Las ínfulas son
siempre el camino más corto hasta el ridículo. Y los gobernantes son los
peregrinos más usuales de esa ruta trillada entre la grandilocuencia y la caricatura.
Entre nosotros Luis Pérez Gutiérrez es un exponente paradigmático de la
distancia entre los anuncios teatrales y lujosos y las ejecuciones lánguidas y
retocadas. El lema de su gobierno, Antioquia piensa en grande, solo sirve como
contraste para ver la minucia de sus logros y la mezquindad de sus actuaciones.
Hasta hace unos
días poco se hablaba de los proyectos educativos de la gobernación de
Antioquia. Los anuncios del primer año se habían convertido en propósitos relegados.
Pero para eso está la Asamblea y sus debates estrafalarios. El diputado José
Luis Noreña ventiló hace una semana los compromisos de la administración para “colocar”
porteros, secretarias, administrativos y otras arandelas de la burocracia
educativa como cuotas de los diputados. Eran apenas ochenta “plazas” por
diputado, porque Antioquia piensa en sí misma.
Esa bonita
anécdota hace que valga la pena darle una mirada a uno de los programas bandera
de la administración Luis Pérez en temas de educación. La Universidad Digital
se mostró desde el comienzo del 2016 como una revolución en camino. Realidades
virtuales son la especialidad del gobernador. Al comienzo se habló del concurso
de grandes universidades del mundo en el programa. Juan Pablo Durán, gerente de
proyectos especiales de la gobernación quién estuvo al frente de la Universidad
Digital en los primeros meses, alcanzó a decir: “Las iniciativas del Gobernador
son de tal envergadura, que necesitan el trabajo mancomunado de toda Colombia,
el concierto de grandes inversiones nacionales e internacionales, y la
colaboración de las mejores universidades de Colombia y del mundo…” De MIT, Harvard
y otras mencionadas el año pasado hoy no quedan rastros y no se logró pasar de
una de las hoy famosas visitas de pasillo.
Se dijo también
en un comienzo que la universidad tendría 100.000 estudiantes, siete registros
de programas propios, una sede lista en los antiguos terrenos de Telemedellín,
una inversión cercana a 163.000 millones de pesos, un costo de un dólar por
curso que garantizaría gran cobertura y el apoyo del gobierno nacional, la
Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional. Grandes instituciones a
falta de las eminencias extranjeras.
Hoy en día se
sabe que la gobernación tiene un convenio marco con el Ministerio de
Educación, o sea una carta general de buenas intenciones. Que ha invertido
10.000 millones de pesos en un estudio de viabilidad financiera que considera
confidencial y está en manos del ministerio desde septiembre pasado. Tiene
además el apoyo solitario del Tecnológico de Antioquia más por temas políticos
que académicos. Y por supuesto la desconfianza de la Universidad de Antioquia
que ha logrado cuatro registros en su trabajo de diez años con su programa Ude@.
Por la planta física le preguntó el ministerio en octubre y no hubo respuesta.
Sobre los registros propios no se conocen ni siquiera los nombres de los
programas. Cuando se les preguntó cómo era eso del dólar por curso,
respondieron que no correspondía a la “proyección financiera” sino a una “ejemplificación”
para mostrar la “gran accesibilidad”. Espero que dicten español en la
Universidad Virtual. La disculpa cantada será que los pares del ministerio no
les quieren aprobar sus cursos y pronto veremos la pataleta del gobernador por
los problemas de su universidad de cartón. Pero algo grande hay que mostrar. Miles de tabletas que le acaba de entregar el presidente Santos para que al
menos haya con que jugar mientras tanto.