Las comparaciones entre la pluma y la espada marcaron los primeros tiempos del periodismo en Colombia. Bolívar consideraba la imprenta “tan útil como los pertrechos de guerra”. La tinta era una nueva forma de contar hazañas, buscar vítores y propagar ideas. En un texto llamado Prensa y poder político en Colombia, Jorge Orlando Melo hace la larga lista de presidentes que fueron fundadores y directores de diarios. Jorge Tadeo Lozano, primer director de un periódico, se posesionó como presidente en 1.811, y salió muy pronto del cargo, luego de una campaña en su contra difundida por Antonio Nariño desde La Bagatela.
En el siglo XX la historia se repitió muchas veces. Los partidos y los diarios eran un mismo organismo y más que la información su rol se centraba en la difusión de ideas y la difamación del contrario. Luego de ese recorrido histórico la conclusión de Melo parece inobjetable: “…la mayoría de los presidentes de Colombia surgieron de los periódicos, más que de los grupos económicos o de las grandes familias.” También los grandes opositores al bipartidismo estaban ligados a la prensa, uno de ellos, Gerardo Molina, fundó el semanario La Gaceta a finales de la década del cincuenta. No era raro entonces que Alberto Lleras, otro periodista, dijera que la prensa era “la más segura, la más consolidada y la más perdurable de nuestras instituciones políticas y sociales”.
Desde finales del siglo XX la prensa escrita fue perdiendo relevancia política y adhesión partidista. Los periódicos respondían aún a las ideas conservadoras o liberales a las que estuvieron adscritos pero de una manera menos comprometida, más desteñida si se quiere. Unos años antes la información había adquirido mayor espacio e importancia que la difusión de una ideología y una preferencia política. Además, las afugias económicas hicieron que fuera necesario pensar más en el balance que en la balanza electoral. : “Los periódicos hoy en día se tienen que manejar con un criterio comercial, como una fábrica de carros o de jabones”, decía a mediados de los ochenta Enrique Santos.
De modo que los grandes medios pasaron de la órbita política a los dominios de los grupos empresariales. Y la lógica cambió para siempre. O al menos eso creíamos, hasta el reciente papel de la revista Semana, fundada por Alberto Lleras, como plataforma para la muy cantada candidatura presidencial de su directora Vicky Dávila.
La historia de hoy tiene varias particularidades. La primera es que se confunden los intereses políticos y económicos ¿Los Gilinski y Vicky juegan como socios? Antes lo político marcaba el énfasis editorial e informativo, en el caso actual parece haber una correlación mucho más visible entre política y negocios, un miti-miti. La segunda es la vaguedad sobre las intenciones de la directora y el papel informativo de la revista. La estrategia de hoy es el disfraz, vender periodismo y hacer política. En el siglo XIX y XX se trataba de una combinación que estaba en el cabezote de los periódicos, casi se escribía con tinta roja o azul. Hoy se juega a la confusión de roles, al proselitismo periodístico soterrado, al eslogan de campaña disfrazado de información. Semana nos ha regresado entonces a la prensa del siglo XIX y buena parte del XX, pero con componentes aún más riesgosos por la mezcla de grandes intereses económicos y la utilización de la información, más que de una idea editorial, como instrumento electoral.
Algo conserva Vicky de la tradición de los viejos diarios políticos en Colombia: la diatriba, el odio y el sectarismo como combustible para hacer política desde las páginas del medio que dirige. Veremos si los clics se pueden equiparar con los votos.
5 comentarios:
Lo veo bien. después de mucho tiempo, Pascual ya era hora.
No olvidar que la diatriba, el odio y el sectarismo se usaron como combustible para hacer política mientras los conservadores armaban bandas para matar a los liberales. Hoy además se exhiben sin pudor las más descaradas fake news desde la portada de la venida a menos revista de marras
Qué bella descripción para la torpeza periodística.
Excelente análisis Pascual, ojalá que Caracol Radio y tu hermano, no lleguen a retirarte sus afectos.
La última frase será clave: trasladar el éxito virtual a la realidad. Excelente columna.
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