Ni siquiera los cínicos salen bien librados luego de dedicar algunas palabras al encono que supone la política. Se ha dicho que Barba-Jacob vendió su pluma al mejor postor inflamando periódicos por toda Centroamérica, trocando sus diatribas en halagos según los réditos prometidos a su imprenta. Decía poseer apenas la moral indispensable para sobrevivir. En su periódico Fierabrás y nada más acusaba a un Secretario de Estado mexicano por haber “derramado torrentes de oro para subvencionar clandestinamente algunos periodicuchos”, entre ellos el suyo.
Pero dedicar el infierno de su lengua al “coro angelical” de las consignas le trajo afanes incontables más allá del imposible remordimiento. En una carta dirigida a su madre en 1916 cuenta su suerte de gacetillero: “Durante seis años estuve trabajando en México con todas las energías que Dios me dio y logré crearme una buena posición…; pero vino la guerra y yo, metido en el torbellino de la política, tuve que correr la suerte del país. Al entrar la revolución de Carranza y Villa, y después de año y medio de agitación y peligro, tuve que salir huyendo para Guatemala. No necesito decirte que en la fuga perdí todo lo que tenía, es decir, mis libros que eran más de cinco mil….”
La última campaña en Medellín, acompañada de denuncias penales, vetos universitarios y amables mordazas periodísticas, me ha hecho pensar en las delicias de los poetas que no ven más allá de sus brumas predilectas; poetas bucólicos que desdeñan los pleitos de palacio y se deleitan con las iridiscencias de los pantanos; o sienten piedad ante la estupidez de los príncipes.
Por qué no tener el talante de Diógenes El perro -termina uno por preguntarse-, ese filósofo griego que Platón definía como un Sócrates enloquecido, que vivía disfrutando de su vida canina, tomando el sol en medio del ágora mientas las ciudades griegas se debatían en guerras civiles y crisis políticas. A sus ojos la política sólo era digna de parodia. Y el mundo del poder constituía apenas un espectáculo grotesco.
Me he preguntado, entonces, que veneno me empuja a hablar de política, a ocupar el escaso tiempo de trabajo en comentar las costumbres sucias de una bandada que trina y picotea. Y la única conclusión es que el asco es un motor poderoso: así como los olores nauseabundos producen una reacción involuntaria e inevitable, la política sucia se encarga de obligar a una opinión sobre las mentiras patentes, los robos a mano alzada, el timo que se disfraza de altruismo. Y a una pequeña insolencia contra las amenazas veladas. Así que los políticos con mañas mafiosas son sobre todo culpables de empujarnos a comentar el abismo de sus mentiras, a narrar su carrusel de caballos amarrados como si fuera un derby.
Además de llevarnos a las preguntas desalentadoras sobre la política, los demagogos burdos nos conducen al interrogante sobre la democracia, al profundo escepticismo de los anarquistas y la sátira de los solitarios. H.L. Menkcen decía disfrutar colosalmente la farsa de la democracia. “Es singularmente necia, y por lo tanto singularmente divertida. ¿Enaltece a los pelafustanes, los cobardes, los farsantes, los timadores, los brutos? Entonces el placer de verlos derrumbarse compensa y diluye la pena de verlos trepar.” ¿Será la risa el último antídoto?
11 comentarios:
podemos seguir esperando tu columna los viernes?
Que triste y real es tu columna de hoy... Yo ya me di a la pena y tal vez, después ría como nunca, pero con un dolor profundo de ciudad..
Abigail, la columna se convierte en una necesidad, los jueves me levanto con un desasosiego que debo ocupar en la redacción de cuartilla y media.
En la mañana apareció un comentario de Ana Henao como suprimido por el autor. No sé que pasó, lo encontré así. Espero que Ana H. vuelva y se entere que no suprimí su opinión.
Pascual,
Muy pertinente la pregunta que haces hoy, digamos que me salpica.
¿Qué nos hace desgastarnos en una lucha que desde el principio se perfila como perdida? ¿Qué nos lleva a tomar la voz de unos cuantos que no pueden hablar y no tienen cómo, puesto que los medios los tienen embrutecidos?
Eso sólo lo puede responder cada uno, pues el motor que mueve a cada individuo es diferente. En algunos, el móvil fundamental son intereses burdos y utilitaristas, en otros, un simple impulso de conservación que les hace reclamar una forma de vivir más digna, y otros pocos la conciencia del individuo que responde a una responsabilidad de despertar a los que están dormidos. Y así sucesivamente.
Yo creo que es el romanticismo también lo que nos lleva a encararnos con una cusa perdida. Es el sentimiento de miseria compartida lo que nos hace pensar que nos corresponde el sufrimiento y la desdicha de la ignorancia de un pueblo que es absurdamente torpe, pues así lo han querido los grandes poderes económicos, dominantes y terratenientes del país. Que pensemos muchos podría ser peligroso.
Es natural, ya me lo esperaba, que el colombiano tarde o temprano suprimiera tu columna. Pues no es buen visto que alguien quiera sacar del sopor en el que viven los ciudadanos, que ni siquiera saben cual es el papel que debe desempeñar la democracia de un pais. Acá, los argumentos son contestados, diplomáticamente, con censura y plomo, y es lamentable para una nación que dizque esta reconocido como la que tiene la democracia mas limpia de América latina. Eso dicen, eso he escuchado, junto con la dudosa reputación de que somos el país más feliz del mundo. El fin, el fin.
Lo último, hermano, es que comparto la inquietud... la comparto bastante por que, piensa uno, más nos valdría quedarnos callados, tomando el sol en las riberas del rio Medellín, escuchando como los dictadores y el pueblo mismo, aúllan mientras sucumbe en la tragedia que ellos mismos maquinan y que no da indicios de que algún venturoso día pueda por fin cesar esta ironía de la historia.
Respeto tu indignación, toma de partido, elegancia para la polémica, sinceridad. Admiro la campaña emprendida para que no pase lo que puede pasar. Pero para mí, ante los políticos (ojo: no digo la política) ni siquiera la risa. Simplemente volteo la cara.
Pero te leo y acompaño. Y mira, hasta opino. Suerte.
Se me pasó: ¿tu columna en El Colombiano sigue o no sigue?
Puedo hacerte un piropo?
Lindo Carajo.
Puedo hacer una pregunta?.
de que ha servido tanta lambonerìa con E.U si ahora nos toca arrodillarnos para que aprueben el TLC?
Pascual, como lo comenté en otra entrada, me recuerdas a Vargas Vila: "¿La Política? Yo no la amo: la desprecio; ciencia corrompida y corruptora, prostíbulo infamante, mercado de almas, feria vil de las conciencias, arena del engaño, donde el cinismo es todo y el mérito es nada, madre de los audaces y de los nulos, maldita ciencia del manejo de los hombres". J.J Vargas Vila
Que pena, no es J.J Vargas Vila, es J.M Vargas Vila
legalización :)
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