martes, 19 de octubre de 2010

Ahí está pintado




Con gratitud es el título de una exposición que se exhibe por estos días en la Cámara de Comercio de Medellín. Un homenaje entre solemne y risueño al ex presidente Álvaro Uribe. Las obras fueron recolectadas en los consejos comunales y tienen la ingenuidad del artista popular que rinde homenaje al soberano. Es sin duda la mejor traducción del 70% de popularidad y de la forma como una buena parte del país entendió a un presidente que se refería a sus conciudadanos como “mijitos”.
Hay quienes repiten con insistencia que Álvaro Uribe es un gran estadista. Sin embargo en el recuerdo que dejan los artistas populares el ex presidente es sobre todo un curtido Caballista. Aparece con el gesto altivo del jinete en la estatua ecuestre pero con un semblante que más parece el de Vargas vil; está de niño en un caballo blanco recordando una famosa estampa de José María Córdova; luce impasible sobre la silla de montar mientras una Ingrid sollozante adorna el fondo en compañía de un par de palomas. Uribe nunca es un jinete desprevenido, con el aire cansado que deja una jornada en el mundo Marlboro. Por el contrario es un as de silla en constante exhibición, templado por el alarde y la demostración de sus destrezas. Un jinete de feria.
Hay también caballos suficientes para formar un establo presidencial: una cabeza equina en esmeralda de autor desconocido, por supuesto; un caballo formado con las letras Álvaro Uribe Vélez desde la cabeza hasta los cascos, en una de las patas se lee la fecha de un nuevo periodo presidencial; caballos en yute, en guadua, repujados en lata. Todos hacen parte de la actitud entre agradecida y suplicante que el peón del consejo comunal quiere dejarle como constancia a su capataz.
No podía faltar en la colección el Uribe político en pleno discurso en una plaza de pueblo costeño. Se ve desfigurado por la fuerza de sus gestos, se adivinan sus gritos que intentan mantener concentrada a una multitud que parece asistir a una corraleja. La letra infantil de las pancartas confirma el clamor de los espontáneos: “Uribe, el pueblo te quiere”. Dos edecanes locales, entiéndase barones curtidos, hacen las veces de guardia del orador principal y se ríen entre dientes. Pero quizá el más gracioso de los retratos sea el de un Uribe vestido de torero, con el gesto desafiante después de un muletazo, mostrando con un grito la superioridad sobre su enemigo de lidia. La arena no es un coso circular sino la silueta del mapa de Colombia.
Los motivos religiosos también abundan para un presidente que mostraba la cruz y recitaba los deberes católicos con juicio de catequista. Uribe está al frente del timón de un barco, con la mirada en un futuro de más o menos 12 años y tiene como brújula a nuestro señor Jesucristo, que le pone una mano sobre el hombro y le señala la vía del buen viento electoral. No es un cuadro para la solemnidad de una sacristía sino un juego sencillo para la fonda, encima de la pianola. Y está el Uribe como una aparición en medio del follaje de la selva colombiana. La imagen recuerda las espesuras de Henri Rousseau: un águila y una guacamaya tricolor sobrevuelan con desconfianza. La figura escondida del ex presidente aparece dibujada por cientos de hojas diminutas. La mata que retrata.
Ninguno de esos cuadros sufrirá las transformaciones que experimenta el retrato de Dorian Grey cuando su modelo hace de las suyas. Todos traen de fábrica su carga de anomalía y monstruosidad. Una exposición perfecta para uribistas y antiuribistas: los primeros la verán con la mano en el pecho. Los segundos con la mano en la barriga.

11 comentarios:

Pascual Gaviria dijo...

Uno más sobre la entrada anterior.

Hace unos días llegó a mi casa un paquete con el tamaño suficiente para tener una sorpresa adentro. Resultó ser el repetido e inútil juego de asado. Tres cuchillos, unas pinzas, un tenedor, un cepillo para raspar la parrilla.
La sorpresa apareció con la carta firmada por el Comandante General de las Fuerzas Militares de Colombia, el Almirante Edgar Augusto Cely Nuñez.

La carta de felicitación por el Premio Simón Bolívar tiene frases de este calibre: "Quiero que las Fuerzas Militares de Colombia aplauden la decisión adoptada por el jurado calificador y valoran en toda magnitud el profesionalismo que usted demostró en la publicación del trabajo que el hizo merecedor a tan importante distinción, la cual quedará grabada en letras doradas en los anales del periodismo colombiano."

La grandilocuencia raya muy de cerca con el humor, y teniendo en cuenta el tema de los artículos premiados, con el humor negro.

Pascual Gaviria dijo...

Prometo buscar algunas de las imágenes mencionadas. Sobre todo al torero.

JuanDavidVelez dijo...

Que pena mi comentario bastante desfasado, pero fue que me acorde de una cosa.

La cámara de comercio de Medellín ome. En este caso es apenas para esa exposición, lo digo por los programas de radio de los cien empresarios, esos programas que por mi costumbre de averiguador de chismes yo me los oí completos. O el caso de novela premiada que dicen que apenas vieron que trataba de un cacorro entonces decidieron premiar otra también.

Es que lo que usté cuenta de la exposición me recuerda mucho a esos programas de radio, que ponen una música muy dramatica para "ambientar" el día que fulano de tal compró su primera máquina para hacer escobas y como desde ahí construyo su imperio, y habla el hijo del señor y cuenta las anécdotas del papá "mi papá siempre que estábamos almorzando nos decía que la honradez era muy importante"

Pero ni más faltaba ser desagradecido, contrario a lo que dicen yo creo que los medellinenses comunes y corrientes tenemos mucho que agradecer a esa élite a la que la cámara de comercio les hizo esos programas. Y también hay que agradecer a la cámara de comercio por esos programas, ya que esos programas son útiles aunque también es verdá que son muy montañeros. ("mi papá fue un tipo que le gustaba mucho trabajar y nos dio ese ejemplo a sus hijos", esas frasesitas las ponen con eco y todo pa que retumbe en los oídos de los radioescuchas)

Bacano pillar como es eso allá en la exposición, favor contar.

Pascual Gaviria dijo...

JuanDavid, la exposición es bastante graciosa. En el primer piso hay una sala dedicada al Bicentenario y en el segundo dos salas para los regalos a Uribe. Una dedicada a vírgenes y escenas religiosas como ofrendas al presidente, y otra dedicada a su figura inolvidable. Todo tiene ese aire tierno y deformado de los artistas populares.

Juan Carlos Orrego dijo...

Pascual, ¿no había nada en la muestra uribista relacionado con la famosa frase "le pego en la cara, marica"?

Anónimo dijo...

Sí, efectivamente, la expo es para llevarse la mano a la barriga.

Anónimo dijo...

No hay nada que hacer, a Felipe II el pueblo lo adoraba y lo respetaba en medio de su miseria, lo mismo a Fujimori en el Perú. Pero querer a este tinterillo que te habla y grita por encimita de los hombros como una pesadilla, se lo debemos a Laureano Gomez, "el gran orador y estadista" segun mi abuela mueca con sus 100 gatos.

Susana Mendieta dijo...

En la Era Caótica y la escuela del resentimiento, hasta Obdulio Gaviria seria presidente. Ya fue comparado con Aznar en España.
Ahi está el detalle.
El neoplusfascismo con antenas de neoliberalismo en la cama.

La novia de Gajaka dijo...

Necesitamos un libro de cuentos que haga sonreir al Monarca que tanto le ha dado a los ricos.
Vale la pena, ustedes veran, pero yo me quesdo verde con lo d elos miloitare sen Tame, Arauca.
Ahi si perdio la SEGURIDAD DEMOCRATICA.
Pero perdio de verdad verdad. Alguien quiere ponerle la sonrisa al culibajito?
Y no soy Fernando Vallejo.

Aguilucha dijo...

Susana eres mi doble, I dont beliebe that!!!!

Efraim Orrego dijo...

Felipe II, un metro 48 centimetros.
Ya Bruggell los habia pintado, enanos gozando de la derrota o simplemnte un trece de junio.
Estuve esta noche con Gajaka y estaba genial con su bareto.