jueves, 10 de abril de 2008
El gato muerto
No es casualidad que los gatos prefieran el camino sinuoso de los techos y la alta noche al bochorno callejero de las ciudades. El perro se acostumbra a vivir entre los martilleos y la cama de aceite quemado de un taller, y merodea las plazas con el aire triste de los desocupados y estira una pata con gesto suplicante; pero el gato, si no encuentra hogar con su cojín asiático y su desierto en una coca para hacer lo suyo, decide marcharse al último solar abandonado, a los techos de la sacristía, a la buhardilla de una bodega de colchones. Y se dedica a regar sus miradas con la superioridad del rey y el recelo de la esfinge.
Por eso ha sido blanco de todas las sospechas. Ay cuando es negro. Sobre todo cuando es negro. Durante la edad media lo culparon de las pestes y lo hicieron carbón para las hogueras santas. Quien fuera dios en Egipto se convirtió en demonio para toda la Europa adoctrinada por Roma. Matar gatos fue un acto piadoso para el regocijo de frailes y ratas por igual.
De vez en cuando se despierta de nuevo ese oscuro prejuicio y los gatos, simples mascotas según nuestra jerga de hoy, vuelven a ser demonios peligrosos. Cali es el escenario de la más reciente matanza de gatos. Cuarenta y dos gatos muertos y otros tantos expulsados de sus reinos domésticos. La traición de los amos se parece siempre a un pequeño Apocalipsis. Wislawa Zsimborska, poeta y ama de gatos, piensa en su muerte como una deslealtad con su compañero felino: “Morir, eso no se le hace a un gato. / Porque qué puede hacer un gato en un apartamento vacío. / trepar por las paredes. / Restregarse entre los muebles.” Y piensa el abandonado mientras rompe las reglas y juega con los papeles del escritorio: “Ya verá cuando regrese, / ya verá cuando aparezca. / Se va a enterar / de que eso no se le puede hacer a un gato. / Irá hacia él como si no quisiera, / despacito, / con las patas muy ofendidas. / Y nada de saltos ni maullidos al principio.” Debe ser cierto, entonces, que uno de los gatos de Poe murió lamiendo su desgracia sobre la tumba de su esposa Virginia. Una tisis fue la causa que llevó a la señora a traicionar al famoso Plutón, modelo de El gato negro.
Dichosa Roma que logró encontrar un santuario para gatos abandonados. Cerca de las ruinas de una famosa traición, entre las piedras y las columnas donde Bruto asesinó a Julio Cesar, se pasea el gaterío. Distraído de toda la historia. Y posan para los turistas coronando las columnas, caminando con la maña del arqueólogo. En la noche entregan las “chispas mágicas de sus riñones” sobre el santuario, entre burlas. Gatos vagabundos viviendo sobre las ruinas de un Imperio, como si una buena tropa mendigos romanos gastara sus modorras en el foro de Pompeya.
Los gatos muertos de Cali tuvieron su epitafio sobre el alambre de púas del rastrojo donde los encontraron. “Los gaticos no piensan. Los matones sí, pero…” No estaría mal, además, leerles algunos de los cantos que les han dedicado Borges, Neruda, Baudelaire, Quevedo, Darío, Verleine y toda la camada de poetas. O el verso en juego de un poeta menor para que muevan dos bigotes fingiendo una risa: “La piel erizada / la ardiente pupila / en la oscuridad: / llevas conectada / tu pequeña pila / de electricidad”. O leerles una advertencia de tu a tu: “Ladeándose, nocturno, / me mira en el oscuro. Sus pasos son de gatuno. / Sus ojos son de asesino. / Se retira taciturno. / Lo espanta mi bulto oscuro. / Mis pasos son de gatuno. / Mis ojos son de asesino”. Y al final, para cerrar en tono de duelo, soltarles un verso de Vinicius de Moraes: “Al morir el gato pierde el terciopelo, queda torpe, al reverso, opaco, torcido acaba, y es un antigato, porque nada se parece más al fin de todo que un gato muerto”.
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7 comentarios:
No hay como los gatos, los perros son unos lambones
Comparto este poema del gran Bukowski:
The history of one tough motherfucker
he came to the door one night wet thin beaten and
terrorized
a white cross-eyed tailless cat
I took him in and fed him and he stayed
grew to trust me until a friend drove up the driveway
and ran him over
I took what was left to a vet who said,”not much
chance…give him these pills…his backbone
is crushed, but is was crushed before and somehow
mended, if he lives he’ll never walk, look at
these x-rays, he’s been shot, look here, the pellets
are still there…also, he once had a tail, somebody
cut it off…”
I took the cat back, it was a hot summer, one of the
hottest in decades, I put him on the bathroom
floor, gave him water and pills, he wouldn’t eat, he
wouldn’t touch the water, I dipped my finger into it
and wet his mouth and I talked to him, I didn’t go any-
where, I put in a lot of bathroom time and talked to
him and gently touched him and he looked back at
me with those pale blue crossed eyes and as the days went
by he made his first move
dragging himself forward by his front legs
(the rear ones wouldn’t work)
he made it to the litter box
crawled over and in,
it was like the trumpet of possible victory
blowing in that bathroom and into the city, I
related to that cat-I’d had it bad, not that
bad but bad enough
one morning he got up, stood up, fell back down and
just looked at me.
“you can make it,” I said to him.
he kept trying, getting up falling down, finally
he walked a few steps, he was like a drunk, the
rear legs just didn’t want to do it and he fell again, rested,
then got up.
you know the rest: now he’s better than ever, cross-eyed
almost toothless, but the grace is back, and that look in
his eyes never left…
and now sometimes I’m interviewed, they want to hear about
life and literature and I get drunk and hold up my cross-eyed,
shot, runover de-tailed cat and I say,”look, look
at this!”
but they don’t understand, they say something like,”you
say you’ve been influenced by Celine?”
“no,” I hold the cat up,”by what happens, by
things like this, by this, by this!”
I shake the cat, hold him up in
the smoky and drunken light, he’s relaxed he knows…
it’s then that the interviews end
although I am proud sometimes when I see the pictures
later and there I am and there is the cat and we are photo-
graphed together.
he too knows it’s bullshit but that somehow it all helps.
Hay una gata que mordio a la democracia en colombia y la contagio de esa rabia que ha llenado de sangre los campos colombianos, esa gata bien paraca, rondaba los techos del palacio de narino y contagio al presidente de tremenda rabia, y lo malo es que no hay quien la cure.
PD:Juan David Villegas: te vas a volver blanco de criticas de los ilustres!! Andres y eureka, pero me preocupa lo extenso que se ha vuelto , eso me consuela un poco.
Yo también prefiero a los gatos. A diferencia de los perros, los gatos no se pierden. Los gatos se van.
Tenés razón viejo juka, por eso dicen que hay que cuidarse de escupir contra el viento... De todas formas creo que el tema de los gatos y el poema del poeta de skid row justificaban la excepción a la regla. Los gatos son como los poetas pobres, vividores, malagradecidos y egocéntricos.
PD, Juka, a veces pienso que si se publicara un post sobre, digamos, bailarinas calvas de polinesi, tu lo asociarias al hombrecito de la casa de Nariño
Muy charro Juan David Villegas, yo no habia caido en cuenta de la capacidad de Juka para esto de las relaciones, pero en todo caso el hombre se las trae, porque traer a colacion en este tema a la reina de Monteria no se le ocurre sino a el, aunque en todo caso muy acertado su comentario, porque que gata!.
Bien Poéticos los gatos del Rabodeají. Entré al blog a dar la vueltica y terminé leyéndomelos todos. Icluso ahora creo que voy a llegar tarde a cine, que se suponía era mi único renglón en la agenda de un lunes festivo de mayo. En todo caso, vale la pena y seguramente volveré a leer al Rabodeají y sus comentaristas.
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