En solo dos meses el
personaje se me apareció en tres libros. Primero con la figura del patrón de un
“negocio” grande en Medellín. Impaciente con sus hombres, ensimismado y con
ataques de furia, lector de Julio Flórez y marica con novia y muchacho. En la
casa, frente a su mamá, era en la única parte donde agachaba la cabeza. Guardaba
su mayor tesoro sobre el cielorraso de su pieza y decía con orgullo que “no lo
querían en los bancos”. Los gritos y las patadas a las mesas podían convertirse
en una crueldad susurrada, cínica, casi intelectual. La placa del Jeep Comando (L
4531) en el que se llevó a su presa mayor se publicó en los boletines del
ejército que anunciaban un secuestro en 1971: “…el día 8 de los corrientes, a
las 18:20, fue secuestrado el señor Diego Echavarría Misas en las inmediaciones
de su residencia El Castillo, en el barrio El Poblado…” En El mundo de afuera, la última novela de Jorge Franco, el Mono
Trejos, el bandido de carne y hueso, el ladrón de bancos de La Pesada, el mito
que se fugó de La Ladera en Medellín, es trocado en el Mono Riascos.
En los otros libros,
ajenos a la ficción, Nelson Trejos Marín es solo una sombra famosa, un nombre
acompañado de fechas y hazañas de página roja. Gerard Martin, profesor e
investigador holandés con mucho énfasis en Medellín, reseña su condena en un
consejo verbal de guerra en 1973 por el mencionado secuestro de Echavarría
Misas. El 1971 Pablo Escobar tenía 21 años y estaba estrenando su cedula de
ciudadanía. Ya era trabajador de Alberto Prieto, el hombre Marlboro, y hacía “vueltas”
con su primo por los desgüesaderos de Lovaina y El Chagüalo. Hasta un banco
dicen que había robado y entre los “maestros” de la plaza estaban Ramón Cachaco
y el Mono Trejos entre otros. Eran los tiempos de las Lambrettas con colores
distintos a lado y lado y otras tretas menores. En el libro de Martin, Medellín, tragedia y resurrección 1975-2012,
se especula con la participación de Escobar en el secuestro que terminó con el
asesinato de Diego Echavarría. Se dice incluso que Pablo Escobar utilizó el
alias del Doctor Echavarría en una época temprana. Ya en 1973 se mataba desde
las motos y en 1975 Escobar asistía a reuniones de mafiosos contra el secuestro
de las guerrillas de la mano de un capo llamado Alfredo Gómez. El 13 de diciembre
de 1972 El Colombiano daba cuenta de la “misteriosa y espectacular” fuga de El
Mono Trejos y el Pote Zapata: “Los dos antisociales, que forman parte de ‘La
Pesada’ de delincuentes del establecimiento y son considerados como los
cerebros de numerosos atracos y varios secuestros ocurridos en Antioquia y
otras regiones, desparecieron en forma súbita y extraña del patio trasero de
la cárcel, a eso de las dos de la tarde.”
En el tercer libro el Mono
Trejos aparece con su compañero Zapata como “ingeniero” principal del túnel
para robar el Banco de la República en Pasto. Ahora su socio es Fidel Castaño
que había cumplido 26 años y ya tenía fincas y billares en Segovia. El mayor de
Jesús Castaño era mayor de edad por partida doble, ya tenía dos cédulas. En Guerras recicladas de María Teresa
Ronderos Trejos es apenas una mención, un primer contacto y un gran botín para el
jefe mafioso y paramilitar en formación. Doblecero fue quien contó la historia,
así como en su momento Popeye también habló de El mono y su Patrón.
El Mono Trejos es aire,
tinta de expedientes, desmemoria de bandidos, fábula de túneles con cuchara.
Pero algo debe tener de cierto, aunque sea la letra y el número en la placa del
Jeep Comando.
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