miércoles, 20 de agosto de 2025

El fuego sagrado


 


 

Imagen de la Catedral de Reims en el momento del bombardeo en 1914

Es fantástica la imagen del incendio de una iglesia. Las llamas iluminan los vitrales con un realismo asombroso, el fuego se confunde con las laminillas de oro del altar mayor, el órgano mira en silencio desde el fondo, con las bocas abiertas de sus innumerables tubos, el humo es denso por los cientos de años de las maderas que soportan los techos -La Forêt de robles sostenía el cielo de Notre Dame- y los santos que se inmolan haciendo creíbles las leyendas y las hagiografías. Las gárgolas parecen rugir, las columnas de piedra al fin tienen un trabajo distinto a la simple ornamentación y la aguja ardiente es el gran sirio que había pospuesto su deber. El incendio de una iglesia es el apocalipsis en vivo, prometido y cumplido, perfecto para las bendiciones y los arrepentimientos y las promesas. Las campanas fundidas son el homenaje de silencio para cuando todo es hollín y pavesas.

Hace unos años Notre Dame dejó unas escenas magnificas. La alarma y el humo comenzaron durante una misa anodina. Una colilla maligna o el descuido de un impío que manejaba un taladro son las causas posibles luego de seis años de investigación. También la catedral de Rouen, la obsesión de Monet, perdió su aguja hace un año a causa del fuego. Otros trabajos de restauración desataron el incendio. Unos fontaneros cocinando sus potajes sobre el techo de la catedral de Chartres le prendieron fuego en 1836. Hay una pintura de François Pernot con un hermoso atardecer sobre su techo. Por alguna razón a los dioses no les gusta el revoloteo de los obreros en los techos y prefieren inmolarse antes de perder la pátina de los siglos. Al parecer se han acabado las causas nobles para los incendios de las catedrales. El rayo que cayó sobre la aguja de la misma Catedral de Rouen en 1822, la más alta de Francia y por tanto la más expuesta. Los bombardeos sobre la Catedral de Colonia que la dejan ver como el único tizón erguido sobre una ciudad de cenizas, la furia de los anarquistas que hicieron arder la Basílica de Santa María del Mar en Barcelona, un espectáculo que duro 11 días con sus noches a plena luz. Las bombas alemanas sobre la Catedral de Reims durante la primera guerra mundial. Los alemanes alegaron que la iglesia había sido convertida en centro de operaciones militares y prendieron por lo sano.

Ahora le ha llegado el turno a la Mezquita de Córdoba y su bosque de 856 columnas de mármol, jaspe y granito. Otra forêt bajo las llamas. ¿El fuego de una guerra entre dioses? No, de nuevo las causas son demasiado humanas. No el rayo que la prendió en 1910 sino una barredora eléctrica conectada en una de sus capillas. El sitio más sombrío y fresco de esa ciudad ardiente en los veranos vio las llamas en el altar de madera de unas de las 40 capillas que acompañan la Catedral Central, esa extraña perla que fue creciendo dentro de la Mezquita y se terminó de formar cuando sus arcos estaban a punto de cumplir 800 años. Desde hace poco un pecado capital habita la Mezquita. En 22016 el Obispado de Córdoba la matriculó a su nombre con una autorización, a manera de diezmo, de José María Aznar. Ni Franco se atrevió a tanto, incluso quería hacerla mezquita de nuevo, por completo, para agradecer a los soldados marroquíes que ayudaron en su golpe. Los curas de hoy se han negado a que los árabes puedan orar en su interior, los guardias los persiguen para que no se atrevan a rezar. “Solo fotos, no plegarias”, podría decir el aviso en la entrada. El incendio dejó intacta la mezquita que la reconquista española no se atrevió a tumbar. Maravillados o temerosos decidieron construir en su interior. Convertirla, adoctrinarla. Pero el incendio comenzó en sus retablos y tal vez solo los arcos dobles, recuerdo de los acueductos romanos, la hayan salvado de unas chispas mayores.

 

 


 


 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Actualmente Francia es el país en donde mas han ardido iglesias. Todo empezó cuando empezaron a dejar entrar tantos enemigos del cristianismo. Esta tal vez sea la primera de muchas que arderán en España. No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas.