martes, 21 de diciembre de 2010
Cadáver exquisito
En El guardián del muerto, un cuento negro y burlón escrito por Ambrose Bierce, unos médicos jugadores deciden apostar sobre la posibilidad de que un hombre resista toda una noche en la sola compañía de un cadáver. Le entregan una vela y lo encierran en un cuarto con barrotes para que vele un falso muerto. Cuando el cuerpo empieza a moverse, para burlar al guardia y a la muerte, el aterrado custodio no puede más que matarlo de verdad, para invocar la ayuda de las larvas definitivas. Hacía unos minutos el conejillo y guardián había pensado, alumbrando el cuerpo rígido, que nadie puede discutir “el derecho de los muertos de descansar en paz, exentos de cualquier violencia”; pero cuando el supuesto cadáver movió su pecho no pudo más que asfixiarlo.
Son los peligros de hacer una apuesta sobre la camilla de un cadáver. Ahora mismo el gobierno y la justicia colombiana libran su juego con el cuerpo refrigerado de Víctor Julio Suárez Rojas. Ayer durante una audiencia una juez de control de garantías le dijo al hermano medio de Jojoy, un campesino silencioso que empuña un bastón, que le entregarían el cuerpo pero con la condición de que sea enterrado en Bogotá y no en el municipio de Cabrera, como quiere su familia. La juez y el gobierno alegan que de ser enterrado en el pueblo se corre el riesgo de un ataque de las Farc, para recuperar la calavera y las dos tibias y erigirlas como blasón de guerra.
Cuando murió Luis Edgar Devia el gobierno también jugó sus cartas. Siguiendo la vieja lógica según la cual el vencedor es el dueño de los despojos mortales del vencido, escondió a Reyes detrás de la firma de su ex-mujer y logró que su último paradero fuera un misterio. Uno entiende que Bolivia haya ocultado los huesos de El Che durante 30 años. La superstición del momento hacía temer que un cadáver pudiera esparcir los alborotos comunistas. El Che era un ídolo y la venganza suponía que era mejor un santuario apócrifo. Ahora está en las banderas de todos los equipos de fútbol del continente. Pero quién además de su familia y algunos guerrilleros querrán venerar las tumbas de Reyes y Jojoy. Qué devoción tiene alguien en Colombia por los esqueletos de dos guerrilleros corrompidos y arrogantes. El Estado no debe temer al fantasma de Jojoy, si puede resguardar el cuartel de policía en Cabrera, si puede responder por su alcaldía pues debe hacer lo mismo con su cementerio ¿La seguridad del pueblo depende de la presencia de los huesos de Jojoy? En Medellín la tumba de Pablo Escobar es el santuario menor de algunos supersticiosos, algunos viciosos y algunos despistados. Cada quien invoca según sus tristes necesidades y angustias. Igual los muertos son duros de oído.
Una sentencia de la Corte Constitucional dictada en 1994 parece darle la razón a la familia de Jojoy. Según la Corte existe una “cuasi-posesión” de los familiares sobre el cuerpo del difunto, un derecho que implica “la custodia, la conservación del cadáver y el sitio de su inhumación”. De la sentencia parece derivarse que solo una amenaza sanitaria avalada por el ministerio de salud podría justificar órdenes para la disposición de cadáveres por encima de la voluntad de los familiares.
Es inevitable que se exhiba el cuerpo de los delincuentes abatidos, un ritual macabro que se han ido ganando con años de violencia y escondites. Pero pasar de la exhibición pública al ocultamiento a los familiares parece un precio desmedido. Recuerden que tenemos un ave carroñera en el escudo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
Museo de cera en Colombia exhibe a Raúl Reyes
Sentencia de la Corte Constitucional T-163 / 94
La sentencia dirime el pleito entre la esposa y un hijo extramatrimonial por los huesos de un hombre en Ciénaga.
Aquí un párrafo que resalta la Corte del juez de primer instancia.
"lo anterior, dice el juez, nos ubica en una realidad consistente en el acceso y dominio que ejercemos del lugar en donde decidimos albergar los despojos de quienes dejaron de acompañarnos (...) Su naturaleza inmaterial de ninguna manera demerita lo fundamental que resulta el derecho que sobre ellos podemos ejercer, derecho que normalmente se manifiesta, en poder llorar, velar, visitar, colocar flores, placas recordatorias imágenes de santos y orar por ellos".
Una pequeña crónica de tumbas guerrilleras en Colombia
El hermano medio de Jojoy en la audiencia
Si las lluvias interminables ya habían sido anunciadas por nuestros novelistas (véase periódico Universo Centro 19), también este asunto de los engorrosos cadáveres insepultos. Hay dos muy memorables en nuestras letras. El primero está en "La Vorágine" (1924) de J. E. Rivera: el viejo Clemente Silva va de aquí para allá con los huesos de su hijo Lucianito, guardados en un costal. El otro caso es inverso respecto del parentesco, y está en "Manuel Pacho" (1962) de E. Caballero Calderón: el bobito protagonista atraviesa los llanos de Arauca con el cadáver del papá a cuestas, cada vez más podrido. Los jugos de la descomposición le chorrean al muchacho por el cuerpo, como le chorrearán al hermano de Jojoy.
Dirá la historia que el mono Jojoy era un berraco?
Si o No?
Yo digo No para empezar.
Está como esa estatua de Laureano Gomez en Gramalote, igualitica a la de Lenin por el Danuvio.
Un uruguayo diria, que hacía allí!!! Digo la de Laureano, y su salvador Corazón de Jesús.
No sabía lo de Laureano en Grmalote. Tremendo. Ahí va la imágen.
Laureano en Gramalote
Mauro no creo que ninguna historia diga que Jojoy era un berraco. El cuento de la violencia redentora se acabó en Colombia hace unos años...por lo menos para el 95% de la población.
Murió el ex presidente Carlos Andrés Pérez y su familia pidió permiso para enterrarlo en Venezuela. Aquí está la respuesta de Chávez.
Chávez habla sobre traslado del cadáver de Carlos Andrés Pérez
el Grinch del palacio de Moraflores no quiere festejar la Navidad, él prefiere que en vez de regalos a los niños, ese día se les cuente historias de Bolívar y la Patria. Pobres venecos...
http://www.eluniversal.com/2010/12/26/pol_art_el-sindrome-del-grin_2144428.shtml
Publicar un comentario