jueves, 4 de septiembre de 2025

Vaki electoral


 

La proliferación de candidatos, la veda de encuestas, los liderazgos apocados, los partidos y sus cartas tapadas han convertido la actualidad en un gran signo de interrogación. Las tempranas apuestas electorales han suprimido las conversaciones más urgentes y menos especulativas. La hípica electoral no deja ver otras posibles apuestas. Tal vez el escenario sea similar al de vísperas electorales de otros años, pero hay un nuevo ingrediente. Los empresarios están cada vez más cerca de la lógica partidista. La Andi ha entrado en la retórica de campaña, el discurso de Bruce Mac Master no se diferencia mucho del de Efraín Cepeda. No invitar al presidente de la República a su último congreso fue más una decisión sectaria que gremial. Taparse los oídos es una solución fácil pero ineficiente para disminuir el ruido.

En los últimos días ha venido circulando en juntas directivas y otros espacios empresariales una presentación llamada JUNTOS. Tiene la firma del CEC (Congreso Empresarial Colombiano) y se movió entre periodistas y asistentes en el reciente Congreso de la Andi en Cartagena, aunque al final de cada diapositiva dice Confidential-Not For Public Consumption or Distribution. El resto de la presentación está en español y no es para nada reveladora. Su mensaje es huidizo, neutro, lleno de lugares comunes y mensajes grupales. Está acompañado de imágenes con celebraciones deportivas (al estilo trabajo de bachillerato) y gráficas económicas (al estilo finanzas en la San Marino).

Menciona al “inminente RIESGO de fin de la economía de mercado, propiedad privada y la libertad.” La misma idea de antes de las elecciones de 2022. Hasta menciona el socialismo del siglo XXI. Habla de “Blindar a Colombia de la división extrema”, luego de excluir al presidente de una intervención. De “promover acuerdos entre líderes”, de “construir una narrativa única”, de una “Participación activa, no solo financiera” y termina, por supuesto, con un “Ahora o nunca”. El primer semestre de ciencia política se respira en cada página. En realidad se trata de una Vaki Electoral con nuevas reglas: necesitamos unir a esa cantidad de candidatos, queremos ser filtro desde los aportes, nosotros decidimos la viabilidad, no tenemos mucha exigencia ideológica distinta a la derrota al petrismo, apoyamos -es un ejemplo mío- desde Claudia hasta Abelardo. Ah, y una aclaración, “no es un grupo antipetrista”. Había que negarlo para confirmarlo.

Colombia tiene mecanismos de depuración electoral más allá de la financiación. Claro que el nerviosismo y los ejemplos de Duque y Rodolfo animan a cientos de candidatos con muy buena autoestima. Pero tal vez no sea muy sano que ahora los empresarios pongan la plata sobre la mesa para “encausar” alianzas. Entre sus posibles opciones hay candidatos menos comprometidos con las instituciones que Gustavo Petro. Lo que comprueba que es un movimiento marcado más con el signo “anti” que con el signo “pro” ¿Juntas Directivas entregando avales? ¿Financiación limitando la competencia democrática, la necesidad de disensos y propuestas más allá del “enemigo”? Sería bueno que el empresariado le dejara la paranoia al presidente Petro. Dos paranoias enfrentadas nos harían un poco más enfermos. La última encuesta de Opinión Industrial Conjunta, elaborada por la ANDI, publicada en mayo, dice que el 59.2% de los encuestados consideró la situación de su empresa como buena. El promedio histórico está en 57.9% ¿Entonces?

Un artículo recién publicado en American Economic Review, me imagino los empresarios tienen suscripción, habla de la forma como muchas veces las élites económicas confirman la realidad paranoica que construyen los populistas. La democracia es mucho más compleja que la gavilla, así la supuesta solución se acompañe con los jugadores de la selección cantando un gol.

 

 

 

lunes, 1 de septiembre de 2025

America Attack Again

Cómo sería una invasión de Estados Unidos en Venezuela? | Internacional

 Trump dispara el gasto militar a 716.000 millones, el mayor presupuesto de  la historia

Siete meses después de posesionarse en su primer periodo presidencial, en agosto de 2017, el presidente Trump soltó la amenaza directa contra el gobierno de Nicolás Maduro: “Tenemos muchas opciones respecto a Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesaria". Hablaba en medio de sus vacaciones en un campo de golf en New Jersey, fastidiado por las ocupaciones extras que entregaba el régimen venezolano: “Tenemos tropas desplegadas por todo el mundo en lugares que están muy lejos. Venezuela no está muy lejos…” Marco Rubio, desde el senado, era la voz más fuerte contra Maduro. Pero Venezuela seguía vendiendo casi 800.000 barriles diarios al mercado gringo y las sanciones no aparecían. En 2019, durante una conferencia de prensa para anunciar, ahora sí, las sanciones a PDVSA, el asesor de seguridad John Bolton, dejó ver en su block de notas una línea inquietante: “5.000 militares a Colombia”. En 2020 Estados Unidos envió Buques destructores, barcos de combate, aviones y helicópteros para realizar tareas de “vigilancia” cerca a aguas de Venezuela. El departamento de justicia acababa de acusar de narcotraficantes a Maduro, Diosdado y Padrino.

Siete meses después de llegar por segunda vez a la Casa Blanca, en el agosto que corre, Trump envía 4.000 marines cerca de las costas venezolanas. Ante las preguntas por esos movimientos navales la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, repitió el guion escrito en 2017:El régimen de Maduro no es el gobierno legítimo de Venezuela. Es un cártel del narcotráfico. Esta administración considera que Maduro no es un presidente legítimo. Es un fugitivo, jefe de ese cártel…” Dos semanas antes Trump había autorizado a Chevron para reanudar sus operaciones petroleras en Venezuela.

Ocho años después las escenas se repiten. A diferencia de lo que pasó en 2017, América Latina no ha salido en bloque a condenar la posible agresión. En ese momento el grupo de Lima, con 11 países de la región más Canadá, condenaron al régimen de Maduro por ilegitimo y por representar una amenaza para la democracia y la paz, pero al mismo tiempo descartaron la idea de una intervención gringa: “La transición a la democracia debe ser conducida por los propios venezolanos pacíficamente y en el marco de la Constitución y el derecho internacional, apoyada por medios políticos y diplomáticos, sin uso de la fuerza”. Ahora Petro, Lula y Sheinbaum han declarado el rechazo a una posible intervención de Estados Unidos. Los demás han optado por el silencio e incluso el apoyo directo a la oportunidad de ir un paso más allá de la intimidación.

Setenta años después del golpe dirigido por Estados Unidos para sacar a Jacobo Arbens de Guatemala, la república bananera de United Fruit Company, más de cincuenta años después del golpe a Allende ambientado por Kissinger y Nixon, contra la opinión de su propio de Departamento de Seguridad, cuarenta años después del escándalo de Irán-Contras por las armas entregadas para atizar la guerra civil en Nicaragua, cincuenta años después del impulso gringo a la Operación Cóndor ejecutada por las dictaduras del cono sur para matar disidentes exilados, casi treinta años después de la captura de Noriega y las muertes de cientos de civiles en el barrio El Chorrillo, parece que muchos políticos, periodistas y una buena parte de la opinión pública están excitados con un posible manotazo de Trump. En nuestro país, Vicky Dávila, candidata presidencial, pidió a los marines que aprovechen y se den una pasadita por Colombia. Ahora parece que muchos apoyan la frase de Kissinger como Secretario de Estado de Nixon hablando del asesinato selectivo de disidentes en el marco de la operación Cóndor: “Si hay cosas que deben hacerse, deberían hacerlas rápido”.

 

 

miércoles, 20 de agosto de 2025

El fuego sagrado


 


 

Imagen de la Catedral de Reims en el momento del bombardeo en 1914

Es fantástica la imagen del incendio de una iglesia. Las llamas iluminan los vitrales con un realismo asombroso, el fuego se confunde con las laminillas de oro del altar mayor, el órgano mira en silencio desde el fondo, con las bocas abiertas de sus innumerables tubos, el humo es denso por los cientos de años de las maderas que soportan los techos -La Forêt de robles sostenía el cielo de Notre Dame- y los santos que se inmolan haciendo creíbles las leyendas y las hagiografías. Las gárgolas parecen rugir, las columnas de piedra al fin tienen un trabajo distinto a la simple ornamentación y la aguja ardiente es el gran sirio que había pospuesto su deber. El incendio de una iglesia es el apocalipsis en vivo, prometido y cumplido, perfecto para las bendiciones y los arrepentimientos y las promesas. Las campanas fundidas son el homenaje de silencio para cuando todo es hollín y pavesas.

Hace unos años Notre Dame dejó unas escenas magnificas. La alarma y el humo comenzaron durante una misa anodina. Una colilla maligna o el descuido de un impío que manejaba un taladro son las causas posibles luego de seis años de investigación. También la catedral de Rouen, la obsesión de Monet, perdió su aguja hace un año a causa del fuego. Otros trabajos de restauración desataron el incendio. Unos fontaneros cocinando sus potajes sobre el techo de la catedral de Chartres le prendieron fuego en 1836. Hay una pintura de François Pernot con un hermoso atardecer sobre su techo. Por alguna razón a los dioses no les gusta el revoloteo de los obreros en los techos y prefieren inmolarse antes de perder la pátina de los siglos. Al parecer se han acabado las causas nobles para los incendios de las catedrales. El rayo que cayó sobre la aguja de la misma Catedral de Rouen en 1822, la más alta de Francia y por tanto la más expuesta. Los bombardeos sobre la Catedral de Colonia que la dejan ver como el único tizón erguido sobre una ciudad de cenizas, la furia de los anarquistas que hicieron arder la Basílica de Santa María del Mar en Barcelona, un espectáculo que duro 11 días con sus noches a plena luz. Las bombas alemanas sobre la Catedral de Reims durante la primera guerra mundial. Los alemanes alegaron que la iglesia había sido convertida en centro de operaciones militares y prendieron por lo sano.

Ahora le ha llegado el turno a la Mezquita de Córdoba y su bosque de 856 columnas de mármol, jaspe y granito. Otra forêt bajo las llamas. ¿El fuego de una guerra entre dioses? No, de nuevo las causas son demasiado humanas. No el rayo que la prendió en 1910 sino una barredora eléctrica conectada en una de sus capillas. El sitio más sombrío y fresco de esa ciudad ardiente en los veranos vio las llamas en el altar de madera de unas de las 40 capillas que acompañan la Catedral Central, esa extraña perla que fue creciendo dentro de la Mezquita y se terminó de formar cuando sus arcos estaban a punto de cumplir 800 años. Desde hace poco un pecado capital habita la Mezquita. En 22016 el Obispado de Córdoba la matriculó a su nombre con una autorización, a manera de diezmo, de José María Aznar. Ni Franco se atrevió a tanto, incluso quería hacerla mezquita de nuevo, por completo, para agradecer a los soldados marroquíes que ayudaron en su golpe. Los curas de hoy se han negado a que los árabes puedan orar en su interior, los guardias los persiguen para que no se atrevan a rezar. “Solo fotos, no plegarias”, podría decir el aviso en la entrada. El incendio dejó intacta la mezquita que la reconquista española no se atrevió a tumbar. Maravillados o temerosos decidieron construir en su interior. Convertirla, adoctrinarla. Pero el incendio comenzó en sus retablos y tal vez solo los arcos dobles, recuerdo de los acueductos romanos, la hayan salvado de unas chispas mayores.