A finales de
diciembre el ministro de defensa Luis Carlos Villegas dijo que el país cerraba el
año con una tasa de 24.4 homicidios por cada 100.000 habitantes, la más baja
desde 1974. Se trató de una declaración a mano alzada, con los datos todavía
por verse y con una cifra aproximada que para el caso de los asesinatos no
suena del todo bien: “estará alrededor de 12000, será la más baja de los
últimos 32 años, desde 1984". Valdría la pena que el ministro le diera una
mirada por encima al informe Forensis
2015 Datos para la vida que publicó Medicina Legal en julio pasado. Allí se
dice que la cifra de homicidios en 2015 fue de 11585 y la tasa por cada 100.000
habitantes llegó a 24.03. De modo que si uno compara los datos sueltos del
ministro y los datos duros de Medicina Legal el país tuvo un pequeño retroceso en
el tema de muertes violentas el año anterior. Noticia que sería desalentadora
luego de seis años consecutivos de disminución de homicidios, de 17717 en el
2009 a la cifra ya reseñada en el 2015, una rebaja considerable de más de 6000
casos.
Viendo las
cifras preliminares que han entregado las principales ciudades y la
consolidación de la tregua con las Farc, resultaría extraño que 2016 marcara un
brinco en el descenso de homicidios en los últimos años. Parece que el ministro
soltó sus números sin pensarlo muy bien y logró titulares para fin de año y preguntas
para el comienzo del 2017. Hay que tener en cuenta que Bogotá, Medellín, Cali,
Barranquilla y Cartagena agrupan cerca del 35% del total de homicidios que se
cometen en el país. Entre ellas, Medellín fue la única que registró (según cifras
de alcaldes y comandantes de policía) un incremento en las muertes violentas el
año anterior. En Bogotá se habla de una reducción del 6%, 81 casos menos; en
Cali las cifras son muy parecidas, la reducción sería del 7% con 89 casos
menos. Bogotá y Cali tienen una cifra de homicidios muy cercana (1263 la
capital Vs 1289 la Sultana) y, por supuesto, una diferencia dramática en la
tasa, donde Cali (53 homicidios/100.000 habitantes) triplica a Bogotá
(15.8/100.000). Barranquilla registró en prensa una reducción del 6% con 29
casos menos, y Cartagena mostró orgullosa su merma de 50 homicidios y el mejor
comportamiento entre las cinco ciudades con una reducción del 24% entre 2015 y
2016. Lo curioso es que la mitad de esa reducción se dio en los meses de
noviembre y diciembre, según el alcalde por medidas restrictivas a la venta de
alcohol en algunos barrios. Medellín fue el lunar con 37 homicidios más en
2016, un aumento del 7.5%, donde tres comunas, Castilla, Robledo y San Javier,
pusieron casi la totalidad de las muertes de más. Contrario a lo que pasó en
Cartagena, la mitad del incremento se dio en los meses de noviembre y
diciembre, lo que deja preocupaciones para el año que inicia.
Parece claro es
que cada vez será más complejo marcar grandes avances. Entre 2014 y 2015 se
presentaron 1041 homicidios menos y volver a mejorías de ese tamaño necesitará
más que nuevas motos para los policías en las capitales. La disminución propia
del acuerdo con las Farc ya marcó su diferencia en 2015, y se estima que solo
entre el 10 y el 12% de los homicidios en Colombia tenían que ver con ese
conflicto. Además, es seguro que habrá algunos brotes en zonas de antiguo
dominio de las Farc. Las ciudades se han estancado y cada año luchan por
mantener sus cifras que muchas veces dependen más de pactos ilegales que de
acciones policiales y de políticas sociales. Colombia llegó a una tasa que lo
sitúa por debajo del promedio en América Latina y el Caribe. Ahora no somos ni
la catástrofe ni el milagro. Llegó la hora de luchar contra la normalidad.
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