Para quienes vivimos las glorias ciclísticas de los escarabajos en los
años ochenta es difícil olvidar la imagen de Virgilio Barco, despelucado y
eufórico, enfundado en la camisa amarilla del campeón de la Vuelta a España que
acaba de ganar Lucho Herrera en 1987. Eran los tiempos de la humildad, de la aguapanela
como receta misteriosa en Europa y del heroísmo de los recién llegados a los
Alpes. El ciclismo montañero que pasaba los tragos amargos del pavé y los abanicos con la dulzura del
bocadillo. Ahora los escarabajos son otros, con la misma garra y un poco menos
de capote, con el oxígeno de siempre y el fogueo en Europa desde jóvenes y la
posibilidad del desparpajo y el desafío frente a los poderosos, así sea vía
twitter. La respuesta de Winner Anacona al presidente Santos luego del Tour de
Francia encarna una pequeña paradoja: ahora los ciclistas se atreven a
responder, a cuestionar al Estado y sus dirigentes, precisamente porque su
preparación es mejor, porque su mundo es más amplio y sus ambiciones van más
allá de la “casita” para su familia.
Anacona puso sobre la mesa una premisa que valdría la pena mirar con
calma. Su respuesta al trino de felicitaciones de Santos fue una sentencia
aplaudida de manera unánime: “…volveremos porque nos hemos hecho SOLOS en
este bonito y duro deporte con la ayuda de pocos”. Un político siempre perderá
la etapa frente a un deportista que acaba de cruzar la meta. Pero a la luz de
la nueva generación del ciclismo colombiano la afirmación de Winner no es del
todo cierta. Lo digo pensando en el libro Nairo,
la construcción del nuevo escarabajo escrito por el periodista español
Carlos Zúmer. Las primeras historias de Nairo sobre la bicicleta son las de la
épica campesina en solitario, con su hermana y su padre detrás buscando unos
pesos entre tiendas y carnicerías. Pero desde los 18 años aparece el Estado
como patrocinador y guía de una carrera que desemboca en el equipo más
importante de la historia del ciclismo español.
Nairo llega al equipo Boyacá es
Para Vivirla y ahí con patrocino departamental conoce el ciclismo
profesional de la mano de Vicente Belda. Con esa camisa corre sus primeras
pruebas en Europa (el Clásico Montañés, la Vuelta a Madrid, la Subida Urkiola)
y comienza a cambiar la rueda que seguía como escolar subiendo a Arcabuco por
la estela de los grandes en Europa. Luego aparece Colombia es pasión y ahí aprende a ganar en esas cumbres, ahora con
el patrocinio del Ministerio de Industria y Comercio, acompañado de una
escuadra de ensueño: Esteban Chaves, Jarlinson Pantano, Darwin Atapuma,
Sebastián Salazar. Ese equipo ganó en 2010 y 2011 el Tour del Avenir que había
dado los primeros sorbos de champaña a Colombia, por allá en 1980 con Alfonso
Flores. Quintana y sus compañeros son una versión mejorada de Herrera y Patrocinio,
escaladores “dotados más allá de la mera capacidad cardiovascular o la pericia
en la bicicleta”. Cosas parecidas han pasado con la historia de 23 años del
equipo Orgullo Paisa, una especie de
prólogo para Urán, Bananito Betancur, Sergio Luis Henao y otros. Algo ha
cambiado desde la mula de Juan Valdéz.
Algunas cosas del ciclismo se han copiado en otras disciplinas para que
Colombia tenga cerca de 150 deportistas listos para competir en Río. Hace solo
12 años el país llegó con 59 deportistas a Atenas, un número apenas superior a
los 57 competidores antioqueños que estarán en Río. Falta mucho abono para el
talento silvestre, pero cada vez más las historias de héroes solitarios se
cambian por los pasaportes biológicos y los ciclos de entrenamiento.
2 comentarios:
Pascual muy buen recuento del ciclismo, si bien el oportunismo político siempre aparecerá en esos momentos también es justo no olvidar que en algunos casos el apoyo del Estado ha servido para llevar a estos escarabajos a grandes equipos, aunque aún nos faltan apoyos, el país está creciendo en deportistas de élite, eso es una muy buena señal.
Desde que tengo conciencia he visto a presidentes y demas politicos sacar pecho por los logros de nuestros deportistas, es normal y es apenas logico que deban aprovechar cualquier momento para mostrar su trabajo, asi quede siempre haciendo falta un poco mas; pero es injusto decir que los deportistas se hacen solos, aunque siempre quieran mas y posiblemente con mas gestion y honradez podrian obtenerse mas titulos. Pero seria bueno que pensaramos los ciudadanos de a pie, que somos los mas oportunistas a la hora de celebrar, cuantos van o vamos a ver torneos infantiles o juveniles, incluso de mayores en deportes diferentes al futbol; pero despues gritamos de euforia cuando ganan y nos indignamos cuando un politico saca pecho. Oportunistas somos todos
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