viernes, 13 de febrero de 2009
Binomio divino
Hace ochenta años una frase sencilla marcó la separación entre Italia y El Vaticano: “Libre Iglesia en libre Estado” fue la fórmula que permitió al Papa el paseo matinal por sus jardines y a Italia una vida republicana más allá de la promesa de las bendiciones y las amenazas del Báculo. En diciembre pasado, vísperas del aniversario del divino divorcio, durante una visita a la embajada italiana ante la Santa Sede, el Papa Benedicto dijo que reconocía y respetaba la distinción y autonomía del Estado italiano respecto a la Iglesia. Incluso calificó ese acuerdo como un gran progreso de la humanidad. Y terminó con una bonita frase de cajón: “la distinción entre lo que es del César y lo que es de Dios pertenece a la estructura fundamental del cristianismo”.
Pero las palabras de los políticos, sean elegidos por el pueblo o por el cónclave, tienen siempre alcances restringidos, trampas, esguinces de interpretación. Y si el enviado de Dios tiene en frente, como Cesar, a Silvio Berlusconi, todo puede llegar hasta la componenda. La semana pasada el Papa se olvidó de sus palabras de diciembre y alentó a Berlusconi, un pagano a carta cabal, para que fuera su aliado de ocasión y diera un manotazo contra la constitución italiana, el sistema judicial y la estructura del Estado. Todo para que defendiera una idea religiosa, la posibilidad de un milagro, el fervor de la fe. Se trataba de un juego con beneficios para El Vaticano y para el Cesar. Benedicto mostraría su poder más allá del púlpito y Berslusconi doblaría un poco más el brazo del Estado usando una coartada con bendiciones. Por eso usó el tono de un profeta salomónico: “Que se hunda el mundo con tal de hacer justicia. Ningún formalismo jurídico vale una vida humana”.
La vida era la simple respiración artificial de Eulana Englaro, una joven que llevaba 17 años alimentada por una sonda luego de sufrir un accidente de tránsito que la dejó en estado vegetativo permanente. Durante doce años su padre luchó por vías jurídicas y políticas para poner fin a ese limbo con visos de infierno. Cuando logró una sentencia inapelable del Tribunal Supremo que permitía cortar la sonda que mantuvo con vida a su hija, aparecieron los susurros desde El Vaticano y los gritos desde el Palacio de Chigi, sede de sesiones del Consejo de Ministros.
El Cardenal Tarcisio Bertone, número dos del Papa, llamó a Berlusconi para reconocer sus esfuerzos por salvar la santidad de una vida humana. Los esfuerzos consistían en un intento por desconocer la sentencia por medio de la redacción de un decreto ley urgente. El presidente Giorgio Napolitano se negó a firmarlo por inconstitucional y Bertone le regaló una llamadita para tratar asuntos de “mutuo interés”. Luego se declaró desilusionado por su decisión. Mientras tanto el Papa hacía un llamado desde su balcón para reflexionar y confiar en las “curaciones milagrosas”. Berlusconi con cinismo probado hablaba de posibilidad de Eulana de tener hijos, y como Il Cavalieri no cree en milagros, intentaba tramitar una ley para quitar al presidente la posibilidad de negarse a firmar los decretos de urgencia dictados por el Primer Ministro.
Todo terminó con la muerte de Eulana y las palabras sencillas de su padre. “No puedo hablar ha pasado algo más grande que nosotros”. El mayor protagonista del drama guardó silencio, había muerto su única hija, su esplendor según sus palabras. La Iglesia y el gobierno italiano reaccionaron con fiereza, llamando “verdugo” y “asesino” al padre. Solo los peores políticos suelen ser tan crueles.
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7 comentarios:
Algunos datos extras que muestran como Italia, uno de los baluartes históricos de Europa también puede ser una república bananera.
Berlusconi ya había recurrido a los decretos-ley en 1994 para salvar a algunos amigos enredados en casos de corrupción. En ese momento fue un decreto que libraba de la prisión preventiva a los sospechosos de pago de comisiones a los políticos. En realidad el asunto tenía nombre propio, se trataba de salvar de la cárcel al ex líder del Partido Socialista Italiano (PSI), Bettino Craxi, valedor y amigo personal de Berlusconi. Italia entera grito y Berlusconi vio que había ido demasiado lejos.
En el 2001 con la mayoría en el parlamento impulsó dos leyes para quitarle poder a los jueces. La más escandalosa permitía los investigados impugnar a sus jueces por lo que se llamó una sospecha de parcialidad.
Ahora, cuando pretendía revocar una sentencia del Tribunal Supremo con su firma, el presidente Giorgio Napolitano se negó a firmar el decreto-ley y Berlusconi calificó sus razones, clara para un estudiante de primer semestre de derecho, como "ridículas" e "innovadoras".
Berlusconi puso además a los medios de comunicación propios y a los del Estado a trabajar en el tema, a condenar, a martillar con la palabra asesinato. En un mes logró que el apoyo de la opinión pública a la posición de la familia de Englaro bajara de 68% a 55%.
Una frase de un diario italiano que podría servir para nuestros periódicos:
"su Gobierno quiere destruir toda forma de control, todo límite, todo balance, toda autonomía, que obstaculice la dictadura de hecho del Gobierno.
A jueces, periodistas, sindicalistas y cualquier ciudadano comprometido, se les tilda de "comunistas" y hasta de terroristas si no se someten a un Gobierno subversivo que está destrozando la democracia liberal en Italia."
Pobre Italia tan cerca de los fastos de la historia y del tercer mundo. Ahora entiendo por qué Venecia está inundada como cualquiera de nuestros pueblos de desembocadura.
Una perla tomada del blog de Alejandro Gaviria.
Esto escribió Heinz Dieterich (el principal asesor ideológico de Chávez) en junio de 2004: “El referendo es una batalla decisiva entre el eje oligárquico-imperial y el eje presidencial-patriótico. Perder esta batalla significa perder la guerra. Perderlo todo. Crearía una situación extremadamente peligrosa y dejaría… a las Farc y al Eln en Colombia y a los demás movimientos sociales progresistas de toda la Patria Grande sin horizonte estratégico concreto”.
Pensé que era acá, pero no, fué en una columna de Umberto Eco (Dioses de América, El Espectador, Noviembre 29 de 2008) donde se escribía acerca de la tendencia del Vaticano de asociarse a presidentes menos "conservadores en lo católico" y más libertinos (estilo Berlusconi "un laico divorciado y vividor" en palabras de Eco), en lugar de otros que eran más liberales en lo social pero más "juiciosos" en su deber como católicos (Romano Prodi).
en fin.
Columna de Eco
Ahí va el párrafo de la columna de Eco que reseña Eureka:
"Y en efecto, es interesante que la Iglesia italiana se haya alineado, no con el católico practicante Romano Prodi, sino con un laico divorciado y vividor. Lo cual hace pensar que también en Italia predomina la tendencia a ofrecer los votos de los creyentes a políticos que, indiferentes a los valores religiosos, están dispuestos a conceder el máximo a las instancias dogmáticamente más rígidas de la iglesia que los sostiene."
Me alegra esa confirmación venida de Eco, es claro que los dialogos y los patrocinios de El vaticano tienen que ver sobre todo con los pulsos políticos, con la posibilidad que se les entregue de influir en las decisiones políticas. No importa el diablo con tal que haga hostias.
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