad. Los Extraditables tenían boleteada de amenazas a la Sala Constitucional y los militares le escribían esquelas mortuorias al Consejo de Estado. Se veían venir condenas por torturas recientes. Y el M-19 no había sido tan sigiloso como en el Cantón Norte y la Embajada Dominicana, parece que ya le ganaba su vena propagandística. El 5 de octubre El Tiempo publicó un artículo titulado A defender la justicia donde se advertían los riesgos sobre el Palacio. El 30 de septiembre un Consejo de Seguridad, encabezado por el ministro Enrique Parejo, había decidido entregar “protección necesaria a la rama jurisdiccional”. Un oficial, un suboficial y veinte policías fueron dispuestos para cuidar el Palacio. El 6 de noviembre ya no estaban en las entradas. Parejo dijo a la Comisión de la Verdad que se sabía de las intenciones del M-19. Alfonso Reyes Echandía, presidente de la Corte, les contó dos semanas antes a periodistas cercanos que habían descubierto un plan para tomarse el Palacio.

El 16 de octubre de 1985 el General Miguel Vega Uribe, ministro de defensa, reveló en un debate en la Cámara de Representantes, que un escrito anónimo había advertido de un plan del M-19 planeaba tomarse el edificio de la Corte.

1985 fue el año de los clamores, los secretos a voces, los oídos sordos, las casandras y la desidia y la complicidad estatal. Bien ido.

 

miércoles, 5 de noviembre de 2025

Cidade Vermelha

 

Muchas de las entradas a las favelas de Río de Janeiro tienen dos señales particulares y complementarias: en las vías principales que comienzan a empinarse están los centros de despacho de los mototaxis, que son casi el único transporte público hacia las lomas. Decenas de hombres en moto, con sus chalecos respectivos, y un gran tablero con los precios a todos los barrios marcan las puertas principales. Para todo el mundo es claro que las mafias controlan el negocio que sirve a la vez como estrategia de vigilancia y control. En agosto pasado la policía de Río desmontó una aplicación pirata llamada Rotax Mobili que atendía el transporte en Vila Kennedy, una favela al oeste de la ciudad. La innovación era manejada por el Comando Vermelho, el grupo ilegal más poderoso de la ciudad. La policía calcula que en esos tres meses los dueños obtuvieron ingresos mensuales por un millón de reales, unos 740 millones de pesos.

El otro elemento distintivo en las calles bajas de las favelas son las barricadas, “puertas” de hierro listas para ser cerradas cuando comienzan las operaciones militares y policiales. Grandes barras de hierro horizontales, con sus goznes pesados y su estética de fortaleza militar medieval, también las hay en verticales, barras de hierro que se introducen en orificios profundos en la calle. Todas están rodeadas de llantas viejas que serán el combustible de esas puertas de hierro y fuego.

La violencia policial en las barridas de Río se registra desde hace treinta años. En octubre de 1994 y mayo de 1995 dos operativos policiales en Nova Brasilia, uno de los barrios que componen el Complexo do Alemão, dejaron 28 muertos y tres mujeres violadas. En 2017 una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado por los hechos. Era apenas el comienzo, en 2010, el gobernador del estado de Río, Sergio Cabral, inspirado en las Operaciones Orión y Mariscal en Medellín, dirigió el más grande operativo hasta el momento. Se coparon más de 48 entradas a los barrios, la toma incluyó tanques blindados y seis helicópteros artillados para apoyar la ocupación. La operación dejó 37 civiles muertos, 118 detenidos, 518 armas incautadas.

Era el inicio de una estrategia que buscaba quitar el poder social y económico a las mafias organizadas y meter la policía en tierras ajenas. Nacían las Unidades de la Policía de Pacificación (UPP). Pero no llegó la paz sino la guerra declarada entre mafias y Estado, y una violencia oficial indiscriminada y racista contra los favelados, que estalla varias veces al año con operativos sangrientos. El Estado no recuperó nada, pero ganó en miedo, desconfianza y odio.

Hoy muchas de las estructuras de las UPP están abandonadas o son simples miradores donde los policías miran sin ver. El Estado es cada vez más recelado en los cerros de Río, los barrios son cada vez más cerrados, la sensación de brutalidad y racismo por parte de la policía ha hecho de las favelas territorios hostiles a todo lo institucional. Por su lado, los grupos armados, Comando Vermelho y Amigos dos Amigos tienen cada vez más poder. La policía de Río es una máquina de matar. El año pasado mató a 699 ciudadanos y en 2019 llegó a la escandalosa cifra de 1814 bajas. Cerca del 80% de los muertos son negros. En abril de este año un fallo del Tribunal Supremo exigió reducir la letalidad de los operativos. La respuesta fue la Operación Contención que dejó más de 120 muertos en el Complexo do Alemão y el Complexo da Penha.

Hace seis meses estuve doce días en Río en un trabajo periodístico por seis favelas de la ciudad. Queda la sensación de que esas fortalezas solo tienen contacto con el Estado, y con una buena parte de la sociedad, cuando viene el momento de las chispas, el plomo y la sangre. Luego queda la desconfianza, el resentimiento, el dolor y la preparación para el próximo choque.