martes, 20 de mayo de 2008

Vicios notorios




Las notarías han vuelto a sonar como monedas viejas, preciadas antigüedades que conservan intacto su valor de cambio a la hora del pago de servicios clientelistas. Todos los gobiernos guardan los números de las notarías, como balotas, en una pequeña bolsa negra de terciopelo que van usando según sea necesario. Una para Yidis, otra para Teodolindo, una más para los hermanos Uribes… para que conserven la fe.
El país ha intentado durante 40 años que las notarías se entreguen siguiendo un concurso de méritos. Primero una ley, luego un artículo de la constitución, más tarde dos sentencias de la corte constitucional exigiendo el concurso. Pero los notarios conocen de sobra la arritmia de los juzgados y son expertos en algunas palabrejas -petitorias, solicitaciones, requerimientos, consultas- que obligan a levantar nuevos pisos sobre las torres grises de los archivadores.
Cuando todo parecía indicar que iban a tener que responder unas pregunticas sobre su oficio, se soltó una verdadera avalancha a manera de respuesta: 340 tutelas, 1.300 recursos de reposición, 2.200 derechos de petición, acciones de cumplimiento, demandas de inconstitucionalidad, acciones populares. Lo último fue mover una ley, en acuerdo con sus padrinos y beneficiarios en el congreso, para que el valor del examen de conocimientos no fuera de 40 sobre 100 como estaba establecido sino apenas de 25 sobre 100. Además pretendían que el notario reprobado, expropiado, según ellos, tuviera la potestad de elegir al feliz heredero de su franquicia.
Fue España la que nos legó la venerable institución de los “guardianes de la fe pública”. Dicen que un tal Rodrigo Escobedo fue el primero en ejercer su ministerio de mañas y solemnidades en estas tierras. Venía con Colón y levantó un acta dejando constancia de que los indígenas no habían mostrado desacuerdo alguno frente a la ocupación a nombre de los reyes. No es raro que un cacique haitiano le haya respondido con una lanza a cambio de sus sellos. Es verdad que los escribanos han perdido su pluma y su capa pero conservan un aire de magos turbios detrás de sus cabinas. Sus casas parecen museos de pueblo, siempre bien trapeadas, siempre llenas de antiguallas falsas y puertas prohibidas. También me recuerdan el aire esterilizado de las casas curales y su contraparte de secretos con aliento mohoso. Muchas de ellas amenizan su inercia con bambucos orquestados. Casi 900 notarios despachan en Colombia, entregando su garabato como prueba de nuestros vicios de papel y nuestros demonios de política.
Un reciente candidato a la alcaldía de Medellín firmó ante notario público sus promesas de campaña. Era claro que no tenía nada que perder. La diligencia no le traería obligaciones sino un simple aval oficinesco. Para la demagogia pomposa sirven las notarias. Y para repartir almuerzos en los domingos de elecciones.
Pero los notarios no sólo llevan años evadiendo un concurso mientras empapelan juzgados y sirven como tenientes electoreros. Muchos de ellos también son tibios a la hora de reportar las transacciones sospechosas de convertir los dólares narcos en plata blanca. Más de 400 de estos señores y señoras de silla giratoria, reclinable e inamovible han desconocido las circulares y los llamados de atención de la Unidad de Información y Análisis financiera. Les hablan de sanciones disciplinarias y penales y se ríen entre dientes. También la DIAN debe seguir a los resbaladizos de oficio. Cansada de cobrar 1.130 millones que recaudaron 30 notarios intuitivos por concepto de IVA y retención en la fuente, le entregó al Presidente Uribe la lista con sus nombres para que se les impongan sanciones. Nuevas risas. Y ahora resulta que además de todo pueden ser pelioneros a la salida de los baños. Sabíamos que eran marrulleros y lagartos, pero no que mordían.

7 comentarios:

JuanDavidVelez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
JuanDavidVelez dijo...

En mi opinion 25/100 es apenas suficiente, mas de ahi es solo una muestra de innecesaria e inconstitucional pedanteria.
Pero lo mas charro no es que ellos hayan pedido 25/100, lo charro es que en principio les hayan ofrecido 40/100.
No es muy grande mi ingenio para fabricar crucigramas, para la muestra, al preguntar por Yidis yo pondria: ¿clientelista de escaso talento?, cinco letras.

JuanDavidVelez dijo...

Me imagino el texto de la tutela donde piden que el porcentaje sea el 25/100, supongo que lo que ellos reclaman es que se respete el derecho a la igualdad, ellos deben estar abogando por la minoria que sufre de sindrome de down. Me uno al clamor de los notarios, ese hermoso oficio no debe estar reservado a la "elite" del 40/100. ¡Por un pais donde hasta un inepto pueda ser notario!, firmes.

Anónimo dijo...

Como dijo una de las victimas de los mordiscos, si esto lo hacen en publico que no haran en privado!!

Yo le responderia, muy facil fosas comunes, 7 millones de complices por toda colombia y un 85% de popularidad, es como cuando el parcero baja por la comuna jalado por un pitbull, quien se mete pues??

PD: juandavidvelez esos son los lujitos que se puede dar una democracia como la colombiana, que esperanzas!!!

Juan David Villegas dijo...

Venimos de un pais de noarios y de una raza leguleya, no hay porque asombrarse. Todo pasa con tal de que sea escrito en letras de molde y lenguaje rebuscado. estamos enamorados de los eufemismos y nos venimos s nos llaman "dotor"

Andrés Felipe Succar dijo...

Excelente.

Sería interesante estudiar otros mecanismos para resguardar la fé publica en derecho comparado. Creo que en USA todos los abogados tienen funciones notariales. También creo que solo hace falta demostrar ser un ciudadano "honrado" para adquirir el permiso de ley que otorga las calidades de notario. Hasta tengo un tio de esos que todos tenemos viviendo en USA que puede dar fé de los documentos que le muestran.

Saludos

JuanDavidVelez dijo...

Es urgente una ley de la republica que exija a los notarios hacer uso de un bozal cuando salgan de la notaria, me parece que esta ley seria una forma facil y practica de evitar inconvenientes como el que se acaba de presentar.