De vez en cuando las palabras de un tonto pueden ser esclarecedoras. Esa
especie de paradoja de la elocuencia se presenta sobre todo si quien deja caer
la perla negra tiene enfrente un micrófono y en la solapa el escudo de una dignidad.
Le pasó hace unos días al diputado Rodrigo Mesa quien logró que se supiera, más
allá de los pasillos burocráticos, qué cosas se dicen en una sesión de la Duma
Antioqueña. Desde aquí una voz de solidaridad
y reconocimiento a quienes deben dedicarse a grabar y soportar íntegras
las intervenciones de los diputados. Pobres camarógrafos, infortunados
periodistas. Pero más allá de la anécdota grosera y la justificada indignación por
el racismo, queda una pregunta válida por la representatividad y los beneficios
democráticos de las Asambleas Departamentales. Los más oscuros foros, en
ocasiones fosos, de nuestras competencias electorales.
Rodrigo Mesa decía estar defendiendo de manera vehemente al departamento
de Antioquia y sus recursos. Pero los 24.000 votos obtenidos por el ilustre envigadeño
solo representan a una pequeña parcela política en su municipio. Más del 60% de
sus votos provienen de Envigado y municipios al sur del Valle de Aburrá, donde
su familia tiene desde los tiempos memorables de Pablo Escobar una próspera
empresa política. El señor lleva 20 años sentado en una silla de la Asamblea
haciendo negocios particulares. Dice hablar por los cuatro millones de votantes
potenciales cuando a duras penas obtuvo el favor del 0.5% de ellos.
Pero la carencia de legitimidad no es solo del diputado liberal. La
Asamblea en su conjunto sufre el desconocimiento y la anemia de sus electores.
A casi nadie le interesan sus pequeñas cuitas de directorios municipales y
burocracia de tercer nivel. En Antioquia
el 32% de las personas que recibieron el tarjetón de Asamblea decidieron no
marcarlo, marcarlo en blanco o terminaron anulando su voto por desconocimiento
o desgano. Más de 650.000 ciudadanos fueron a las urnas y encontraron inútil
buscar aunque fuera una cara simpática entre los postulados. En casi todas las
asambleas del país pasa lo mismo. En el Valle y Cundinamarca también hubo una
tercera parte de los electores que escogió alguna de las tres opciones sin
candidato. Y en Colombia en promedio el 25% de los votantes no encuentran una
razón para recordar el número de un candidato a diputado. Y seguro que son esos
los que menos se equivocan en la elección. Los Concejales de las capitales les
llevan cerca de 10% de legitimidad a sus colegas de las Asambleas.
Cuando uno revisa las noticias de la Asamblea de Antioquia antes de la
frase famosa de Rodrigo Mesa no encuentra más que marrullas legales y
descalificaciones varias en busca de la presidencia de la corporación. También
hablaron de la elección del Contralor Departamental y la feria para proveer los
112 contratos a los auxiliares de esa entidad. En últimas la Asamblea no
discute mucho más que el “presupuesto” que le tocará a cada uno de los
diputados.
Valdría la pena desempolvar un proyecto de 2002 que hablaba de acabar con
Asambleas Departamentales. Se ahorrarían platas y vergüenzas y no se perdería
ni un poco de democracia. Según la idea de entonces algunos Concejales,
representativos de cada región, vendrían a cubrir el pequeño hueco dejado por
los diputados. Pero sé que es mucho pedir que los congresistas descabecen a sus
hijos bobos en las regiones.
2 comentarios:
Sentencia de la Corte Constitucional donde se habla de proyecto de acabar con las Asambleas
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