martes, 9 de abril de 2019

Ocaso del mandamás




Para el mandamás un mínimo déficit de poder se convierte en frustración. No logra entender cómo los hechos suceden según un gusto caprichoso y ajeno, cómo el mundo se empecina en desobedecer. El amo recuerda los tiempos felices cuando la realidad se acomodaba a sus designios. Ahora ese mecanismo de mando se ha roto y no queda más que la furia, los golpes desesperados del chófer contra el volante.
Antes la desobediencia se pagaba con las monedas de la persecución y las diligencias de los capataces. Bastaba señalar para que los verdugos oficiosos hicieran su trabajo. Pero los dominios se han ido reduciendo a su rancho y su rebaño, y el jefe pierde la paciencia con facilidad, se descoloca y se ve algo ridículo en su trono honorario. Se ha dedicado a incordiar, ha pasado de ser el ave sobre el espaldar del trono a la simple ladilla en el cojín del mismo. Incomoda, rasca, pincha con aguijón.
Pero si el mundo no obedece será necesario un pequeño incendio, una obligada tempestad, una masacre aleccionadora. El superior se dedica entonces a incitar, le quedan sus discursos alebrestados seguidos de sus sermones pausados, algo de cólera adornada con un poco de mansedumbre. El reino no obedece como él quisiera pero quedan suficientes vasallos para azuzar. Y está el odio. “¿Cuántos seguidores arrastra tras de sí la incertidumbre? Arrastra solo el odio, que sabe lo suyo”. No necesita esfuerzo cuando acude a ese recurso, lo tiene siempre a la mano.
Pero lo más triste es el infierno de sus ahijados, de sus príncipes recién adoptados. Todo comienza con un gesto de reprobación y las exigencias imposibles de la institutriz. Un poco más tarde ya se ha convertido en el superior del regimiento. Ya no son solo órdenes, empiezan a aparecer los castigos y las humillaciones: flexiones, carreras, silencios impuestos. Cuando declara la traición definitiva, cosa inevitable frente a quienes van unos pasos más allá de sus caballos, llega la hora de fustigar. Son los tiempos de la obsesión ante las declaraciones, los gestos, las decisiones del señalado impostor. Ya no habrá tregua. Cambiará las siglas de su partido y comenzará una nueva embestida. No se puede negar que a pesar de la distancia del trono usurpado parece disfrutar su papel de implacable inquisidor: señala, atosiga, agobia. Y vuelve sobre el pasado, recuerda sus hazañas y sus agallas, el mundo dócil y ordenado que logró construir no sin esfuerzos y sacrificios, sobre todo ajenos. Ahora parece un reflexivo y nostálgico rey Lear, y repite sus palabras desde la silla de montar: “Yo soy un hombre contra quien han pecado más de lo que él pecó”.
Al final, los triunfos se convierten muy pronto en derrotas. Donde se buscaban revanchas algunos partidarios pretenden conciliaciones. A medida que él se endurece todos parecen demasiado blandos, demasiado cobardes. No es el momento para intentar apaciguamientos ni proponer acuerdos. Nadie puede explicarle que cuando quiere mandar sobre el país como manda sobre su escritorio, “no hará sino volcar tinteros y aumentar más aún la confusión al querer arreglar las cosas”.

25 comentarios:

Jomolo dijo...

Excelente. El que entendió entendió.

Jomolo dijo...

Excelente. El que entendió entendió.

Sixpence Notthewiser dijo...

Ah. solo se imagina uno como echan de menos esos dictadores de lata los días cuando las cabezas rodaban....

XOXO

Carlos pinto. dijo...

Todo trae su cenit y su ocaso!
Es Ley universal.

Unknown dijo...

:)

Unknown dijo...

Excelente escrito

luis correa dijo...

Uribe lo leerá, lo entenderá y dirá: paz,cuál?

Unknown dijo...

A todo puerco gordo le llega su San Martin, a Uribe poco a poco le está llegando su ocaso y fin de reinado.

Unknown dijo...

Una corrección "No necesita esfuerzo cundo acude a ese recurso, lo tiene siempre a la mano",en la palabra cundo por cuando. Buena columna. Hay que escuchar la versión de don jediondo.

Koky El Malo dijo...

Álvaro Uribe Velez, el retrasado mental más grande que ha existido, BIEN MERECIDO LO TENEMOS los 44 millones de retrasados mentales que vivimos en este pobre y ridículo País.

David Espitia dijo...

Las carencias en educación que determinan nuestra cultura le darán vida extra a nuestro tirano popular

Unknown dijo...

Excelente pascual,, valiente usted escribir del señor de la oscuridad y vivir en la boca del lobo, q los dioses lo guarden y lo pritejan

Unknown dijo...

Muy buen artículo Pascual.

Salamanca Astorquiza dijo...

Muy bien escrito, excelente descripción de la realidad. Gracias y felicitaciones.

Julio César Correa dijo...

El innombrable en su laberinto...buen texto Pascual Gaviria.

Anónimo dijo...

Algún día, él pagará todos sus crímenes.

Alberto Lara (Mobius) dijo...

Te sobraste, hace falta más gente valiente como tú, y no tanta recua de serviles sin razonar siquiera lo que les ordenan.

Unknown dijo...

Uribe caudillo el gran colombiano Dios te bendiga eternamente!

Jose F Oliveros dijo...

Jajaja

Unknown dijo...

Felicitaciones por este valiente que escribe la verdad...

Unknown dijo...

Este ensayo tiene calidad literaria innegable, además de profundos aciertos en el enfoque. Qué bien está creciendo Pascual, un escritor de quilates.

Unknown dijo...

Magnífico escrito
Descrito el "OPRESOR" de pies a cabeza tal cuál es éste nefasto y vil personaje

Unknown dijo...

Magnífico texto... Lo sugiero para disfrutarlo pausadamente con los estudiantes de décimo y undécimo... Con miras a enriquecer procesos de pensamiento crítico.

Unknown dijo...

Acertado escrito. Admirable su autor. Deberiamos tener mas cojones con el innombrable.

Unknown dijo...

Excelente descripción