miércoles, 1 de octubre de 2025

La carta robada

 


Quintero ha contratado en la Alcaldía a más de 40 exfuncionarios de Luis  Pérez - La Silla Vacía

“Hasta que la dignidad se haga costumbre”.  La frase la repitió Francia Márquez durante la pasada campaña presidencial y se hizo emblema en el triunfo de la dupla del Pacto Histórico. Durante el gobierno ha seguido sonando como una forma de atenuante a los fracasos del cambio. Algo así como, “no es fácil, apenas estamos en los primeros pasos, faltan décadas de progresismo pero avanzamos.” Ya sabemos dónde está Francia por defender su dignidad. Pero estamos en otros tiempos: hasta que el poder se haga costumbre.

Las cosas van para peor. Petro está dispuesto a entregarle la izquierda a un advenedizo con un prontuario amplio. Luego de alcanzar el poder, la derrota es una humillación además de un fracaso. El presidente en retirada ya no mide dignidad, ideología, coherencia, ya no hay topes en campaña, es preferible dejar un infiltrado, perderlo todo en un segundo tiempo, que sentir la derrota frente a las “enemigos”. Uribe y Santos lo saben muy bien, tuvieron una bonita experiencia.

 De modo que si para llegar a la presidencia fue necesario cerrar un poco los ojos, soltar los frenos para alcanzar algo más de velocidad, ahora es posible que toque acudir al doping. Ya no se trata de que Benedetti convierta al progresismo a algunos contratistas y barones locales, ni de que Roy haga un poco de malabarismo con los cuatro partidos donde pica y se va, ni de arrimar a La U, engrasar a los conservadores descarriados, traer al liberalismo socialsabroso. Si toca jugar con una carta falsa, pues toca. Ese es Daniel Quintero, esa puede ser la herencia de Petro a la izquierda que ganó después de décadas en Colombia. La apuesta es arriesgada. Quintero ha militado, con el silencio del lagarto agazapado, entre los conservadores, los liberales, los santistas y los progresistas.

Es cierto que el oportunismo y la deserción son formas de independencia, en eso Quintero es serio, solo responde a su ambición personal, a sus ansias de dinero y poder. Petro habla contra la codicia y al mismo tiempo empuja a un político ávido. Es contradictorio que un ideólogo como el presidente, un hombre acostumbrado a tomar decisiones por su doctrina, por sus ideas aprendidas, pueda al momento de la campaña ser un pragmático desvergonzado. La apuesta es arriesgada. Un Pacto derrotado y partido por Quintero tardará años en reponerse.

El ex alcalde de Medellín que metió el Esmad en la Universidad de Antioquia, que cercó con militares un pequeño barrio popular durante la pandemia -conejillos de indias del Sinaí, así se llama el barrio para más paradojas-, que usó los datos de los ciudadanos para sus fines políticos en los mismos tiempos del Covid, que inventó medios alternativos desechables para enriquecer amigos y hacerse propaganda, que negoció el Área Metropolitana y metió la corrupción al Programa Buen Comienzo, que corrompió hasta la poda de los jardines de la ciudad, que puso cuatro gerentes en EPM e hizo renunciar a la junta en pleno, que usaba la caja menor de la administración para mecatear con su familia y amigos, que dejó tirada la alcaldía para impulsar al primo de su esposa como candidato inhabilitado…, el político más mendaz que ha medrado en Medellín, es ahora la carta del progresismo.

La mezcla es interesante. El presidente comprometido con la humanidad, el hombre en busca de un mundo mejor, el guerrero de las causas nobles. El mismo que en la realidad, en la campaña, acude al pragmatismo a toda prueba, el alma al diablo, a la radicalización del clientelismo, a las ofertas a diestra y siniestra. Petro juega al todo o nada. La pegunta es si es cálculo o arrebato.

 Pablo JaramilloVasco on X: "¿Saben en qué escuela aprendió a robar Daniel  Quintero? https://t.co/3d5spv355k" / X