Fue el año del regreso a una vida añorada, del protagonismo de los autócratas, de las primeras veces, como todos los años, y de la última sucesión con historias para contar, de la decadencia política del mandamás luego de dos décadas, y de una venganza largamente anunciada, de los discursos como obra de gobierno, y de una final con mayúsculas, de algunas parejas impensadas para nuestra política, y de la lluvia en casa y el fuego, entre incendios y estallidos, en la vieja Europa.
El 2022 nos hizo olvidar de la pandemia y de la humanidad embozada. Luego de dos años de terror y muertes, de tedio y abusos, de conteos y agujas, el mundo volvió a vivir sus alegrías y sus horrores al ritmo acostumbrado, y ahora los discursos trascendentales son cosa de revistas viejas, reflexiones que nos muestran algo patéticos y temerosos en los días de la fiebre. Digo el mundo, pero es necesario dejar a China en los tiempos del Covid. Una especie de karma sumado a los desvaríos autoritarios tienen al país donde nació en virus en su peor momento luego de tres años de la primera alarma. China, acostumbrada a llegar primero a tantos “destinos”, llegará última a las inevitables consecuencias de la pandemia. Las dictaduras son expertas en aplazar y multiplicar tragedias. Olvidaba una vieja venganza cumplida: luego de más de treinta años el puñal llegó para Salman Rushdie.
Y fue el año de terribles recuerdos para Europa. Algunos de sus ciudadanos han vuelto a calentarse con leña, las desahuciadas centrales atómicas son de nuevo la salvación y las imágenes de Chernobyl se hacen visibles en Zaporiyia. Putin estaba incómodo en sus fronteras y decidió lanzar una invasión relámpago que ya es una tormenta de diez meses. Y convirtió a un humorista en un guerrero y lo hizo el personaje del año. Los inventarios de cabezas nucleares eran un anacronismo y el botón rojo una ficción de hace sesenta años, cuando Rusia apuntó a Estados Unidos desde Cuba. Para acompañar esos recuerdos llegó la muerte de la Reina Isabel II, el resumen vivo de la historia del siglo XX. Una mujer que podía alentar al mismo las series, las revistas del corazón y los libros de los historiadores. Murió la última corona de Europa, ahora solo queda la Champions.
En nuestro continente, Lula volvió al poder luego de la cárcel, Cristina fue condena a cárcel estando en el poder, Castillo está preso sin haber tenido nunca el poder y Boric ha perdido mucho de su poder recién llegado al poder. Colombia eligió por primera vez un gobierno de izquierda. La alternancia democrática es una realidad, luego de años de luchas armadas se demostró que las elecciones sí son un camino para llegar al poder. Un adversario de segunda vuelt, que era a la vez un exabrupto facilitó el triunfo de Petro. El presidente sigue más pendiente de la plaza pública que del gobierno. Lo simbólico, los discursos, las declaraciones a destajo, los sueños y los desplantes marcan el inicio. También fue el año de la decadencia política de Uribe, para quien su gran acto del año fue sentarse a conversar con Petro. Por otro lado, Cepeda y Lafaurie fueron elegidos la pareja del año. Otoniel viajó a Estados Unidos e Iván Márquez estuvo a punto de viajar al otro mundo. Pero lo que llamábamos “orden público” ya no genera mucho interés, pasamos de estar pendientes del ELN a buscar cada día la TRM.
Y para la prórroga digamos que fue el año del sueño del 10, la copa en manos del más grande de los pequeños, y del regreso de América al título mundial. El fútbol demostró que un solo partido puede borrar el latrocinio y el tedio de jugar en el país regentado por una dictadura religiosa.
Feliz 2023, gracias por su lectura.