miércoles, 12 de octubre de 2022

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 La década de 1960 fue poco radical para Joe Biden

 

Joven Barack Obama fumando marihuana Póster impreso - Etsy España

A Joe Biden los años sesenta lo cogieron en la más plena juventud. Era un universitario veinteañero con el saquito sobre la espalda y las mangas cruzadas en el pecho. Estaba más en la fila de la pizzerías de moda que en la primera línea de los manifestantes contra la guerra de Vietnam en la Universidad de Siracusa. Alguna vez, según dicen los biógrafos maledicentes, amenazó con bajar del convertible que le había prestado su papá a una joven que osó prender un cigarrillo. Parece seguro que Biden no probó la marihuana. Pero todavía tiene tiempo, puede ser por vía tópica para los dolores articulares o por vía oral, con unas gotas de CBD para el insomnio, aunque parece que el señor no sufre de males de sueño. También podría arriesgarse como muchos de los mayores de 65 años en Estados Unidos que han llegado a la marihuana recreativa luego de la despenalización. Marihuana de uso adulto mayor.

En un pequeño canto a la bandera de la legalización, Biden acaba de decretar una amnistía para los gringos condenados, en una corte federal, por simple posesión de cannabis: “Nadie debería estar en la cárcel solo por consumir o poseer marihuana”, dijo el presidente. Pero nadie saldrá de la cárcel por la decisión de Biden. Las 6.500 personas que se beneficiarán con la decisión simplemente verán borrados sus antecedes, un obstáculo para conseguir trabajo, buscar un crédito o acceder a algunos servicios sociales. Quienes no son ciudadanos estadunidenses y estén en proceso de regularización no tendrán beneficios. La Green Card podrá ser negada para siempre para los que aspiraron. Y la decisión solo logra mirar hacia atrás: quienes sean sorprendidos fumando luego del 6 de octubre podrán enfrentar cargos ante los jueces federales. Se perdonan los humos viejos pero no se asegura nada para los nuevos. Además, la mayoría de las condenas por posesión fueron dictadas por la justicia estatal y seguirán vigentes. Volvemos a las decisiones simbólicas. Las cifras de Estados Unidos sobre arrestos son vergonzosas por inútiles, costosas, racias y otras yerbas. Desde 1965, casi 29 millones de estadounidenses han sido arrestados por infracciones relacionadas con la marihuana.

Cuando 19 de los 50 estados en Estados Unidos han legalizado el uso recreativo del Cannabis, la decisión de Biden parece una simple movida electoral frente a las legislativas que están a menos de un mes. Más del 70% de los menores de 30 años en Estados Unidos están de acuerdo con la despenalización de la marihuana. Solo cuando los ciudadanos domesticaron sus uso los gobernantes decidieron seguir la huella. Frente a los estragos de lucha drogas a la ciudadanía le toca empujar contra los prejuicios y los temores de los gobiernos y la mayoría de los políticos. Entre los gringos, tocó empujar a Clinton que fumó pero no la aspiró y a Obama que dijo con tranquilidad que aspiró porque de eso se trataba. La mejor muestra es que en senado de Estados Unidos, de mayoría republicana, hundirá un proyecto de ley, aprobado en la cámara, que busca sacar al cannabis de la lista federal de drogas peligrosas. Todavía hoy la marihuana está en la vitrina de venenos que armaron los propagandistas antidrogas en los años cincuenta.

En Colombia no tenemos mucho que aprender de la reciente decisión de Biden. Se necesita más presión ciudadana que leccones desde el Norte. Incluso, sería suficiente una lectura juicios de la sentencia de la Corte Constitucional de 1994 que despenalizó el consumo y porte de la dosis personal de marihuana y cocaína. Tenemos letra y cultivos propios para una decisión nacional sobre el tema.

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