martes, 13 de septiembre de 2011
La ley y el desorden
Nadie podrá decir que Colombia no ha buscado instrumentos jurídicos para intentar sacar del monte, o de los huecos blindados en fincas y ciudades, a guerrilleros, paracos y mafiosos a secas. Desde los decretos de sometimiento a la justicia que se dictaron en el gobierno Gaviria para la entrega de Pablo Escobar y su gente, en una negociación de tu a tu con el Estado, las reglas para acomodar el derecho penal a las expectativas de paz y las realidades de guerra se han repetido sin descanso.
Para no aburrir demasiado mencionaré las de la última década. La ley 782 de 2002 se encargaba de prorrogar un intento firmado en una ley de 1997 al que era necesario darle tiempo. Vale la pena señalar su objeto que se repetirá como un salmo de esperanza en todas las leyes de su estilo: “facilitar el diálogo y la suscripción de acuerdos con grupos armados organizados al margen de la ley para su desmovilización, reconciliación entre los colombianos y la convivencia pacífica.” Algún ocioso debería recuperar las sesiones en el congreso para ver repetidas las discusiones cada cinco años: renovada la vehemencia y las corbatas.
Luego, ya con los paramilitares conversados, vendría la Ley de Justicia y Paz en el año 2005. Se discutió largo y tendido para lograr un mecanismo más presentable que el machetero -perdón la expresión- proyecto de Alternatividad Penal que había propuesto el gobierno Uribe. Se trajeron expertos internacionales, habló la ONU, la OEA y con seguridad algo dijo Baltazar Garzón. Se logró acuerdo político en Colombia y se pasaron raspando los listones internacionales. La Corte Suprema y la Corte Constitucional terminaron de hacer los ajustes y la Ley recibió una bendición condicionada. Una bonita expresión adornaba los manuales de aplicación y los discursos: “justicia restaurativa”.
Pero los fallos de las Cortes dejaron por fuera de la “justicia restaurativa” a 19.000 combatientes rasos de las AUC. Y los muchachos amenazaban con volver por sus fierros. Se mandó un mensaje de urgencia al Congreso que muy diligente aprobó la Ley 1424 de 2010. El gobierno le montó los decretos respectivos y parecía que luego de 5 años la Ley de Justicia y Paz estaba completa. Pero no, ahora resulta que ya no sirve. Quedó mal hecha. O le pasó su cuarto de hora.
La Fiscal General presentará un proyecto para modificarla. Parece que solo busca agilizar las audiencias ya que apenas se han logrado 5 condenas en 6 años. Se investigan más de 46.000 delitos. Simón Gaviria tiene debajo del brazo un proyecto distinto para empujar la Ley. Roy Barreras tiene una reforma constitucional en su maletín para que el presidente pueda iniciar procesos de desmovilización con la guerrilla. Una comisión de reconciliación no se le niega a nadie. El gobierno recibe los proyectos con sonrisas y venias, quizá no sirvan para resolver los problemas pero si para levantar esperanzas e intentar una audacia.
Nos aburrimos muy pronto aplicando las leyes y nos dedicamos a firmar unas nuevas. Es más fácil intentar correcciones al marco legal que impedir que haya 15.000 inscritos en Justicia y Paz que llegaron desde el subempleo solo a cobrar un sueldo. O que más de 2000 hayan sido asesinados en las ciudades y 5300 estén de nuevo las cárceles. No creo que eso se corrija con filigrana legal y comisiones varias. Se necesita sobre todo algo de realismo, mucha fiscalía, plata y un Estado concentrado en los enormes líos de las viejas leyes y no en el brillo de las nuevas. Los congresistas, por su parte, deberían legislar más para el país y menos para el gobierno.
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6 comentarios:
Interesante esta entrevista de hace un mes con Ernesto Báez. Cita a Baltazar Garzón y pide que las víctimas evaluen la ley de Justicia y Paz.
Una respuesta.
¿Fracasó la Ley de JyP?
Al doctor Baltazar Garzón le preocupó mucho el hecho de que los desmovilizados somos los únicos presos en el mundo que llevamos cinco años y todavía estamos en versión libre. Los términos procesales en cualquier país se respetan y acá no hay términos. Hay procesados a los que se les ha cambiado seis veces de fiscal, las audiencias se repiten, hay versionados que no los llaman hace más de dos años, las diligencias de imputación son repetitivas, existen condenas parciales y no hay condenas definitivas de gran importancia. Acá se violan los derechos procesales abiertamente y, lo más grave: todas las confesiones y lo que ha avanzado la justicia no es ni siquiera el 25% de la verdad histórica. Si no hay instrumentos que faciliten la construcción de verdad histórica, la Ley de Justicia y Paz fracasará.
Justicia y paz va a fracasar
Es claro que en la desmovilización para se colaron miles de combatientes falsos. En unos casos con la vista gorda del gobierno y en otros casos por la dificultar de reconocer combatientes recién graduados. Lo gracioso del caso es que luego de que la Corte Suprema no aceptó los delitos de rebelión para los paras rasos -cosa que impidió el indulto-; y más tarde la Corte Constitucional impidió que se acogieran al principio de oportunidad por que se atentaba contra la verdad y la reparación, muchos de los paras colados terminaron, simples jornaleros oportunistas, terminaron al borde de ser juzgados por concierto para delinquir.
Según mucha gente de países donde se han dado procesos de justicia transicional la ley es bastante completa, pero no basta con redactarla y aplicar reglas a una parranda de pillos con plata y miles de intereses de por medio es un lío mayúsculo.
Algunas opiniones de Michael Reed del centro internacional de justicia transicional. Habla sobre la ley 1424 de 2010 que intentó un marco legal para los 19.000 rasos que estaban en veremos.
¿En esta Ley pueden presentarse "colados" que buscarían ocultar delitos atroces?
"Lo más importante en la aplicación de la Ley 1424 es que el Gobierno y la autoridad judicial sepan con quién están tratando. Es importante tener información derivada de una investigación exhaustiva para saber quién es la persona que esta solicitando estos beneficios y no es un presunto responsable de otros. Ahí es donde esta el campanazo. Hay una experiencia en la Ley de Justicia y Paz donde el ejercicio de postulación por parte del Gobierno pasado fue muy precario, muy lleno de los riesgos que se derivan de la ausencia de investigación y del hecho de que se puedan colar personas que son responsables de delitos de otro tipo. Los beneficios judiciales nunca podrán otorgarse por otros delitos diferentes a los contemplados en esta Ley".
¿Cómo evitar entonces los "colados"?
" Cuando estamos frente a desmovilizados debemos tener en cuenta que más allá de la buena voluntad, uno tiene que depender y hacer una investigación profunda, independiente, para garantizar que cualquier beneficio judicial que se otorgue sea por las razones que predican los que dejaron las armas.
La mejor evidencia es que hay 1.338 desmovilizados postulados a la Ley de Justicia y Paz que dijeron que fue un error y que no tienen nada que confesar. Eso evidencia que el ejercicio en Justicia y Paz no fue técnico, no contó con información para saber si los postulados eran o no desmovilizados".
Este era el balance de la revista Semana a comienzos de 2010
Una pregunta de Verdadabierta en 2009
¿Se volvió imposible condenar a los paras?
Palabras de Luis Carlos Restrepo trabajando por la aprobación de Justicia y Paz:
"El presidente Uribe ha dicho con claridad que asume plena responsabilidad en la expedición de una ley que debe permitir aplicar la justicia sin impunidad, pero también avanzar en la paz de manera viable. Manteniendo el régimen de la ley 782 de 2002, que permite conceder el perdón a los miembros de la guerrilla y autodefensas que al momento de desmovilizarse no presenten requerimientos judiciales distinto al concierto para delinquir, la ley se orienta a los miembros de éstos grupos responsables de delitos graves, que hayan contribuido de manera eficaz a la paz nacional."
Le brota a veces su formación de abogado, no viejo Pascual?
De todas maneras es bueno llamar la atención al respecto. el cuento de Roy Barreras no me lo sabía. Ese man si es que es muyn lambón...
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