miércoles, 22 de enero de 2025

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Donald Trump makes bizarre claim in delayed chat with Elon Musk on X | US  News | Sky News

 

 Trump and Musk put on a show. Does anyone care?

 

Elon Musk ha demostrado que las redes sociales pueden convertirse en círculos ideológicos, pasar del lugar común del ágora digital a una movida convención partidista. Cuando puso su X sobre Twitter dijo que lo hacía para salvar a la humanidad que amaba. Pero cada uno tiene su visión de lo que la humanidad necesita para salvarse e invierte en esas buenas intenciones según sus posibilidades. En 2022 dijo que X perdía cuatro millones de dólares diarios.

En noviembre pasado el diario The Guardian decidió abandonar X: “Es algo que llevamos un tiempo valorando teniendo en cuenta el contenido inquietante que con frecuencia se promueve o se encuentra en la plataforma, incluyendo teorías conspiratorias de extrema derecha y racismo". La decisión se tomó luego de las elecciones del 5 de noviembre pasado en Estados Unidos. El diario calificó la red como tóxica y señaló a su dueño de utilizar su influencia “para dar forma a un discurso político”.

Esta semana Le monde tomó la misma decisión por las mismas razones: “Elon Musk ha transformado la red en una extensión de su acción política, un libertarismo cada vez más cercano a la extrema derecha, en un instrumento de presión que quiere ejercer sobre sus competidores o sobre los gobiernos socialdemócratas europeos.”

Los grandes medios parecen renunciar poco a poco a la pelea contra la desinformación intencionada, las teorías conspirativas y la participación en un pleito donde un activista político multimillonario es el juez y el dueño del cinturón de campeón. Además de asesor gubernamental. Poco a poco X se acerca a una versión un poco más agresiva que Fox News. Según una encuesta de 2024, ahora el 53% de los republicanos creen que X es bueno para la democracia, la cifra se ha triplicado en tres años.  Mientras tanto, el 36% de los demócratas consideran la red mala para la democracia. La cifra creció 11% desde 2021

Pero no solo los medios han comenzado a desertar. Algunos gobiernos comienzan a poner límites. El año pasado X estuvo cuarenta días suspendido en Brasil por negarse a cumplir las órdenes de un juez: nombrar un representante legal en el país, bloquear algunas cuentas dedicadas a las mentiras y los mensajes de odio y pagar las multas que adeudaba. Desde mediados del año pasado la Unión Europea la tiene con el semáforo en amarillo luego de aplicarle la recién aprobada Ley de Servicios Digitales. La comisión que revisa el cumplimiento ha dado una “opinión preliminar” según la cual X infringe la ley por falta de transparencia en la difusión de publicidad y rendición de cuentas, imposibilidad de verificar perfiles e impedir el acceso a datos para investigadores. Una decisión definitiva está pendiente.

En agosto del año pasado los estados de Minnesota, Washington, Pensilvania y Nuevo México pidieron a X que respetara un mínimo de verdad. Grok, su herramienta de IA, entregó información falsa sobre una posible inhabilidad de Kamala Harris en esos estados. Musk parece dispuesto a pagar las multas y las pérdidas, y a asistir a los juicios y las peleas imaginarias. Invitó a Maduro a los puños y se burló de Justin Trudeau por haberlo bloqueado: “Justin... Sabes que soy el dueño de esta aplicación, ¿verdad?”, escribió en X el día de la posesión de Trump. Musk se divierte dirigiendo no una compañía sino una jauría, no quiere ganancias, busca una audiencia comprometida, un canal privado, un mitin político permanente, que no descanse y vocifere, que haga su MAGIA.

Las redes parecen cerrarse política y geográficamente, dirigirse a espacios limitados por fronteras e ideologías, a parecerse a los medios militantes del siglo XX. De la globalización a la radicalización.

 

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