Los dos grandes electores del país no confían en sus fichas propias, no creen en los peones con las siglas de sus partidos y buscan opciones más atractivas y más riesgosas. En los dos extremos políticos se habla de la escogencia democrática del candidato único, que se acabó el dedazo, que pasó la hora de los más mandamases, pero las consultas y las encuestas esperan el guiño o la imposición de los jefes. Se trata de dar apariencia de legitimidad hasta el día del señalado.
En el Centro Democrático el mecanismo ya es conocido. Hace cuatro años Óscar Iván Zuluaga ganó con el 43% la encuesta que señalaría al hombre de Uribe. Pero ni sus rivales ni el expresidente quedaron contentos. Duque había curtido el logo del CD y Zuluaga cargaba con una triste derrota. Un día después de la elección de Fico en la coalición Equipo por Colombia OIZ se bajó por cuenta propia y adhirió al, en su momento, exalcalde de Medellín. No esperó ni que Uribe le diera el “consejo” de dar un paso al costado. Llamó a Fico por cuenta propia y tiró la puerta. En ese momento ni siquiera Fico quería ser el de Uribe, o por lo menos no de una manera muy enfática. El CD acababa de perder cuatro sillas en el senado. “Se necesita un candidato fresco”, era el lugar común del momento. Ni el vice de Fico pudo sugerir el partido más importante de la derecha.
Ahora la derecha oficial está en la misma “encrucijada del alma”. El asesinato de Miguel Uribe aumentó la necesidad de buscar un candidato viable por fuera del partido. Pudo haber sido Juan Carlos Pinzón cómo una pieza de última hora para la encuesta que definirá las cosas en el CD. Pero las mujeres de la casa (Paloma, Cabal y Holguín) se negaron a recibir al colado. Si algo espere hasta marzo, fue el mensaje, y Uribe aceptó, era muy temprano para romperlo todo. Ahora todo apunta a que en marzo el candidato de la derecha estará por fuera de la oficialidad del CD. Al parecer Uribe no necesitará ser tan displicente como fue con Zuluaga, un elegido e indeseado. Vicky, de la Espriella y el mismo Pinzón son hasta hoy los verdaderos candidatos de la derecha. Cualquiera sea el ganador de la encuesta del CD parece tener pocas opciones en marzo. Será solo la punta de lanza.
El Pacto Histórico ha entrado en la misma lógica de la mano de Benedetti y el pragmatismo del presidente Petro, ideológico en las decisiones de gobierno y los discursos pero promiscuo y resultadista a la hora de los voticos. A diferencia de Uribe que decidió respetar a su gente en el primer lance, Gustavo Petro les metió a Daniel Quintero a la brava. No importó el pataleo de Bolívar, Muhamad, Pizarro y hasta Cepeda. Va porque va, fue la decisión del Presidente. Para que no se oyera tan mal habló de la democracia amplia y la improcedencia de los vetos.
Ya se sabe que Quintero tiene opciones de purgar a la izquierda con el eficiente rastrillo de la política tradicional. “Se necesita un candidato fresco”, es la frase. Petro tiene un antecedente, en la elección del 2022 eligió a regañadientes a Francia como fórmula vicepresidencial, se había anunciado que el segundo en la consulta del Pacto estaría en el tarjetón pero intentó encontrar un nombre por otro lado. En marzo dos candidatos de la política tradicional podrán pelear la representación de la izquierda, un cambio histórico.
Desde hace tiempo la enseña de los partidos tradicionales, con historias muy tiznadas, va escondida detrás de la cara de los candidatos. El Pacto Histórico y el Centro Democrático han entrado muy pronto en la misma lógica, la pantomima interna y la elección del hijo por fuera de la casa.
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