No es
fácil perder a voluntad. Uno puede ser derrotado por cobardía, por incapacidad,
por la caprichosa fortuna o por simple inferioridad. Se agacha la cabeza con la
camisa sobre el hombro y al otro día todo vuelve a ser normal. Porque el
fracaso es también un asunto cotidiano. Pero perder por decisión propia es la
jugada más compleja, mostrarse peor de lo que uno es requiere un talento que no
se encuentra todos los días. Los defensores de Llaneros pueden ser de palo como
esa línea de cuatro de los futbolines que va de lado a lado girando sobre su
eje. Pero cuando se ven tan aparatosamente lentos, cuando se esfuerzan en no
esforzarse les aparece el antifaz de los ladrones en las historietas. Estamos hechos
para los alardes y la fanfarronería y no para la entrega y el empequeñecimiento.
Por
eso son inolvidables esos juegos de once contra once donde vale más la ruleta
de las apuestas que la gambeta del delantero. El gol olímpico de Cuadrado con
la Juve, una Vecchia Signora que sabe mucho de avaricias y casinos en las áreas,
quedó opacado por el raponazo Jonathan Segura. Y es delicioso cuando luego de
los partidos no hablan los técnicos sino los presidentes de los equipos que se
plantan como el más peligroso cabeza de área. Y en vez del análisis técnico
sale el comunicado de prensa. Y en lugar de los goles se cantan unas cuentas
verdades.
Los
italianos nos han dejado las mejores películas luego de los partidos y los
títulos. Mafias alimentadas por las delicias de los restaurantes de familia,
gitanos como agentes de segunda mano, apostadores que cantan sus desgracias sin
una lira y bambinos produciendo oro con empates insípidos. Muchas veces el
Calcio ha sido más jugoso en la mesa que en la cancha. Y no nos preguntemos por
los castigos del dios de la pelota ni por la justicia que pide la tribuna indignada,
porque el hincha solo grita contra la injusta bandera del línea y la sentencia
del juez que no lleva martillo sino un mísero pito y dos cartulinas.
La
historia de Paolo Rossi es el mejor de los cuentos de hadas y diablos que tiene
el fútbol de marionetas que dejan los amaños de partidos. Rossi y sus 21 goles
ascendieron a la A al Lanerossi Vicenza en la temporada 1976. Y muy pronto
conoció los juegos del Calcio. En 1978 su pase se fue a subasta entre el
Vicenza y la Juve. No hubo acuerdo y los presidentes se fueron a los sobres:
cada uno ponía el suyo sobre una mesa con la oferta por Pablito. David,
encarnado por el presidente Giuseppe Farina, le ganó la apuesta al Goliat Bianconero
y Rossi siguió en el Vicenza hasta verlo descender con su camiseta puesta. De
ahí pasó al Perugia, donde pasó lo que pasó. Una tarde, jugando bingo, apareció
un amigo y le presentó a un romano que dejó caer una propuesta: “¿Qué haces el
domingo? Intentaremos ganar ¿Y si piensas en un empate?” Rossi dice que la
conversación duró dos minutos y que volvió incómodo a los números de su tabla.
El domingo los apostadores gritaron ¡Bingo! El partido Avellino Vs Perugia
terminó 2-2 con doblete del Bambino.
Reventó
el escándalo por apostadores que se reclamaban pagos incumplidos y Rossi quedó en
los titulares. Tres años de suspensión para jugar y un pedido de dieciocho meses
de cárcel por la fiscalía: “Seguí el proceso como algo irreal, como si hubiera
alguien más en mi lugar. Supe que todo era cierto cuando llegué a casa y
vi los rostros de mis padres.” Las cartas firmadas para que se rebajaran su
sanción le permitieron ir al mundial de España. Lo demás es gloria con cinco
tantos incluidos tres contra el Brasil de los sueños y uno en la final contra
Alemania. Cinco ases suficientes para hacer olvidar los años días de dados y
juzgados. Luego de otro escándalo en 2006 por favorecimientos concertado de
algunos árbitros a la Juventus, la Lazio, el Inter y la Fiorentina Italia
volvió a ser campeón de mundo. Los dados cargados en la casa y la copa en alto
en Alemania.
En el
fútbol se susurra y se debe cubrir la boca para hablar en la cancha. No solo los
técnicos plantean estrategias. Los italianos nos han mostrado que directivos y
apostadores también mueven sus fichas. Juega la pizarra y el maletín.
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