miércoles, 15 de septiembre de 2010

Cabo suelto





El 21 de junio del 2001 el periódico El Tiempo publicó en una de sus páginas una larga lista de cabos, soldados, agentes, auxiliares, sargentos y tenientes secuestrados por las FARC. Cada uno estaba acompañado de su fecha y lugar de infortunio, y de la suma de los días de encierro al aire libre. Era el catálogo de 287 perdedores en una rifa sistemática con sorteos mensuales. Allí estaba el Cabo Pablo Emilio Moncayo Cabrera como un nombre más. La vida de la gran mayoría de esos soldados y policías ha retomado su curso normal de anonimato. Bien sea en el ejército, en el subempleo, en el mostrador de un pequeño almacén, en la parcela familiar o en el taxi.
La familia Moncayo, por su parte, terminó convertida en una marca política, un signo todavía vigente del duelo de extremos que marcó el gobierno de Álvaro Uribe. Es por eso que seis meses después de la liberación, cuando el ahora Sargento Moncayo está en el exilio, siguen deslizándose amenazas bajo la puerta de su casa en Sandoná. Y uno se pregunta: ¿Cómo fue posible que una pareja de maestros de un pueblo de Nariño, padres de un cabo de la policía y de tres mujeres con el sueño de ser profesionales a medio camino, terminara en el centro del más candente debate nacional durante buena parte del gobierno anterior?
La respuesta tiene ingredientes de cartilla política y devocionario popular, tiene visos de sainete y drama, y a la familia Moncayo como merecedora de culpas, méritos y compasiones. A mediados del 2007 el profesor Gustavo Moncayo se convirtió en un peregrino de esclavina, sombrero y bordón. Las señoras se paraban a pedirle bendiciones, los niños de los colegios agitaban las banderitas de Colombia a su paso y hubo quienes lo llevaron hasta la pieza del moribundo para que le impusiera las manos: “Sóbese las rodillas con un poco con agua y tenga fe, que mi Dios les ayuda a todos”, fue el humilde consejo del nuevo santo. A los caminantes pegados a la marcha se les llamó discípulos y entrando a Cundinamarca un palomo blanco se posó en el hombro de Moncayo para coronar la correría con el Espíritu Santo. No sabemos si se cagó sobre su poncho de caminante. El profesor insistía en que no era un héroe ni un santo pero el país ya estaba fascinado, desde monseñor Augusto Castro hasta Shakira. Moncayo movía más público que la Vuelta a Colombia.
El profesor había encontrado un aura, era tiempo de dar paso a los discursos. Lo que en un primer momento fue una reivindicación familiar avalada por el dolor y la estética de Semana Santa, se convirtió en un pulso político con la consabida ronda de demonios y oportunistas. Al llegar a Bogotá el profesor ya hablaba como un caudillo: “Pienso que he perdido mi libertad en pro de la paz del pueblo colombiano, porque ya no dependo de mí sino de la voluntad del pueblo”. Ahora los discípulos de Moncayo eran gobernadores, concejales, alcaldes, candidatos de toda estirpe. Moncayo se convirtió en la figura más vendedora de la oposición y su debate, enfrentado a Uribe en la Plaza de Bolívar, fue uno de los careos más difíciles de un presidente encarador. Los editoriales hablaban del primer aprieto del gobierno frente a las manifestaciones públicas.
El peregrino logró que Uribe hablara de despeje por una única vez y que las FARC entregaran a su hijo. De algún modo venció la resistencia de las partes enfrentadas. Pero terminó como un símbolo de uso sencillo, se ganó un lugar poco privilegiado en la guillotina de la política y convirtió su correría en carrera. 7140 votos como candidato al Senado y un coro peligroso que grita fariseo son el triste final de la historia.

15 comentarios:

El Burro Viejo dijo...

http://wwwelburroviejo.blogspot.com/

NUeva entrada ahi en mi blog viejo Barbas!!!

Un "cabo Suelto"

Pascual Gaviria dijo...

Lo de Gustavo Moncayo fue de verdad una especie de embrujo nacional. Influyó bastante que la caminata coincidió con la muerte de los diputados del Valle, eso le ayudo al aura de santo de Moncayo. Antes de la caminada la idea original de Moncayo era crucificarse en la Plaza de Bolívar. Eso confirma la estética de martirio de todo el rollo. En un momento la espuma creció tanto que en Cartagena se habló de la candidatura presidencial del Profe Moncayos, como dicen Tola y Matuja.

Ahí un tiro bueno de la hija del profesor en plena caminada. En un momento se les sumó a la marcha Antonio Navarro como candidato a la gobernación de Nariño. La hija le preguntó socarrona, Y qué Doctor Navarro nos va a acompañar hasta la próxima estación. Navarro respondió, No, un rato no más, usted sabe que yo tengo una pataepalo. Y la chica ni corta ni perezosa, mejor, no le dan ampollas.

Cuando hablo de las declaraciones de Shakira y Monseñor es de verdad:

"Lo que sucede en mi país, lo de los 11 diputados y la situación de los secuestrados, es un dolor muy grande para todos. Pero también hay símbolos como el del profesor Moncayo que nos demuestran que la tenacidad no se nos ha agotado ni se nos va a agotar a los colombianos a la hora de exigir que haya paz" Shakira.

"Es un símbolo maravilloso para todos los colombianos. Es un gesto extraordinario que nos ayuda a elevar el sentido humanitario de todos nosotros". Monseñor Luis Augusto Castro.

Chila Perez dijo...

El profesor Moncayo, ha hecho el primer triunfo mamerto, ya que el habia sido simpatizante de las Farc en aquellos años en que parecia que eran la verdadera izquierda, y con ese mamertismo supo sacarle ventajas y lo consiguio.

Sancho dijo...

Bueno, que hagan una pelicula sobre Moncayos, y hasta ahi llega lo magico.

Juan Carlos Orrego dijo...

Una anécdota inútil: un profesor universitario, amigo mío, recibió a Moncayo en su casa en una de las estaciones de "El Cristo de Elqui"... No, esto era de la entrada anterior... En fin: estando Mocayo en Medellín, mi amigo lo recibió en su apartamento como producto de no sé qué contactos. El profesor nariñense fue agasajado por sus partidarios con una rumba, y a media noche despertó a mi amigo para preguntarle si no había por ahí nada para comer, o si podía hacerse un sancochito. No sé en qué paró eso, pero sí que al otro día, estando Moncayo "embalado" con la ropa medio mojada, le pidió a su anfitrión que le prestara un par de medias. Mi amigo le alargó un par de calcetines, no faltaba más, pero el hijo del sargento las recusó porque le parecieron "muy amarillentas". A las claras se ve cuál es la prudencia de los santos.

Juan Carlos Orrego dijo...

...El padre del sargento, quiero decir.

Pascual Gaviria dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pascual Gaviria dijo...

A medida que esculcaba las crónicas de la caminata de Moncayo el asunto se parecía más a la novela de Rivera Letelier y su Cristo de Elqui. Sabía que no podía citar el mismo libro en dos columnas por mínimo pudor. Pero sin duda la historia le cuadraba más a Moncayo que a la de los mineros enterrados. Leyendo las noticias de los periódicos sobre la idolatría que despertó Moncayo uno se da cuenta que el Cristo de Elqui es una normalidad. Ser un profeta no es fácil, hay que caminar, pero los seguidores nunca faltan. Todo el mundo tiene su pequeño imán en el orto desde que se tire a la carretera. Pregúntele a Forrest Gump.

eureka dijo...

El cuento de Juan Carlos me recordó una situación que presencié. Cuando Ati Quigüa andaba por sus correrías para que le reconocieran una edad mayor de la que realmente tenía (y creo que la constitucional le dió la razón, o no? Pascual se acordará mejor), vivía cerca en una casa al frente de una de un amigo en Villa Luz en Bogotá. Total la amante de la naturaleza y defensora de los vilipendiados indígeneas se la pasaba de rumba y trago los fines de semana, música alto volumen y demás cosas. claro todo el mundo tiene derecho a desordenarse cuando quiera, pero cuando uno posa de preocupado por los menos favorecidos, que aguantan hambre y defiende a la madre tierra, pasársela de rumba me parecía un poco incoherente... pero en fin todo el mundo al final coge sus voticos.

Pascual Gaviria dijo...

Eureka, Ati Quigüa sería un buen nombre para una discoteca multicultural y plurietnica. En la barra, un shot de chicha frape.

Mía dijo...

Vean pues, en este país para defender a los menos favorecidos tiene que convertirse en santo y en no humano. Que busque ejercer su derecho para defender a su pueblo y que sea su vos la que se pronuncie y no la de los políticos de siempre. y para defender a la naturaleza no se necesita ser martir ni mucho menos. Pero al parecer, los Colombianos si piensan eso.

Gajaka dijo...

Lei por ahi en mis notas que el provocador no sabe si es un espia de la KGB o del DAS, en fin que mejor tirarlas a un abismo o cañon, y alli reirse o llorar, en este caso por el cañon destruido por una carretera.
El provocador si fracasa se convierte en un monje para dentro de si mismo, para que entendamos, y los otros amigos lo van encerando.

Emilio dijo...

Termino la feria del libro. NI FU PERO SI FA. Bueno al menos compre cuatro buenos libros para leer en un año.
Lo mejorcito la presentacion de la obra dramatica sobre la poeta Alejandra Pizarnik en el parque explora, de Argentina.

Oscar Jairo Miguel dijo...

A mi tambien me gusto la obra sobre la vida de esa poeta maldita llamada Alejandra Pizarnik.
Me quede anonadado pues no sabia quien era ella hasta ese momento, y he leido uno de sus poemarios y me parece fantastica.
La recomiendo blogueros rabodeaji.

Juan Carlos Orrego dijo...

¿Pizarnik? ¡Vade retro, autores de culto!