Voltear
el tarjetón puede suponer un juego interesante para pensar en las próximas elecciones
desde una lógica distinta ¿Qué pasaría si las fórmulas vicepresidenciales de Gustavo
Petro, Sergio Fajardo y Federico Gutiérrez pasaran al primer puesto de la dupla?
¿Cómo serían los próximos dos meses si la banda presidencial estuviera
destinada a Márquez, Murillo o Lara? ¿El papel de los candidatos
vicepresidenciales de hoy es únicamente publicitario y el ejercicio de
voltearlos implicaría una caricaturización de la campaña? ¿Tendríamos acuerdos
inesperados? ¿La ideología pasaría a un segundo plano? ¿La influencia Uribista
sería nula? ¿Renunciarían Petro, Fajardo o Gutiérrez al primer desacuerdo con
sus “jefes”?
Lo
primero es que tendríamos cubiertos dos de los más repetidos clamores de la
gran mayoría de los electores de todas las corrientes: más inclusión y menos
centralismo. El cálculo de las últimas semanas para lograr un equilibrio ideal
en los binomios presidenciales haría realidad una opción que hoy todavía se ve
lejana. Desde la Casa de Nariño gobernaría alguien nacido en la periferia del
poder en Colombia: Suárez, Cauca; Andagoya, Chocó o Neiva, Huila serían los
municipios invitados de honor a la posesión. Los tres candidatos han hablado,
con tono de reivindicación y no solo de condescendencia, de la necesidad de más
respeto sobre las miradas y las necesidades regionales. Tendríamos un poco más
de desdén por las preocupaciones capitalinas y un poco menos del viejo protocolo
bogotano. Muy seguramente gobernadores, alcaldes y congresistas de las regiones
ganarían poder ¿Cambio de costumbres políticas o de clientelas locales?
Francia,
Luis Gilberto y Rodrigo son candidatos más lejanos a las calderas políticas de
las últimas dos décadas. Han estado en ejercicios electorales pero lejos de los
tropeles nacionales más enconados. En sus apariciones frente a la opinión
pública luego de ser elegidos como fórmula a vice las agresiones a su figura han
sido mucho menores, incluso se ha visto aprobación y reconocimiento entre
rivales. Los debates entre los segundos han sido más en el tono del foro que
del foso. Francia Márquez, la más discutida de los tres, ha tenido mayores
enfrentamientos con Marbelle que con sus rivales directos. Frente a temas como
el aborto, la fumigación con glifosato, la despenalización de las drogas, la
adopción de parejas del mismo sexo, el apoyo a los acuerdos de paz casi se
puede hablar de un consenso. Murillo y Francia comparten no solo la historia común
de sus comunidades, a las dos les gusta el abrazo ancestral, sino frente a la
minería. Allí de seguro habría nuevas coincidencias.
Tendríamos
también una campaña donde el Uribismo sería menos relevante. Es innegable que
entre los tres hay distintos niveles de rechazo y disenso frente al CD, pero
ninguno de los posiblemente elegidos en ese tarjetón con “psicología a la
inversa” se siente cómodo en compañía del expresidente y sus lastres. Todos han
sido críticos en su momento frente a Uribe.
¿Qué
papel jugarían los segundos en caso de que su líder fuera presidente? Muy
seguramente Petro sería el ministro de hacienda de Francia y buscaría manejar
la “imprenta” para imprimir sabroso. Fajardo estaría en el ministerio de
educación buscando manejar a Fecode a fuego lento. Gutiérrez sería el ministro de
defensa de Lara que tendría que revisarle cada tanto los riesgos de su “corazón
grande”.
De vez
en cuando es bueno tirar la moneda al aire y apostar a que caiga por el
reverso. Ya los anversos nos han dado mucho de su suficiencia, su discurso y
sus señalamientos, mucho de su miedo y su mesianismo ¿Qué tal un poco menos de
expectativas?
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