Hace
veinte años todo terminó en tragedia. A diferencia de lo que pasa hoy los
periódicos buscaban encontrar una lección nacional en los temblores de la
pesadilla. La selección entregó un final digno del desorden que imponía la
mafia y la muerte no dio espacio para los simbolismos baratos. Un grito unánime
pedía castigo para los asesinos, pero no era más que un estribillo de tribuna,
el canto ingenuo a una camiseta sobre un ataúd. La realidad ha demostrado que
los protagonistas de la muerte de Andrés Escobar siguieron caminando por la
misma cornisa de siempre, amparados por el miedo, el poder, la plata y la ley.
Juan
Santiago y Pedro David Gallón Henao han logrado que desde siempre sus nombres
se pronuncien en voz baja. Para acusarlos o defenderlos la gente se tapa la
boca y suelta un susurro. Se dice que entraron a las grandes ligas de la mafia
cuando los Ochoa se hicieron célebres y perseguidos. Eran sus amigos y
herederos naturales. También se mencionan sus nombres en la historia de la
creación del Bloque Metro en el municipio de San Roque. Entre sus compañeros de
lides suenan siempre Santiago Uribe Vélez y Luis Alberto Villegas Uribe. Los
caballos, las armas y la coca son recurrentes en cada una de sus historias. En
1997 aparecieron las primeras pruebas para hablar con confianza sobre los
Gallón Henao. Un allanamiento al Parqueadero Padilla, a quinientos metros de La
Alpujarra, entregó cientos de papeles y disquetes sobre las operaciones de
narcos y paras. Allí figuraba un archivo contable a nombre de ‘Don S’ y ‘Santi’,
que según funcionarios del CTI correspondía a Santiago Gallón. Pero ‘Lucas’, el
más importante de los capturados en el parqueadero, terminó huyendo por la
puerta principal de Bella Vista en septiembre de 1998 y Gallón Henao fue
absuelto de sus vínculos con los paras en 1999. Las conversaciones por beeper
entre ‘Lucas’ y ‘Santi’ quedaron como simples anécdotas.
Poco
a poco los testimonios y los hechos desatados por la desmovilización de los
paras y la ley de Justicia y Paz dejaron alguna claridad sobre los oficios de
los llamados caballistas. Su contadora de confianza se desmovilizó en 2005 como
integrante del Bloque Central Bolívar. Su amigo y socio de tierras, Luis
Alberto Villegas, fue asesinado por orden de ‘Julián Bolívar’ por no reportar
un laboratorio que había montado supuestamente en compañía con los hermanos
Gallón Henao. Los testimonios del ‘Tuso’ Sierra los sitúan sacando coca por
Urabá bajo el amparo y la vigilancia de ‘El alemán’. Y un ex policía, alias
Pacho, los ubica como enlace con la policía, específicamente con Santoyo, para
proteger a la gente de ‘Rogelio’ en la Oficina.
En
2009 a Santiago Gallón no le quedó más que entregarse y aceptar su relación con
al menos cinco frentes paramilitares. Al momento de presentarse a la Fiscalía
apareció acompañado del Coronel (r) Ricardo Salgado Pinzón, actual director de
la Empresa de Seguridad Urbana de Medellín y ex director de la Sijin. Extrañamente
pagó su condena en la cárcel de Yarumito, un sitio de reclusión reservado para
ex funcionarios públicos. Digamos que es como si lo fuera. Quienes lo
conocieron allí dicen que alardeaba de sus relaciones con Mauricio Santoyo y
otros policías y militares. Parece increíble que luego de participar en el
asesinato de Andrés Escobar, los Gallón Henao hayan logrado seguir su carrera
criminal con pequeños sobresaltos, mirados con reconocimiento por políticos,
comerciantes, policías y militares. Iconos entre los pillos, protegidos por la
ley y el orden.
4 comentarios:
Los gallon henao,ya les esta llegando la hora viven un infierno,porque los bandidos de envigado les cobran una cuota mensual de mucho $$$,y ya estan
estan mamados de pagar impuesto,a los que antes eran sus trabajadores,ya no traquetean porque un senor con un alias que se come con buñuelos en diciembre,se les apodero de las rutas y los saco del negocio,y ahora es el que los manda,por eso se que tienen sus dias contados....
Gracias Pascu. Muy interesante tu nota con buen tono y buena letra.
La memoria y la verdad nos alumbrarán el camino. Sólo ellas nos pueden salvar ya, en este país envanecido en la cultura mafiosa. Gracias Pascual por su valentía y su pluma.
Muy buena reseña..
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