martes, 18 de septiembre de 2012
El ultramontano
Hace 100 años, bajo el liderazgo de Carlos E. Restrepo, Colombia discutía las posibilidades de una política que usara menos los extremos ideológicos, donde el debate solía ser un drástico tratamiento de contrastes que casi siempre terminaba con muestras de sangre. En ese momento la ideología estaba muy cerca de la religión y la intransigencia política era una especie de obligación moral. Desde lo que se llamó el republicanismo, Restrepo intentaba alertar sobre los liberales radicales y los godos ultramontanos: “Sigo creyendo en la necesidad permanente de nuevas organizaciones políticas, de carácter muy distinto del que hoy tienen; deberán abandonar la cuestión religiosa, que los unos pretenden resolver atacando el sentimiento más alto, más respetable y más general que existe en Colombia; y los otros, tomando el estandarte de Cristo y arrastrándolo por calles y plazas, por comicios y trapisondas”.
El experimento duró muy poco. El fanatismo era un virus difícil de combatir: los obispos señalaban la posibilidad de la excomunión por el voto a favor de los herejes y los párrocos comunicaban los resultados vía telégrafo de una forma que no dejaba lugar a dudas: “Párroco de Concordia: Católicos 240, Luciferistas 83. Párroco de Pueblorrico: Católicos 435, rebeldes contra Dios y su Santa Iglesia 217”. Los discursos marcaban siempre una disyuntiva entre la descomposición moral y el apego a las tradiciones de orden y quietud. Entre los conservadores hizo carrera una frase que todavía hoy tiene sus defensores: “No hay libertad para el error”. Los liberales hablaban de los “dogmas en movimiento” y los conservadores de los “dogmas inamovibles”. Mientras tanto los ejércitos y los conjurados no se quedaban quietos. Eran los tiempos de otras hecatombes. Los conservadores intuían la derrota y llamaban a la “abstención purificadora”, los liberales presentían el triunfo de sus rivales y clamaban por la insurrección.
Desde hace por lo menos 30 años la religión dejó de ser un tema clave en nuestras discusiones políticas. Algunos temas particulares han llevado al pronunciamiento de la iglesia, pero los debates enconados desde el púlpito y las banderas vaticanas parecían cosa de retratos presidenciales apolillados. Las grandes discusiones de 1936 sobre el divorcio y el matrimonio civil, los discursos de Laureano Gómez en 1949 bendiciendo a Dios mil y mil veces por haber logrado que su mente captara “una sublime doctrina”, eran parte de un pasado que se miraba con alivio y recelo desde la política menos espesa de estos días.
Pero apareció un laico que todavía se considera un solado de la iglesia. Un hombre que cree que desde un despacho para hacer investigaciones disciplinarias es posible “darle tono ético a la sociedad” y “defender nuestra identidad en lo ético y lo moral”. Ese laico ideal, que se considera elegido para llevar a cabo tareas mucho más importantes que las que marca su manual de funciones, resulta una bendición para la Iglesia y para un partido conservador que se había quedado sin discurso, pero termina siendo fatal para el Estado y la política. Alejandro Ordóñez no solo ha incumplido sus deberes de funcionario, también ha llevado las discusiones que habíamos aprendido a dar en el terreno de la Constitución al maniqueísmo de los réprobos y los bendecidos. Desde sus responsos pretende revivir un radicalismo olvidado. Carlos E. Restrepo es ahora un viejo recuerdo, pero tiene un adversario ultramontano en pleno siglo XXI.
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14 comentarios:
Las imágenes son del susodicho sin el disfráz de funcionario público. El tenebroso escudo de la Regeneración y una guerrilla liberal con fanfarria en la Guerra de los Mil Días.
Entrevista del Procurador y su tono ético para la sociedad
Y dale con Ordóñez, una columna parecida escrita en noviembre de 2009.
Dios nos libre
Leí:
"Los conservadores intuían la derrota y llamaban a la “abstensión purificadora”,"
y busqué y me respondieron:
"Quizás quieres buscar: abstención"
De resto excelente como siempre don Pascual.
Gracias, arreglado. Solo espero, por mi bien, que el corrector de El Espectador haya tenido ojo suficiente. Saludos.
La discusión no es religiosa. Es sobre una corte que ha introducido por vía de tutelas leyes que deben emanar del Congreso. Como el debate público no se ha podido dar en donde debería haberse dado (Congreso), el país lo está dando con ocasión de la reelección del Procurador. Por qué el país tiene que tomar como suyas unas leyes emanadas de fallos judiciales de la CC que no han sido discutidas democráticamente? @rodrigobarriosm
Pascual:
No estoy seguro de que la Santa Madre Iglesia haya estado al margen de las discusiones políticas durante los últimos treinta años. En los fallidos diálogos de paz con la guerrilla emprendidos en los años 90, por ejemplo, siempre hubo un púlpito improvisado al lado de la mesa para que los correligionarios de Cristo ejercieran sus “buenos oficios”. Lo que sí es nuevo, como vos decís, es que sea un laico con funciones constitucionales el que se arrogue la defensa del dogma cristiano. Es como si en el Concilio Vaticano hubiera un miembro del Partido anarquista con voz y voto. Yo no sé si García Herreros o Rubiano hubieran hecho tan bien su papel retardatario. Está claro que el Procurador es “más papista que el Papa”.
Saludos,
Pablo
Pascual:
Leyendo mejor entiendo que hablabas de la religión y no de los religiosos. Pero si la ausencia de la primera en los debates públicos es un avance, la presencia de los segundos no deja de ser un retroceso. No tanto cuando se trata de la paz -pues al fin y al cabo la Iglesia ha llegado a lugares del territorio adonde el Estado nunca llegó- pero sí cuando se trata de temas como el aborto y las adopciones por parte de parejas del mismo sexo. Lo grave, según entiendo en tu columna, es que ahora los religiosos de sotana han sido remplazados por un laico que resultó más recalcitrante que el apostolado y con funciones civiles y poder de decisión sobre los derechos de los ciudadanos. Lo peor es que las recientes declaraciones del presidente fortalecen su aspiración reeleccionista.
Más obispos sin mitra en los juzgados:
http://www.eltiempo.com/justicia/documentos-publicos-no-podran-tener-citas-biblicas_12235543-4
Buenos días, me puede explicar por qué considera usted que el señor Procurador es "fatal para el Estado y la política" y me puede mostrar las pruebas de que "ha incumplido sus deberes de funcionario".
muchas gracias
Rodrigo, lo primero que es necesario aclarar es que la Corte Constitucional no introduce leyes, ese no es su papel, simplemente dicta sentencias. Lo segundo es que la despenalización del aborto en los tres casos especiales se dio en mayo de 2006 por medio de una sentencia de inconstitucionalidad no de un fallo de tutela. Una de las tareas de la CC es decidir sobre las demandas que los ciudadanos interponen sobre las leyes, en este caso contra los artículos del código penal que penalizaban el aborto.
Estoy de acuerdo con usted en que sobre el papel del debate dado en el Congreso tendría más representatividad (no sé si más legitimidad), pero no es cierto que no se haya dado en el Congreso. El año pasado en septiembre se hundió en el Congreso una iniciativa que pretendía reformar la constitución para penalizar el aborto incluso en las 3 excepciones que determinó la Corte.
De otro lado, vale la pena recordar que no solo la opinión de los 5 magistrados que marcaron la mayoría de la Corte en 2006 le dio legitimidad a la decisión, en su momento también el Procurador Edgardo Maya dio concepto positivo a la despenalización en casos especiales. No se trató pues de 5 liberales radicales retando a un país entero.
Sobre la religión, le digo que es muy difícil negar que las decisiones del actual Procurador tengan un trasfondo y una motivación religiosa. Su negativa a acatar la sentencia no tiene otra explicación y lleva a una polarización religiosa incluso más fuerte que la liderada por los obispos en vísperas de la sentencia de la Corte. Eso pasa cuando habla con la voz del Estado, pero como ventrílocuo de una doctrina que va más allá de los ámbitos legales. Y peor cuando quien habla se considera cree elegido por su dios para tareas sublimes.
Pablo, creo que la participación de la iglesia en los procesos de paz no ha intentado una usurpación ni una ingerencia en tareas que deben guiarse por la imparcialidad religiosa del Estado. Esas intervenciones han sido siempre para atender un llamado de los gobiernos y en muchos casos han sido útiles como intermediación. En ese punto veo la participación de la iglesia como la de cualquier actor social y la considero válida, igual como han sido convocados los sindicatos, los empresarios y otras organizaciones.
En los últimos años la iglesia sí ha hablado sobre temas puntuales. Por supuesto sobre el aborto en los días previos al fallo de la Corte, incluso sobre la segunda reelección de Uribe, a la que se opuso. En este último caso con argumentos que hablaban de la democracia en sí misma y no de sus dogmas. De otro lado, y es la idea central de la columna, siento que la posición radical del Procurador, y mucho más ejercida desde un cargo público, ha revivido un lenguaje de polarización religiosa que no recuerdo en tiempos recientes de nuestra política.
Va otra frase de los discursos de Carlos E. Restrepo:
“Esos apasionamientos ciegos, inconscientes, que no admiten reflexión contraria, están bien para el terreno del dogma en que habla Dios, y para seres y pueblos primitivos, que consagran las causas y endiosan a los hombres; mas no pueden ni deben tenerlos aquellos que han alcanzado una mediana cultura, de la mucha y fácil que ofrece la civilización moderna: éstos admiten que el amigo puede errar, hacen que la tolerancia presida las contiendas con el adversario y no reconocen más señor que a Dios, porque yerran los más doctos”
Quidam, a mí juicio el Procurador es fatal para la democracia y el Estado por varias razones. Respecto a la primera, por su discurso radical, apegado a dogmas inamovibles que siempre llevarán a la polarización religiosa. Colombia se debatió durante mucho tiempo de su historia política entre matacuras y radicales liberales, además tuvo a la iglesia como principal fuerza política y sus preceptos fueron los argumentos claves de nuestros debates y nuestras discordias, el Procurador pretende volver a esos tiempos. Es un laico con la visión de un solado de su iglesia. Y para el Estado, por la prioridad que le entrega a sus creencias por encima de sus obligaciones. No lo digo yo, lo dijo la Corte Constitucional.
Los conceptos de la Procuraduría sobre el aborto fueron además de una palpable deshonestidad intelectual. Mutiló conceptos de la Organización Mundial de la Salud para hacerlos decir lo contrario a su intención original. Le dejo una muestra.
Procuraduría mintió para evitar inclusión de abortivo en el POS
Más sobre las declaraciones de Ordóñez.
Personalmente considero que va a ser muy difícil atajarlo. La maquinaria política esta muy bien conformada. Es importante por eso considerar los próximos escándalos que puede realizar, sobre todo si busca una candidatura presidencial. En su segundo mandato estoy casi seguro que utilizará como estrategia demagógica, políticas basadas en la nueva ley de discriminación para alejarnos de un estado laico (muy diferente del aconfesional).
El tema religioso -incluyendo a los ateos- es bien interesante. Las ideas recientes de antidiscriminación pretenden dar cierto privilegio a alguna sectas ignorando la importancia de la lógica y violando en algunos casos la libertad de expresión. Este lunes 17 de septiembre, con el problema de la burla a Mahoma, se llevó a cabo un debate en Hora 20 donde participaron Carlos Holmes, César Caballero, Juan Carlos Flórez y Augusto Posada. Una de las preguntas era ¿Cuál es el límite para considerar que una declaración se burla de las creencias del otro?
Ninguno fue capaz de salirse del monótono discurso de la tolerancia y el respeto. Ninguno defendió la libertad de expresión, tan sana en una sociedad malsana como la nuestra. Ninguno vio en esas propuestas la ventaja que podrían sacar algunos demagogos de sotana como Ordóñez.
Nada tendría de raro que cuando esas ideas comiencen a florecer, algún grupo de intelectuales conforme una religión en torno a la Coca Cola. La cuál tenga textos sagrados donde se prohiba expresamente la publicidad de su dios. Porque lo importante es el respeto. La lógica, en algunos casos, tiene sus límites.
Entre otras, el sonidito que se produce al destapar una lata fría, es casi celestial.
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