miércoles, 22 de marzo de 2023

El negociador

 




El presidente Petro sufre de una hiperactividad negociadora. Tiene una confianza ciega en sus habilidades de persuasión, en sus poderes sugestivos que pueden dominar a sus antagonistas, rendirlos a fuerza de gestos y palabras. El presidente considera que tiene algo de mago y se muestra fascinado con su voz y sus frases. Es claro que al menos el presidente se convenció a sí mismo.

Quiere negociar con el ELN, las disidencias de Gentil Duarte, el Clan del Golfo, las bandas criminales en las ciudades, los capos en las cárceles, los paras recién arrepentidos y la Segunda Marquetalia de Márquez. Pero nunca es suficiente y el presidente quiere aprovechar su súper poder. Ahora ha propuesto modificar el acuerdo firmado en 2016 entre el gobierno y las Farc. Petro siente que no fue suficiente, que faltaron los temas gruesos y no se incluyeron unas palabras claves para su gusto: “universidad”, “saber”, “industrialización”. Cuatro años de negociación y 370 páginas de encuentros son muy poco para sus dotes. “El acuerdo quedó incompleto”, dijo el presidente.

A Petro no le gusta acotar los temas para un diálogo, quiere discutirlo todo, armar una mesa fundacional que incluya lo divino y lo humano, hacer un amasijo para resolver los problemas de Colombia y del mundo si es posible. Lo peor es que el presidente cree que el acuerdo con las Farc tenía la posibilidad y la legitimidad para cambiar los principales aspectos de la constitución del 91. Según su punto de vista no se trataba de una negociación para desmovilizar a las Farc y acabar con la mezcla de armas y lucha por el poder, sino de una especie de Asamblea Constituyente. En últimas la idea de Petro es más una crítica a las Farc que al gobierno Santos. Parece reclamarles a Timochenko y compañía por no haber logrado cambios en el modelo económico. Ahora que el presidente-negociador dirige la mesa con el ELN vale preguntarse si está pensando usar ese escenario para hacer grandes reformas ¿Tendrá Petro la idea de usar a los Elenos como la herramienta para forzar grandes cambios constitucionales? Durante su única visita a La Habana para reunirse con los jefes de las Farc, en enero de 2016, Petro habló de la necesidad de convertir la negociación en una asamblea nacional constituyente.

En vista de que es imposible volver ocho años atrás y sentar a Timochenko y a Petro a renegociar, el presidente pretende coger las 370 páginas del acuerdo de paz y convocar a un “diálogo de la sociedad colombiana para mirar los temas que no se introdujeron”. Si no pudimos con un plebiscito cómo será ese “diálogo abierto y plural”.

En medio de esos infinitos frentes de negociación (eso por no mencionar los cambios mundiales que se pretenden lograr en lucha contra las drogas y crisis climática) el gobierno tiene más de treinta proyectos de ley para tramitar en la próxima legislatura en el Congreso. La aprobación de las grandes reformas no parece fácil y Petro deberá pactar modificaciones de fondo a las propuestas y acomodos de forma en la burocracia.

Ahora sabemos que el negociador no solo mira hacia el futuro, no solo quiere discutir el porvenir, también está preocupado por tranzar el pasado, quiere poner sus palabras y su firma sobre lo que ya fue acordado. Y quiere vencer con su palabra a los grupos armados, y persuadir a la sociedad toda para un gran acuerdo nacional liderado desde el balcón, y lograr una transformación mundial desde el atril de Naciones Unidas. Y mientras tanto, el escritorio del presidente está vacío.

 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente análisis

Rafamonsa dijo...

Una acertada visión del incontrolable "ego" que anima a nuestro presidente.

Anónimo dijo...

Es una realidad muy bien descrita y un presente muy tenebroso y oscuro para los q amamos y queremos inmensamente este país, Dios nos alumbre este camino de incertidumbre

Anónimo dijo...

Adicional, quiere convencernos de que un asesino y volador puede ser gestor de paz