miércoles, 26 de noviembre de 2025

De pactos y componendas

 


 

El programa de gobierno de Gustavo Petro hablaba de “limpiar la política”, era su promesa para enfrentar a Rodolfo Hernández y los 7 principios y 10 mandamientos de su Liga Anticorrupción. En una entrevista a CNN como presidente electo, Petro dijo que una de las primeras cosas que haría en la Casa de Nariño sería “la creación de comisión de investigación independiente, que trabaje junto a la Fiscalía del país”. El objetivo sería combatir la “corrupción más protuberante que hemos tenido en los últimos tiempos”. Durante su posesión habló de un gobierno con “cero tolerancia” con los corruptos: “Ni familia, ni amigos, ni compañeros, ni colaboradores…nadie queda excluido del peso de la Ley, del compromiso contra la corrupción y de mi determinación para luchar contra ella”.

Esos propósitos no envejecieron bien. Tal vez el primer escándalo del gobierno vino de la mano Juan Fernando Petro, su hermano, que buscando resaltar la importancia de su papel en la elección soltó una perla: “Nosotros vimos que, entre el Norte de Santander, entre el Urabá antioqueño, entre el Magdalena Medio, Gustavo obtuvo un millón y pico de votos que no tenía antes. Ahora, si te das cuenta, con ese millón y pico de votos fue que ganó”. El presidente salió a desmentir a su hermano que cayó en desgracia en solo siete meses de gobierno.

Luego vino su hijo Nicolás. En su caso se trató más de codicia, como diría su papá, que de alardes. Recogía aportes políticos que usaba como cuota inicial para su casa, tenía ventanilla siniestra para la generosidad del ‘Turco’ Hilsaca y ‘El Hombre Marlboro’. Luego de la familia aparecieron los líos con su gente más cercana. Laura Sarabia y sus atribuciones para encontrar “la verdad”, el polígrafo a Marelbys Meza dejó ver un lado oscuro de sótanos que recordaba gobiernos pasados. Por esa puerta entró Benedetti y su furia borrascosa: insultos, acusaciones, reclamos, advertencias y confesiones, todo en un lenguaje “informal”. Sus gritos parecían confirmar las dudas sobre alguna plata que entró a la campaña presidencial. Euclides Torres se volvió un hombre famoso, además de bendecido y afortunado. Luego de su protagonismo electoral en la Costa Caribe, recibió un contrato de 180.000 millones por parte Fondo de Energías No Convencionales y Gestión Eficiente de Energía (FENOGE), el solo nombre de la entidad ya deja dudas.

Faltaba lo peor en otra sigla impronunciable: UNGRD. Se tomaron riesgos y llegó el desastre. El gobierno no cambió los tradicionales métodos para la gobernabilidad y terminaron enredados sus ministros de hacienda y gobierno, y funcionarios cercanos están en la cárcel, y presidentes de senado y cámara presos y Carlos Ramón González, amigo íntimo, prófugo. Ecopetrol también ha dejado huellas, tanto que esta misma semana Petro le dijo a Ricardo Roa, exgerente de su campaña, que actuara en el posible caso de enriquecimiento ilícito de un vicepresidente de la petrolera.

Ya en la mitad de su periodo, el presidente reconocía su derrota: “A este gobierno lo permeó también la corrupción. ¿Cómo gobiernos progresistas terminan permeados por un cáncer que es la corrupción y terminan por no cumplir sus objetivos?” Pero no era del todo un mea culpa, la idea es vender el robo como una herencia histórica e institucional, algo asó como: “No es que seamos corruptos, es que el régimen político tiene esa inercia que nos arrastró”.

Ahora asoma la Dirección Nacional de Inteligencia como brazo gubernamental de grupos armados y la UIAF como policía política. El gobierno Petro a pesar de su elevado discurso lleno de nuevos amaneceres para la especie, ha sido humano demasiado humano. El libreto luego de los escándalos es muy viejo, “han traicionado nuestra confianza”.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Pistoletazo

 

Cifras y Conceptos: Fajardo, Cepeda y De La Espriella lideran grupos de  intención de voto a la Presidencia

 

Luego de cuatro meses de la veda de encuestas aparecieron algunos números de la mano de Cifras y Conceptos para entregar pequeñas confirmaciones y ratificar incertidumbres. La dispersión de candidatos y cuatro meses a ciegas han hecho que la mayoría de la gente no imagine un posible tarjetón y los apoyos políticos y económicos se aplacen más que en años anteriores. El 62% respondió que no ha decidido por quién votar en la primera vuelta presidencial.

Ni siquiera parece que la gente hubiera elegido el grupo de consulta por el que votaría en marzo. La gente no solo no ha elegido un nombre, parece que tampoco ha escogido una tendencia. La encuesta agrupó varios precandidatos por afinidad y preguntó si elegiría a alguno de los nombres en marzo próximo. En la consulta del Frente Amplio (Cepeda, Roy, Caicedo y Romero) el 62% dijo paso, el 70% dijo que no participaría en una consulta del Centro Democrático, en una de derecha “independiente” (Vicky, Abelardo Pinzón) el 67% miraría a otro lado y en una de centro restringida (Fajardo y Claudia) se abstendrían el 63%. Un empate que no deja definiciones.

Una encuesta del Centro Nacional de Consultoría de diciembre de 2021 hizo una pregunta similar respecto a las consultas del momento. El 35% dijo que votaría por la del Pacto, el 22% por la coalición Centro Esperanza (Fajardo, Galán, Amaya, Gaviria) y un 16% por la coalición de Fico, Char, Peñalosa, Barguil y Dilian. En una de Invamer de noviembre de ese año las consultas marcaron el 43%, el 30% y el 26% respectivamente. En ese momento al menos había diferencias significativas frente a las consultas. Hace cuatro años el Centro se desinfló totalmente, su participación en los votos de las consultas fue del 18%, la izquierda mostró su poder con el 47% y la derecha, sin el candidato del Centro Democrático, sumó el 34% de los votos. Hace cuatro años quienes en diciembre eran líderes para sus consultas según las encuestas se confirmaron en marzo: Petro, Fajardo y Fico.

En noviembre-diciembre de 2021 había un líder claro, Petro había ganado sin duda su puesto en segunda vuelta y no estaba lejos de un triunfo en primera: al menos tres encuestas lo ponían con más del 40% de la intención de voto. En la segunda ganaba en todos los escenarios en todas las encuestas.

La mayor sorpresa en la reciente de Cifras y Conceptos es que el 45% de los encuestados se definió ideológicamente como de centro, el 32% como de derecha y el 22% de izquierda. El centro ha sido muchas veces un conjunto vacío, tal vez la gente se identifica porque no sabe quién lo representa; la derecha parece estable si miramos votos en la consulta de hace cuatro años y la encuesta de hace una semana; la izquierda dobla en la realidad los pronósticos de las encuestas. Pasó igual en la consulta del pasado 26 de octubre. La organización y la lealtad de sus bases pueden marcar la diferencia. Muy poca gente dice identificarse con partidos: apenas el 12% con el CD, el 6% con el liberal, el 3% con el Conservador, el 1% con el verde. El Pacto por el contrario suma 21%, un gran case.

Rodolfo fue el aparecido hace cuatro años. En su edición del 11 de diciembre de 2021 el titular de Semana fue “Despegó Rodolfo”. Ya era segundo por encima de Fajardo con el 11% y en apenas dos meses quienes lo conocían pasaron del 30% al 44% ¿Es el caso de Abelardo? Hay un dato interesante en la encuesta de Cifras y Conceptos. El 42% de los encuestados por la imagen de Abelardo se inclinó por el No sabe/No responde. Podríamos pensar que es la gente que no lo conoce. Ahí está cerca del Rodolfo de hace cuatro años, y tiene un estilo vociferante similar, al que no lo mira lo ensordece.

Hace cuatro años estaba el Petro líder indiscutible y la izquierda estaba afianzada como grupo, Fajardo puntero de un Centro indefinido y con peleas internas, la derecha sin candidato oficial viable y el aparecido metiendo miedo. Estamos en un punto similar.

 

 

 

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Agoreros

El pasado del Palacio de Justicia, en el presente (GALERÍA)

Armero 30 años después de la tragedia: las inéditas fotografías de Justo  Velásquez - Semana

Nadie quiere oír a los pregoneros de desastres, siempre desorbitados, con el aliento funesto de las tragedias y la insistencia de los condenados injustamente. Los agoreros son también unos apestados, tienen una verdad que es una plaga, se anuncian con una sombra que aparece antes de tiempo, cuando todavía es medio día. Dos de las tragedias más grandes que ha padecido Colombia en su historia republicana, las que repasamos en este noviembre de memorias fatídicas, tuvieron variadas advertencias antes de que se consumaran por el fuego, el plomo y el barro.

Comencemos por Armero y los consejos de cenizas que no lograron proteger a nadie. Alpinistas, aviadores, políticos, escritores y científicos coincidieron en el riesgo que anunciaban los carraspeos del volcán nevado del Ruiz. El 22 de diciembre de 1984 el volcán entregó un primer aviso que hizo temblar a Manizales. Vinieron las comisiones, los mapas de riesgo, los vulcanólogos italianos, la oficina de Naciones Unidas para el riesgo de desastres, los sismógrafos portátiles que necesitaban un escalador día a día para recoger el rollo de papel registradora, las capacitaciones de la Cruz Roja en las iglesias, los debates en el Congreso y los ruegos de atención por parte de Ramón Antonio 'Moncho' Rodríguez, el alcalde de Armero.

Un musicólogo e historiador tolimense, Héctor Fabio González, cruzó los datos históricos de los jadeos y explosiones del volcán y concluyó que una gran erupción se podía presentar en la segunda semana de noviembre de 1985. Dicen que un artículo con el vaticinio se publicó en el diario El Derecho de Ibagué un mes antes de la tragedia. Guillermo Cajiao, aviador aficionado, asomaba cada tanto las narices en la boca de los volcanes, iba de periódico en periódico mostrando la inminencia del estallido. Los periodistas le huían y lo llamaban el loquito de los volcanes. Gustavo Álvarez Gardeazabal escribió columnas sobre la bocanada que se venía. Pero cómo creerle a un novelista.  Hernando Arango Monedero, Representante a la Cámara por Caldas tildado de apocalíptico, citó a cuatro ministros y recibió burlas: “¿Convocó un consejo de ministros?” Iván Duque Escobar, ministro de Minas, le dijo que esos equipos de monitoreo eran muy caros. El debate se dio el 25 de septiembre. El ministro de obras le dijo que ya tenía unas retroexcavadoras en Chinchiná y La Felisa. Arango Monedero terminó el debate con una invocación inútil, propia del Congreso: “Qué Dios nos tenga en su mano”.

Sobre las puertas del Palacio de Justicia también había importante sismicidad. Los Extraditables tenían boleteada de amenazas a la Sala Constitucional y los militares le escribían esquelas mortuorias al Consejo de Estado. Se veían venir condenas por torturas recientes. Y el M-19 no había sido tan sigiloso como en el Cantón Norte y la Embajada Dominicana, parece que ya le ganaba su vena propagandística. El 5 de octubre El Tiempo publicó un artículo titulado A defender la justicia donde se advertían los riesgos sobre el Palacio. El 30 de septiembre un Consejo de Seguridad, encabezado por el ministro Enrique Parejo, había decidido entregar “protección necesaria a la rama jurisdiccional”. Un oficial, un suboficial y veinte policías fueron dispuestos para cuidar el Palacio. El 6 de noviembre ya no estaban en las entradas. Parejo dijo a la Comisión de la Verdad que se sabía de las intenciones del M-19. Alfonso Reyes Echandía, presidente de la Corte, les contó dos semanas antes a periodistas cercanos que habían descubierto un plan para tomarse el Palacio.

El 16 de octubre de 1985 el General Miguel Vega Uribe, ministro de defensa, reveló en un debate en la Cámara de Representantes, que un escrito anónimo había advertido de un plan del M-19 planeaba tomarse el edificio de la Corte.

1985 fue el año de los clamores, los secretos a voces, los oídos sordos, las casandras y la desidia y la complicidad estatal. Bien ido.