miércoles, 12 de mayo de 2010
Ars judicial
Hubo un tiempo ya pasado en que los buenos funcionarios, gastaban muchos denarios en el estilo y la pluma; se pegaban una fuma, componían dos, tres versos y hacían vanos esfuerzos por pulir actas, minutas con el seso de la totuma. Los presidentes podían regalar un istmo apenas si a caso se les ocurrían algunas décimas buenas. Marroquín dio a Panamá, esa eterna zancudera, pero se acordó de La perrilla su apreciada escudera: “…perra de canes decana / y entre perras protoperra, / era tenida en su tierra / por perra antediluviana...; digo mal, / no era una perra sarnosa, / era una sarna perrosa / y en figura de animal.”
La poesía era pompa y aplomo para la hoja del burócrata, sin ella no había gracia, era en aquellos tiempos la señora meritocracia. Núñez sacrificaba un mundo por pulir un himno, no le gustaba una constitución sin ritmo y cantaba a su concubina con gusto digno de él mismo: “Yo no lo sé. Yo la amo con mi vida, / y al mirarla de amor estremecida, / me estremezco también. ¿No es esto amor? / Quisiera levantarle un paraíso / como aquel que por Eva, Adán deshizo; / tanto así, tanto, la idolatro yo.”
Los abogados tenían la sabrosa obligación de rimar en sus procesos: los penales engarzaban los sucesos con el hilo del puñal, para los laborales se hacían demandas dominicales con brillo del arrabal. Pasamos de poetas a copleros, sin copa para más ruina, y hoy estamos a punto de elegir la matemática cansina. Pero todavía hay funcionarios con alma para la rima, hace solo unos días un profesor de escuela mando su esquela con sordina: "Doctora Vilma Vergara / cordial saludo reciba / le redacto esta misiva / con mi décima bien clara. / Hoy mi musa le declara / algo de mi situación: / trabajo en la Institución / del gran Diógenes Arrieta / soy secretario y poeta, / para más información.” Dio el buen secretario con oído bien dispuesto y logró el tan ansiado cambio de puesto a puesto: “Si está la plaza dispuesta, / el traslado se concreta, / de la Diógenes Arrieta / pasarás a La Floresta. / Con esta se da respuesta, / de manera comedida / a la cuestión referida / mediante el presente oficio / y en razón del buen servicio, / justifico la medida.”
Recordé de la mano de estos sabios de escritorio, un proceso muy notorio en las actas de la villa. Por el envenenamiento de algo más que una perrilla se juzgó a un humilde carnicero de machete y gran peinilla: “Señor Juez Segundo Penal del Circuito. Vengo a cumplir con agrado / el cargo de defensor / de un inocente señor / que aparece procesado / por haber envenenado un mísero can hambriento; / y, con todo acatamiento, / comienzo a suplicar / que se digne revocar / el auto de enjuiciamiento. / Se acusa a mi defendido / de un suceso criminal / que en el derecho penal / nunca ha sido definido, / aunque, con celo atrevido, / el señor juez de Barbosa, / en forma poco piadosa, / afirma que tal evento / es puro envenenamiento / con circunstancia alevosa.”
Lástima que los Nule no descarguen en verso sus culpas, que se dediquen al disimule y por la 26 saquen disculpas. Duele que la comisión esa de televisión no suelte un cuarteto fino para el contrato leonino. Clamo para que Yidis cante en verso, para que Valencia Cossio responda en lenguaje terso y el señor Mario Uribe, con galanura, muestre su lado más perverso.
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11 comentarios:
Petición de traslado y respuesta. Poesía completa
Ahí va otro famoso proceso en verso del cual hay incluso un librito. Es una demanda de desalojo de El Caratejo Vélez.
El comienzo del expediente:
"LA DEMANDA
Hace un año, Señor, estoy queriendo
con todo el corazón a una mujer;
hace un año que en él está viviendo
y no quiere pagarme el alquiler.
A la ingrata le di mis ilusiones
y en pago de su amor se lo alquilé;
la cuenta me negó mil ocasiones
hasta hoy que ante ti la demandé.
Tú que eres juez justísimo y severo,
haz que me quiera como yo la quiero
pues pierdo la paciencia y la razón;
y si no me concedes lo que pido,
¡préstame el policía del olvido
para sacarla de mi corazón!"
La demanda Santiago El Caratejo Vélez
Otras décimas de la defensa del carnicero:
"Sólo dice el declarante
que el sindicado arrojó
una cosa que comió
aquel mastín trashumante;
mas no atestigua el tunante
si tan sabroso bocado
era jamón o pescado,
para poder sostener
que aquello pudiera ser
un veneno camuflado.
Y es obvio que en este caso
debió el investigador
asociarse de un doctor
o de un carnicero raso,
para extraerle hasta el bazo
al cuerpo del interfecto,
aunque ya estuviese infecto,
y enviarlo al laboratorio
para hacer del tripitorio
un análisis perfecto."
Adriana entiende mucho de poesia, que se eche unas trovitas acá para que pruebe finura.
Van estas dos decimas para
el gusto Barroco, de uno de los grandes representantes en el siglo XX, el poeta cubano Severo Sarduy.
I
Buena décima se estima
de octosílabo constante,
se combina el principiante
con el cuarto y quinto en rima;
en virtud del mismo clima
va el segundo y el tercero;
sexto, séptimo y postrero
y el octavo y nono adjuntos.
Punto final o dos puntos,
después del cuarto, si es vero.
II
Se formó el arroz con mango,
rey de la gastronomía;
si hilachas de oro, armonía
tenebrosa y cruel: de tango.
Manjar del más alto rango,
heráldica de lo poco.
Aguardiente, agua de coco:
las bebidas que reclama.
¡Qué cénit -diría Lezama-,
qué corona del barroco!
Para quienes les interesó el tema de una de las entradas recientes.
Brasilia por un colombiano
Copio el aporte de un gran amigo quien también fue burócrata.
Stropha:
¡Manos arriba!, ¡los calzones abajo!
¡Suena, carajo, la hora decisiva!
¡oh Barrabás!, ¡oh Bálsamo Cagliostro!,
¡Divino Rostro!, ¡Divino capataz!
Vamos al Hades, taberna de zafir,
a bendecir, perínclitos cofrades,
al gran Onán, la inquieta mano en llamas,
y a los súcubos y damas que desdeñó el truhán.
Coda:
Somos los alfiles
de Judas Iscariote,
y nuestro garrote
apacienta bien al redil.
Que el Divino Rostro asaz
coruscante en los pendones,
como los condones,
preserve siempre la paz.
Stropha:
Roma lo dijo: el Calígula hace daño:
como Castaño, Pastraña y Tirofijo;
dioses sin plan, gigantes de arcilla,
el Tino Asprilla, divino camaján.
Joder, joder, unamos nuestras manos,
mueran enanos, Herodes al poder.
Y si Nerón se opone a los cofrades,
con el marqués de Sade
burlamos al follón.
Coda:
Somos los alfiles
de Judas Iscariote,
y nuestro garrote
apacienta bien al redil.
Que el Divino Rostro asaz
coruscante en los pendones,
como los condones,
preserve siempre la paz.
En El amor en los tiempos del cólera Florentino Ariza sufre el síndorme de poeta y funcionario:
"Escribía cualquier cosa con tanta pasión que hasta los documentos oficiales parecían de amor. Los manifiestos de embarque le salían rimados por mucho que se esforzara en evitarlo y las cartas comerciales de rutina tenían un aliento lírico que les restaba autoridad".
Qué tal este poema Neobarroco, Neoberraco, acerca del mejor `poeta colombia, Aurelio Arturo, MORADA AL SUR, poeta y funcionario en las decadas del Frente Nacional.
POEMA JAIME 51
(Un juez de policía con estudios de derecho, dueño expósito
de su Morada al sur).
Jaimeeee! El poeta colombiano Aurelio Arturo con
todas sus vocales ganadas sin campeonato ni revan-
chas políticas. Único y solo vestigio de diplomado
abjurado, pedalista de montañas rígidas desde el
otoño de viejas clases incaicas.
“Qué era un poeta creado por el sistema como Elvis Presley”, exactamente el día de su muerte en 1974. Más absurdo no le cabe a un crítico querido comunistoide
(Alberto Aguirre).
Poeta muy atado a la tierra. Que había interiorizado su propio paisaje, para expresarlo. No fue ningún cagatin-
tas.
Un apaciguamiento entre la ley jurídica y la imagen creadora de su escritura. Piensa uno en el poeta mexica-
no José Gorostiza y su libro “Muerte sin fin”, sobre
cosas comunes, rivalizando con sonámbulas tetras de
sabios temerarios, o perorata de pirata con pesca
milagrosa.
Jaimeeeeeeeeeeee! La maleabilidad de su lengua poé-
tica, lo formal y lo informal de un pechirojo con los
lagos de la lluvia para el recreo, en unas montañas
que llevarían el nombre de La Unión, Nariño.
Como “Estoraques”, de ese otro poeta colombiano, visigodo, llamado Eduardo Cote Lamus.
Todos luchamos contra las “godofradías” de los movimientos generacionales.
El abogado Aurelio Arturo se queda solito solucionando todas las encrucijadas de los salvajes humanos, y para
su solaz el poema largo, que no tiene fin, si no con su
vida. “Amo la noche”, pero la noche campesina.
¡Jaime!, termina el poeta Aurelio Arturo con: “Reyes habían ardido, reinas blancas, blandas, sepultadas
dentro de árboles gemían aun en la espesura”.
Extractado del libro "La risa de Demóstenes, rara, II", del poeta Gabriel Jaime Caro (Gajaka).
G.J. Frankestein dijo...
Sobreviviente dijo...
Ex Polo dijo...
Eñe dijo...
Puti-ñó y
Rendón dijo... Mockus contra el mamertismo y el neofascismo en el Poder.
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